El presidente boliviano, Evo Morales, exhibiendo hojas de coca, reclamó ayer ante el Plenario de la Comisión de Estupefacientes de la ONU que se repare “el error histórico” de penalizar el coqueo (masticado de la hoja de coca), mientras en Bolivia representantes de distintas organizaciones campesinas realizaron una “Jornada nacional de defensa” de esa práctica milenaria.
El coqueo consiste en la masticación de la hoja de coca en estado natural o desecada y se le adjudican propiedades digestivas, además de ayudar al organismo a evitar el “apunamiento” o descompensación por efecto de la altura en que se encuentra el Altiplano.
Se practica introduciendo en la boca tres o cuatro hojas de coca con las que mediante la masticación y la amalgama con la saliva se forma el “acullico”, pequeña bolita que se coloca entre los maxilares y las mejillas para volverlo a masticar repetidas veces.
La hoja de coca también se consume de la misma forma en las provincias argentinas del Noroeste, donde a menudo se comercializa ensobrada y junto con una pequeña cantidad de bicarbonato que ayuda a que la hoja libere sus sustancias.
Otra forma de expendio es envasada en saquitos para hacer con ella una infusión que se toma como digestivo luego de las comidas.
“Quiero pedir a la comunidad internacional la corrección de un error histórico que se cometió contra el pueblo boliviano al ratificarse sin reservas la Convención Única Contra Estupefacientes de 1961”, que inscribió a la coca, y su masticado en estado natural, en la lista de venenos o sustancias prohibidas, afirmó el mandatario.
Morales, él mismo un dirigente cocalero, con una hoja de coca en la mano, formuló esa apelación, y denunció que la ratificación de aquella convención en 1976 por parte de Bolivia, “fue un acto autoritario, como la naturaleza misma del gobierno de facto de entonces, presidido por el ex dictador militar Hugo Banzer”.
Fue “uno más de los actos inconsultos de un gobierno autoritario que se había impuesto en el poder de forma ilegal y no una decisión democrática de la población y las instituciones bolivianas”, enfatizó al pedir ahora la comprensión de los representantes de 157 países de los cinco continentes reunidos en Viena.
El actual gobierno de Bolivia denunció el año pasado la Convención de 1961 y pidió una reserva para despenalizar el masticado de la hoja de coca.
“Quiero remarcar que en ningún momento Bolivia actúa de forma intempestiva o irresponsable. Por el contrario, nuestra solicitud de readhesión con la reserva procura normalizar nuestras relaciones con la convención y los mecanismos institucionales que se derivan de ella, incluyendo la Jife (Junta Internacional de Estupefacientes)”, dijo el mandatario.
Agregó que, de este modo, “la cooperación internacional y el país puedan enfocarse en lo sustancial, en lo importante, es decir en los avances y desafíos relacionados a la lucha contra el narcotráfico”.
Morales, anunció, asimismo, “la reducción pacífica y efectiva, con diálogo y concertación” de las áreas de cultivo ilegal del arbusto en su país, tercer productor mundial de la hoja en su estado natural, detrás de Perú y Colombia y un fondo de 20 millones de dólares para ejecutar esa política.
“Me he convencido que es muy importante aportar en la lucha contra el narcotráfico”, por eso, “la asignación de 20 millones de dólares del Tesoro General de la Nación” para la lucha antidrogas en 2012, dijo, en uno de los pasajes de su discurso, aplaudido por los representantes de la ONU.
Simultáneamente, en La Paz, más de 5.000 personas entre productores y comercializadores de hoja de coca de los Yungas paceños y del Trópico de Cochabamba, se movilizaron en defensa del coqueo al son de bombos y zampoñas a la plaza Villarroel.
Durante la marcha, aplaudida por muchos transeúntes, los participantes entregaron bolsitas con una libra de la hoja milenaria, a las personas que alentaban la movilización.
La presidenta de la Coordinadora de las Seis Federaciones del Trópico de Cochabamba, Juana Ancieta, destacó la unidad que se generó en torno a la reivindicación no sólo de los productores y comercializadores de la hoja sagrada, sino de la ciudadanía.
Ancieta convocó a los nueve departamentos de Bolivia a enviar un mensaje de reivindicación del cultivo “gritando al mundo entero que la hoja de coca no es cocaína, la hoja de coca es medicina”.
Por su parte, Ernesto Cordero, presidente de la Asociación Departamental de Productores de Hoja de Coca de La Paz (Adepcoca), rechazó la postura de Estados Unidos al querer “satanizar” los beneficios de la hoja de coca.
“La coca, en su estado natural no es droga. Mejor habría que hablar mal de los que convierten esa hoja en droga, pero los que producimos lo pijchamos (masticamos) naturalmente y nunca nos ha hecho daño”, dijo.
Cordero pidió a los gobernantes la industrialización de la hoja de coca, al asegurar que se puede sacar diferentes variedades de productos alimenticios de la misma.
Morales fue recibido ayer, al llegar a Viena, por un grupo de bolivianos que residen en la capital austríaca y que ayer lo esperaron frente a la sede de la ONU en la que se celebró el 55º período de sesiones de la Comisión Contra el Tráfico Ilícito de Drogas.