El gobernador Miguel Lifschitz acaba de anunciar la creación de una agencia interministerial que se encargará de nuclear y coordinar las tareas de prevención y contención de personas “que sufren de alguna adicción”. Así se presentó la Agencia de Prevención del Consumo de Drogas y Tratamiento Integral de las Adicciones (Aprecod), que dirigirá la ex docente de la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional de Rosario (UNR), Mónica Liborio. En diálogo con El Ciudadano, la funcionaria adelantó que con esta nueva área el gobierno santafesino fiscalizará la actividad de los centros de día, comunidades terapéuticas y espacios de rehabilitación que existen en la provincia. Todos estos espacios, hasta el momento, están en manos de organizaciones no gubernamentales y religiosas, que funcionan de manera independiente. Por eso, Liborio reconoció que se desconoce cuántas personas reciben tratamiento, de qué tipo y de manos de qué profesionales. Sólo ingresados al registro del Servicio Nacional de Rehabilitación del Ministerio de Salud Nacional hay 85 centros de día en la provincia.
—¿Cómo presenta la agencia y a partir de qué necesidad nace?
—El consumo y las adicciones están enfocados de forma desarticulada. Se hacen acciones de contención, como son los centros de día, pero si verdaderamente esa persona requiere un tratamiento más extenso no se le da. Todas las acciones son intentos de cada ministerio. Esta agencia, al depender del Ministerio de Gobierno y Reforma del Estado, se hará cargo de articular el trabajo. El problema del consumo y las adicciones no es un problema individual sino social. Quien consume es un emergente de una situación. Si lo tomamos desde la mirada del enfermo sólo lo abordamos desde una arista. La idea es poder abarcar la totalidad. Por eso van a trabajar todos los ministerios y a hacer las derivaciones.
—¿Relevarán establecimientos y armarán un plan de adecuación?
—Vamos a trabajar desde las instituciones educativas con tareas de prevención. También con los programas que ya existen como el Plan Abre (dedicado a mejoras de infraestructura urbana), que está en el territorio. Tenemos que trabajar para detectar conductas que requieran asistencia.
—La sensación es que el Estado provincial conoce poco lo que ocurre en los centros de rehabilitación o las comunidades terapéuticas que dependen de ONG u organizaciones religiosas…
—Había una necesidad a cubrir. En realidad, no sé si la idea era controlar (a los establecimientos) sino hacer convenios para resolver los problemas inmediatos. En la agencia queremos armar un plan integral. Amerita auditar y estandarizar para dar calidad.
—¿Qué información debe generar para poner en marcha la agencia?
—Toda. Desde la estructura hasta los procesos. Es un trabajo intenso de relevamiento de instituciones que hoy están a cargo de adicciones: organizaciones no gubernamentales, organizaciones religiosas y las que dependen de la Secretaría de Programación para la Prevención de la Drogadicción y la Lucha contra el Narcotráfico (Sedronar). Vamos a visitarlas, ver lo que pasa, cómo están, qué cantidad de personas y profesionales trabajan.
—Además de atender a las internaciones o tratamientos, ¿qué tipo de acciones hará la agencia?
—La internación no es la solución porque después se necesita que esa persona se reinserte en la sociedad. Es primordial trabajar la vinculación con el mundo laboral. Es una tarea colectiva. La responsabilidad social empresaria es muy importante. Queremos trabajar con las empresas. Cuando se habilitan capacitaciones o entrenamientos muchas veces se piensan desde el escritorio y no desde lo que busca la empresa. Saber el perfil de las personas a tomar garantizaría la reinserción.
—¿Se piensa en cómo capacitar o también se generará alguna ventaja de tipo impositivo para las empresas que contraten?
—Está en los planes. La figura de responsabilidad social empresaria es algo en lo que tenemos que trabajar. Tenemos que garantizar la continuidad de una vida digna. Hemos tenido un primer avance con el Ministerio de Educación. Era necesario crear la agencia para sentar a todos los ministros a una misma mesa. Pero es una preocupación de Educación de cómo capacitar a los docentes para detectar y manejar casos de alumnos que pueden tener un consumo problemático. Muchas veces, como no saben cómo abordar, miran para otro lado. No los critico. Si no tenés instrumentos no podés abordar el problema. No se trata de trabajar como una campaña que llega y se va. Trabajaremos de forma permanente y colectiva. La problemática alcanza a la familia. Ese conjunto también necesita contención. Es un problema colectivo.
—La última de las alertas sobre consumos peligrosos en jóvenes del Sedronar habla de alcohol y psicofármacos, no así de otras drogas ilegales ¿Comparten estos datos?
—Hay algunas encuestas sobre enfoques de riesgo y hábitos del consumo de Sedronar y también del Indec. Se han hecho para adentro de las escuelas. Esto es una mirada parcial. No tenemos datos propios. El Consejo Federal de Drogas (Cofedro), a principios de mes, se comprometió a generarlos. Quieren armar el Observatorio Argentino de Drogas. Queremos tener un perfil de quiénes son los que están consumiendo. No es para ser publicitado sino para tener una idea de su trayectoria y si hemos podido actuar como Estado.
—¿De dónde vendrán los datos?
—Se echará mano a todas las estructuras estatales. No sólo de Salud. Estamos trabajando con los ministerios de Educación y Justicia porque nos debemos apegar a la ley de salud mental. También existe una división de la Policía de Santa Fe. Hay que tener un seguimiento de las personas que han tenido conflictos con la ley. Por eso nos vamos a reunir con autoridades del Ministerio de Justicia para establecer los primeros eslabones de cómo desovillar esta madeja.
—¿La agencia trabajará con adicciones que no estén ligadas a las drogas de venta legal como el alcohol, los medicamentos y el tabaco?
—Se va a sumar el alcohol. Vamos a trabajar de forma mancomunada con el Gabinete Joven para analizar qué pasa. Sabemos que los jóvenes tienen un atravesamiento de consumo de alcohol excesivo los fines de semana. El alcohol es el más alto consumo entre los jóvenes. El tabaco ha tenido un descenso a partir de la legislación de prohibición de fumar en espacios cerrados. No está medido en términos de consumo sino en las complicaciones de salud.