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El crecimiento del fútbol femenino

La Selección Nacional de fútbol femenino se clasificó por 2ª vez consecutiva a un Mundial. El éxito de un crecimiento difícil pero continuo

Por: Mariano Hamilton 

Para muchos que no están interiorizados de la evolución del fútbol femenino en la Argentina, la obtención del pasaporte al Mundial de Nueva Zelanda y Australia que se jugará el año próximo, puede sonar a poco. Porque llegó gracias al tercer escalón en el podio de la Copa América y, además, porque también se estuvo a pocos minutos de conseguir un lugar en los JJ.OO de París, pero esa posibilidad quedó frustrada con la derrota en las semifinales ante Colombia.

Para mensurar con corrección lo que obtuvieron las chicas es necesario contar que el fútbol femenino nacional recién despegó hace tres años, cuando gracias a la lucha de las jugadores se consiguió el reconocimiento de la AFA (un reducto machista por donde se lo mire) y obtuvieron su tan ansiado torneo profesional local, que si bien todavía está lejos de ser considerado como el de los varones, ya tiene el vuelo propio suficiente como para soñar con un crecimiento exponencial de acá a poco.

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Pero como no todo es sencillo, y mucho menos en el mundo femenino, pasamos a contarles que las mujeres fueron históricamente relegadas por los dirigentes varones en sus reclamos por ser siquiera consideradas. Fue tal el ninguneo de los hombres que el fútbol femenino fue invisibilizado la mayor parte de su historia. Y esa invisibilidad no fue porque no hubiera mujeres que practicaran el fútbol, sino porque la idea de una mujer pateando la pelota no cabía en la cabeza de aquellos que debían tomar las decisiones dirigenciales. Era machismo al palo.

La negación al tema era tal que la historia de los comienzos del fútbol femenino es borrosa. Hay una fecha, sí, 1991, que fue el año en que la AFA le dio carácter de formal al torneo, pero desde mucho tiempo antes las chicas venían armando a pulmón sus propios certámenes y los jugaban más allá del reconocimiento oficial.

Decíamos entonces que el primer hito fue el reconocimiento de la AFA en 1991. Pero el segundo, y decisivo, fue el que sucedió en 2019, cuando por fin consiguieron ser reconocidas como profesionales y muchas de las chicas que trabajaban y jugaban, finalmente se pudieron dedicar a jugar, algo bastante parecido de lo que les pasó a los hombres allá por 1929, es decir 90 años antes.

Ustedes dirán: bueno, los hombres ya venían practicando fútbol desde finales del siglo 19. Es cierto. Sólo les daremos el dato que el primer partido femenino que está registrado fue el 13 de octubre de 1923, en la antigua cancha de Boca, entre los equipos llamados Argentinas y Cosmopolitas, lo que ya deja claro quiénes integraban ambas alineaciones. Alrededor de 6 mil personas fueron a la cancha a verlas. Para que se entienda la asimetría: a los hombres les llevó 38 años llegar llegar al profesionalismo (el primer torneo amateur data de 1891) mientras que las mujeres tardaron 82.

Las crónicas señalan que recién en la década del 60 se jugaron algunos partidos entre clubes. Existe el registro fílmico de un encuentro de 1964 disputado en la cancha de Tigre. En 1965 hubo, en la cancha de Estudiantes, un enfrentamiento entre Tigre y el Centro Cultural Alberdi. Tigre era considerado por esos años el mejor equipo y de sus jugadoras surgieron cinco que fueron al Mundial de México de 1971: Gloria Betty García, Blanca Brúccoli, Eva Lembessi, Zulma Gómez y Zunilda Troncoso.

Es necesario que se observe un detalle: Argentina iba a jugar su primer mundial (que no era oficial, claro) sin que en el país hubiera un torneo organizado por la AFA. Si esto no es autogestión… Como para que se entienda: en los 70 apenas unos pocos clubes de Buenos Aires aceptaban mujeres futbolistas. Ellos eran: Piraña, Excursionistas, Universitario y All Boys. Así y todo, Argentina jugó ese Mundial de México y terminó en el 4º puesto entre seis equipos.

Recién 7 años después de ese hito, en 1978, se realizó un torneo metropolitano de un mes que ganó Racing. Participaron, además del campeón, Yupanqui, Excursionistas, Minué y San Fernando. En Racing jugaban tres ex mundialistas del 71: Betty García, Soler y Cattaneo.

En 1986, con Doña Tota, madre de Diego Maradona, como madrina, se creó la Asociación Argentina de Fútbol Femenino (AAFF), una entidad independiente de la AFA que organizaría campeonatos metropolitanos y que, a pesar de su carácter amateur, llegaría incluso a financiar viajes para disputar partidos internacionales de la Selección.

Nils Altuna era la presidenta. Los torneos locales se llamaban Femigol y Yupanqui fue el dominador de esas competencias hasta 1991, cuando entró en acción la AFA y se hizo cargo del asunto, aunque sin poner un billete. Y así fue que el 27 de octubre de 1991 comenzó el primer torneo oficial de fútbol femenino en Argentina organizado por la AFA. Este torneo contó con la participación de ocho equipos y el campeón fue River. La segunda edición fue ganada por Boca y luego River metió una seguidilla de cinco títulos consecutivos. El entrenador de River era Coco Torres, quien también era el DT de la Selección Nacional femenina que en 1993 jugó su primer partido oficial.

En 1997 creció el número de clubes que se inscribieron y de nueve se pasó a 22 y ya para 1998 la cantidad de participantes subió a 36.
River y Boca se alternaron los títulos durante 17 años y recién en 2008 San Lorenzo logró colarse y, al mismo tiempo, clasificarse para la 1ª edición de la Copa Libertadores.

Todo iba más o menos sobre rieles hasta que, como siempre, aparecen las figuras disruptivas. Y una de ellas fue Macarena Sánchez, futbolista de UAI Urquiza, quien empezó a convencer a sus compañeras que lo que tenían no era suficiente y a instalar mediáticamente la necesidad de la profesionalización y visibilidad del fútbol femenino argentino.

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Macarena no la pasó bien y sufrió gran cantidad de aprietes. Pero su lucha no sólo no decayó, sino que además sumó a otras chicas que se plantaron antes la AFA y amplificaron el reclamo. Y después de marchas y contramarchas, el 16 de marzo de 2019 se oficializó la profesionalización del fútbol femenino en Argentina: se decidió que cada club debía contratar a un mínimo de ocho futbolistas contratadas con un salario de 15 mil pesos (equivalente a un contrato de Primera C masculino). Si bien este anuncio fue celebrado como un paso adelante, ni por asomo solucionaba el problema, ya que se trataba de una profesionalización a medias.

Además, este anuncio no era extensivo a los clubes del interior, que siguen jugando de manera amateur. Hasta hoy, ningún club indirectamente afiliado a la AFA ha podido participar de los torneos oficiales.

Pero volvamos a la Selección Nacional para entender mejor su recorrido. Ya fue dicho que en 1971 jugó su primer Mundial. Viajaron a México sin botines, médico, masajista ni entrenador. Eran 17 jugadoras que terminaron en el 4º lugar entre seis equipos pese a haber ganado solo un partido. Ese triunfo se dio el 21 de agosto ante Inglaterra, por 4-1 con goles cuatro goles de Elba Selva, a los 7, 31 y 34 minutos del primer tiempo y a los 6 del segundo.
Para las inglesas marcó Burton, a los 13 minutos del primer tiempo, para el 1-1 parcial. En 2019 se designó al 21 de agosto como el Día de las Futbolistas para recordar los cuatro goles anotados por Selva contra Inglaterra en ese torneo. Este Mundial del 71, como era de imaginarse, no era oficial.

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Luego de esa primera experiencia, y ya sí en forma oficial, Argentina estuvo en tres mundiales más: 2003, 2007 y 2019. Jugó 9 partidos, perdió 7 y empató 2. En Estados Unidos 2003, cayó 0-6 con Japón, 0-3 con Canadá y 1-6 vs Alemania. Yanina Gaitán marcó ese primer gol oficial en un Mundial.
En China 2007 no hubo mejorías sustanciales: 0-11 ante Alemania, 0-1 ante Japón y 1-6 vs Inglaterra.

Pero en Francia 2019, el fútbol femenino mostró por primera vez una cara diferente: igualó 0-0 contra Japón, perdió 1-0 con Inglaterra y finalmente quedó eliminada al igualar 3-3 con Escocia luego de ir perdiendo 3-0 y pese a una remontada increíble en apenas media hora de juego.

Recién el 22 de octubre se realizará el sorteo y se conocerán a las rivales del próximo mundial. Hasta ahora están clasificados junto a Argentina: Nueva Zelanda, Australia (ambos países anfitriones), Brasil, Canadá, China, Colombia, Corea del Sur, Costa Rica, Dinamarca, España, Estados Unidos, Filipinas, Francia, Jamaica, Japón, Marruecos, Nigeria, Suecia, Sudáfrica, Vietnam y Zambia. Aún falta conocerse diez participantes más.

Los objetivos del equipo que conduce Germán Portanova son dos: el primero es ganar un partido oficial y, el segundo, es entrar entre las mejores 16, es decir clasificar para los octavos de final.

Después de leer todo lo que les costó a las chicas crecer dentro de un ámbito tan machista y restrictivo, no nos extrañaría que, con un poco de suerte y buena voluntad, el salto sea un poco mayor. ¿Por qué después de tantos sacrificios no es lícito pensar en llegar a ser una de las ocho mejores? El crecimiento y el temple de las chicas abren el abanico de posibilidades hasta donde uno pueda ser capaz de soñar.

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