Juan Carlos Chiocca tenía 48 años y cuidaba mucho su salud. Era docente, trabajaba en el Colegio La Salle y también en la escuela Boneo, la que evoca la figura de Don Orione. Murió este fin de semana como consecuencia de los golpes que había recibido ocho días antes, cuando se había resistido al robo de su celular y su billetera, cuando volvía a su casa, a pocos metros del cruce de la Avenida Circunvalación con la autopista a Santa Fe, en Granadero Baigorria.
La que lo recuerda ahora es Laura Cinisi, su directora en la Boneo, pero también la que fue compañera suya en esa misma institución, cuando los dos eran chicos. Todavía está conmovida por la noticia. “Es increíble lo que pasó. Además, pensar que la semana pasada después del robo hablamos por teléfono. Nunca imaginamos que podía terminar así”, dice. Está sentada en un banco escolar en el patio de la institución y atiende llamadas de varios periodistas, que le preguntan si pueden sacarle una foto o tomar contacto con la familia del docente fallecido. Accede a todos los pedidos, con mucha amabilidad.
“En estos momentos que tenemos que dar educación a distancia, el celular es nuestra herramienta de trabajo. También era la de Juan, que inclusive tenía muchos problemas de conectividad en el lugar donde vivía junto a sus padres. Seguramente por eso también defendió con tanta tenacidad al robo. Nosotros no manejamos la cuestión judicial, en estas horas nos hemos dedicado sobre todo a la cuestión emocional”.
Unos minutos después, se hace un abrazo simbólico de la comunidad de la Boneo y el acto se transmite en vivo por los canales locales de noticias. Están allí los padres de Juan, muy emocionados. Se realiza una misa, llega una carta de adhesión desde el gremio docente, hablan el personal directivo, se lee un mensaje de una de las alumnas de Juan, que daba lengua en tercer grado.
Andrea, una de las vicedirectoras, explica a este cronista los motivos del acto: “Juan brindaba una contención enorme a todos sus alumnos, todas las familias lo recuerdan así. Lo que hacemos es para pedir justicia, para que se sepa qué pasó, para que no haya nunca más un caso como el de Juan”.
Unas horas después, este cronista recibe un mensaje de la directora Laura, con un archivo adjunto. El archivo se llama “Seguiimiento y acompañamiento docente” y lo escribió ella misma, en diciembre de 2019.
El documento lleva el membrete del Colegio Boneo y tiene una foto del docente ahora fallecido, cubriendo con un paraguas a un alumno suyo. Están ellos dos solos, en el patio de la escuela, de espaldas. El texto que acompaña, firmado por la directora Cinisi, señala: “Parece una frase hecha, eso de ‘una imagen dice más que mil palabras’, pero no lo es. Es increíble como una imagen o un aroma pueden remitirnos a un sin fin de sensaciones, sentimientos y experiencias. Por eso hoy, para hacer esta especie de ‘despedida’ del ciclo, elegí esa imagen, que te pinta como maestro y compañero. No la tomé yo, fue la mirada de otro par tuyo que también se vio conmovido por tus gestos, paciencia, presencia silenciosa pero constante. Tu lugar siempre es el del anonimato pero tu presencia en la escuela es tan valiosa e importante que tu paso por el ciclo estos años será para mí siempre recordado. Porque siempre estuviste dispuesto a dar generosamente sin buscar el reconocimiento: lo que hacés lo hacés porque se debe hacer y con el afecto y compromiso propio de quienes aman lo que hacen y dónde lo hacen. Sé, que como para mí, esta escuela es un poco tu casa y te agradezco y felicito por todo lo que nos brindaste. Con un poco más de distancia, desde el otro ciclo, seguirás ofreciéndonos esa calidad humana y profesional que te caracterizan y que hacen de Juan, nuestro Juan un GRAN MAESTRO DE BONEO. Gracias por todo, felices fiestas y merecido descanso. ¡Ave María y delante! Con afecto. Tu compañera Laura”.
En el siguiente mensaje de Whatsapp, la directora cuenta: “A esto lo escribí yo el año pasado. Parece una despedida, lo pinta como persona y educador. Podés usar el texto en la nota. Eso era Juan”.