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El Cristo Redentor que llegó un día y ya no se fue

Por Laura Hintze. La imagen que aparece sobre un vidrio sigue sorprendiendo a propios y extraños. El peregrinar es constante.

“¡El Cristooo!” “¡Jesúuuus!” Gritaron, de manera burlona, dos adolescentes que pasaron en bicicleta por Sánchez de Loria al 300 mientras dos periodistas, cámara y grabador en mano, echaban aliento sobre un vidrio hasta empañarlo, y no daban crédito a lo que veían: la silueta de Cristo Redentor aparecía, de la nada, y se quedaba reflejada por casi un minuto. Los ciclistas no fueron los únicos, sino que varios vecinos pasaron murmurando: “Sí, sigue el Cristo”; “sí, vinieron a ver a Jesús”. Y a pesar de que los medios ya parecen haberse aburrido del tema, el barrio Antártida Argentina, que linda con Fisherton, continúa conmocionado. Y la extraña figura del Cristo Redentor también continúa, a fuerza de aliento y calor humano, apareciendo en el vidrio de un pequeño negocio de ropa para mujeres y niños.

“La primera vez que lo ves te da escalofríos”, comentaba un joven del barrio a una chica que se había acercado a ver de qué se trataba esto. “Tenés que venir más tarde, ahora no se ve, aparece cuando baja el sol por el calor humano de adentro del negocio”, dijo, señalando el lugar donde suele aparecer la silueta. Precisamente, es a eso de las seis y media cuando la gente comienza a acercarse, ya sea para volver a ver la misteriosa figura o para fascinarse por primera vez. Es realmente llamativa la imagen y su forma de aparecer y desaparecer, sin dejar ningún tipo de señales en el vidrio. Las periodistas tuvieron que entretenerse varios minutos antes de poder escuchar el relato de la gente del barrio sobre lo que está pasando allí hace días. Y es que, si bien ya no son multitudes las que se acumulan en la puerta del local de ropa, sigue acercándose gente sólo a ver la imagen, y la aparición es el tema de conversación exclusivo de la cuadra. Dos hombres que pasaban en moto protagonizaron una escena que, dicen en el barrio, es recurrente. Pararon, observaron y se fueron. “Era verdad”, sentenciaron antes de partir. Un ritual que se repite todos los días.

Hace poco más de una semana, precisamente el 23 de mayo, la hija de Carina Villalba, quien alquila el local, señalaba una extraña silueta en el vidrio de la puerta de su negocio. Aún hoy, la pequeña de cinco años sigue pataleando y pidiéndole a la madre que la deje “hacerlo”. O sea: que la levante y la deje soplar sobre el vidrio y ver cómo va y viene la figura de Jesús. “Hace tres años que alquilo el lugar. Antes había una dietética y mucho antes una pollería. Hace cinco años que no se cambian los vidrios”, aseguró Carina, hace unos días a El Ciudadano. De acuerdo con la mujer, fue (¡justo!) el “viernes 13” de mayo cuando la imagen apareció por primera vez, por un lapso no mayor a dos horas. La particularidad de las primeras jornadas de la aparición es que en ambos días llovió, de manera tal que muchos adjudicaban la aparición a la humedad, a calcomanías, a manchas en la puerta. Pero ayer, cuando este diario regresó a la escena mística, el cielo estaba completamente despejado, y Cristo se dejaba ver igual.

Durante los días de mayor impacto social, el arzobispo de Rosario, José Luis Mollaghan, se refirió a la figura de Cristo que apareció en el vidrio del local de zona oeste pidiendo “que se vea con tranquilidad”. De la misma manera, el párroco del barrio, Víctor Pratti, apodado Cacho, validó la aparición desde lo fenomenológico. “Realmente es así. Apareció como un fenómeno hace diez días. Aparece y desaparece como vapor en un vidrio con la figura clara de Cristo”, había detallado el cura. Y remarcó: “No afirmo que sea una revelación divina”. Pero en los últimos días, ninguna autoridad religiosa apareció por el negocio, y un manto de misterio y mística ha cubierto la zona: ayer, la dueña del local, que vive al lado, dijo que no iba a dar declaraciones; mientras que comenzaron a difundirse rumores sobre una cruz que aparece en la puerta de la casa lindera con el negocio.

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