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El crimen de Marcela Chocobar fue un transfemicidio

A Marcela Chocobar la mataron con odio: de su cuerpo decapitado solo encontraron el cráneo. Tres años después, los dos acusados comenzaron siendo juzgados por “homicidio simple” y luego de la declaración de los primeros testigos, el fiscal pidió que se los acuse por el delito de “transfemicidio

Por Cosecha Roja

A Marcela Chocobar la mataron con odio: de su cuerpo decapitado solo encontraron el cráneo. Tres años después, los dos acusados comenzaron siendo juzgados por “homicidio simple” y luego de la declaración de los primeros testigos, el fiscal pidió que se los acuse por el delito de “transfemicidio”, que prevé una pena de prisión a perpetua

La carátula de la causa por el crimen de Marcela Chocobar ya no esconde la verdad. Oscar Biott y Angel Azzolini comenzaron siendo juzgados por “homicidio simple”. A Marcela, una joven trans de 26 años, la mataron con odio: en un terreno baldío en el barrio San Benito de Río Gallegos sólo encontraron su cráneo. Unos huesos sin rostro: con un objeto filoso los asesinos se tomaron el trabajo de arrancarle todo el tejido blando. Después de la declaración de los primeros testigos, el fiscal pidió que se amplíe la acusación y se acuse a los dos imputados por el delito de “transfemicidio”, que prevé una pena de prisión a perpetua.

“Con las pericias psicológicas claramente se mostró el crimen de odio, por lo que nuestro abogado pidió el cambio de carátula, que acompañó la fiscalía”, dijo a Télam Laura Chocobar, una de las hermanas de Marcela.

Desde que mataron a Marcela, sus hermanas aprendieron a defender los derechos de la diversidad sexual. Atravesaron los laberintos judiciales, leyeron expedientes, desentrañaron artículos del código penal y se plantaron ante policías y funcionarios públicos. Lograron que la causa llegara juicio. Aunque en el banquillo no están todos los que –insisten- fueron responsables de su muerte. Ellas están convencidas de que Biott y Azzolini, los dos hombres que la levantaron la madrugada del 6 de septiembre de 2015 en la puerta del bar Russia, fueron “instrumentos” de otros autores intelectuales.

En la primera audiencia declararon algunos testigos y sólo uno de los acusados. El guía de turismo Oscar Biott contó que la madrugada que desapareció Marcela estaba festejando su cumpleaños con su amigo Ángel Azzollini, con el que convivía. Estuvieron en el pool Bola 8 y después se fueron a Russia.

Las hermanas de Marcela siguieron el juicio entre el público. Afuera las acompañó la Mesa de Mujeres, conformadas por organizaciones LGBT+ y feministas. Biotti contó que a la salida del bar la cruzaron a Marcela. Ella se acercó a la ventanilla del Renault 9 rojo. Cruzaron unas palabras y se subió. El guía de turismo dijo que fueron hasta la cabaña donde vivían a buscar plata para tener sexo con ella. Después, dijo, ella les pidió que fueran al barrio San Benito a comprar cocaína. En el viaje discutieron y se pelearon a las piñas. Según Biotti, Marcela se desvaneció con uno de los golpes. Él se fue y la dejó en el auto. Estaba con vida, dijo.

Parte del relato coincide con la declaración de los testigos, que la vieron subirse al Renault 9 rojo de Azzolini y Biott a la salida de Russia. De ahí en más los relatos se apagan. Tras la desaparición la policía demoró la búsqueda. Decían que se había ido de fiesta, que iba a volver. Quince días después encontraron el cráneo cercenado en un baldío. A unos metros, envueltos en un nylon negro, estaba su cadenita, su vestido y su saco negros, una bota bucanera blanca. Y también su larga cabellera rubia, esa que dejaba caer por el costado de su cuerpo en las noches de Russia.

El juicio será breve. A lo largo de las cuatro audiencias declararán cerca de 50 testigos. Algunos de ellos no viven en Río Gallegos y eso podría demorar los plazos. Los jueces Carlos Yance, Joaquín Cabral y Enrique Arenillas esperan reconstruir lo que pasó la madrugada en que desapareció Marcela. Sus hermanas quiere saber por qué la mataron con tanta saña y dónde está su cuerpo.

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