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El coronavirus llegó a barrio Los Pumitas y desde La Garganta Poderosa reclaman aportes al municipio

"Esto recién empieza: no llegó el pico de la pandemia y el temor recorre nuestros pasillos, golpeando las puertas que cierra la Municipalidad. Es necesario que escuchen, ¡Y atiendan la prioridad!", reclaman desde la organización, que a la vez agradece los aportes solidarios a su comedor y merendero

“En mi casa somos nueve y muchas veces falta el agua o sale sin presión. Yo era la única que tenía trabajo durante la cuarentena porque está todo parado, pero ahora nos salvan los comedores; si no existieran, muchísima gente se cagaría de hambre”, le dijo una vecina del barrio Los Pumitas de la zona sudoeste de Rosario que contrajo coronavirus a La Garganta Poderosa.

Está internada en el Hospital Carrasco; desde ahí reconoce la dificultad para lavarse las manos constantemente en su hogar y lamenta la situación que debe atravesar su familia, la figurita repetida que nadie quiere tener, pero nos toca hasta el cansancio, cuenta la Poderosa.

La mujer, diagnosticada el último miércoles, es empleada de tres comercios de primera necesidad de la zona, dos de ellos quedan a dos cuadras de La Casita Poderosa, donde funciona el comedor y el merendero del barrio. Desde La Garganta Poderosa cuestionan al municipio por no aportar los recursos para sostenerlos.

«Durante la cuarentena se triplicó la demanda: pasamos de servir 150 platos a 450, ¡pero no llegó el dinero de marzo y abril! Ojo, tampoco se crean que es una fortuna, recibimos $ 8.400 por mes, aunque el último cheque lo cobramos en febrero», describen desde la organización social, y añaden sobre el municipio: «Nos instó a “extremar las medidas de prevención”, a pesar de que el 27 de marzo nos hicieron ir a buscar sólo 2 litros de alcohol y 2 de jabón líquido, 1 de lavandina y 10 pares de guantes. Al día siguiente nos entregaron un remanente de “lo que quedó en el distrito”: un bidón de 5 litros de lavandina, una botella de 500 mililitros de alcohol y 10 barbijos».

«Gracias a las donaciones que recibimos de ustedes, que contagian solidaridad, hoy podemos mantener la entrega de alimentos, aunque tenemos mucho miedo. Si bien trabajamos con tapabocas y guantes, la exposición al contagio es grande: el agua cae a cuentagotas, hay familias compartiendo un baño entre 12 personas y el Estado no se hace cargo de los insumos de higiene que terminamos comprando con la plata que pensábamos destinar a comida», detallan.

«Esto recién empieza: no llegó el pico de la pandemia y el temor recorre nuestros pasillos, golpeando las puertas que cierra la Municipalidad. Es necesario que escuchen, ¡Y atiendan la prioridad!», cierran desde la organización comunitaria.

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