Ernesto Guevara no vivió mucho tiempo en Rosario porque la humedad que caracteriza a la ciudad era un enemigo de peso para su condición de asmático, pero el amplio departamento de Urquiza y Entre Ríos en el que pasó sus primeros días se transformó en un símbolo que traspasó las fronteras. Ahora, esa propiedad de 240 metros cuadrados está puesta de nuevo a la venta por quien la compró en 2002, un empresario “casi rosarino”, como se define, para quien esa construcción tenía un alto valor político y sentimental por la historia que comenzó allí con los primeros pasos de uno de los protagonistas del siglo XX.
Los primeros meses de vida del Che en Rosario fueron casi una casualidad. Sus padres, integrantes de la clase media alta argentina, tenían residencias habituales en otras provincias donde se asentaban algunos de los emprendimientos económicos de Ernesto Guevara Lynch. El nacimiento de uno de los dos máximos referentes de la Revolución Cubana justo en Rosario fue fruto de un abanico de coincidencias. Aunque la fecha exacta de su llegada al mundo, en 1928, es motivo de controversias –un mes de diferencia según las versiones–, la propiedad donde se escucharon sus primeros berrinches, diseñada por el reconocido arquitecto Alejandro Bustillo, se transformó en un ícono de la historia local y una referencia global.
El departamento, en pleno centro de la ciudad, tuvo después de Guevara Lynch varios dueños y por un tiempo cobijó una suerte de museo de homenaje al médico que asaltó la historia a finales de la década de 1950, en la isla gobernada por el dictador Fulgencio Batista. Un patio trasero de Estados Unidos en el Caribe que el rosarino, junto a Fidel Castro, se encargó de desbaratar para sorpresa de todo el mundo junto a una guerrilla de barbudos y parte de la población cubana.
Un clasificado, una decisión
La edificación de estilo neoclasista francés ubicada en Entre Ríos y Urquiza fue terminada en 1927 bajo la dirección del propio Bustillo junto a los hermanos Guido y Enrique Ferrarese. Apenas un año después, el Che gateaba en uno de los departamentos del segundo piso. El que compró en 2002 Francisco Farruggia: un empresario nacido en Totoras pero que se siente “casi un rosarino” y en ese entonces residía en Milán, Italia. Hoy vive en Brasil, y desde allí le contó a El Ciudadano los pormenores de esa adquisición, que nada tuvo que ver con la especulación inmobiliaria. “No soy un capitalista completo”, bromea del otro lado del teléfono.
Farruggia había partido a Italia con 20 años. Vivía en Milán cuando en 2002 leyó un aviso clasificado en el Corriere de la Sera: estaba en venta “el departamento del Che”. Lo impactó. “Era nuestro suelo, parte de nuestra referencia histórica”, recuerda. Y estaba en condiciones de comprar esos ladrillos que eran mucho más que paredes y techo de fino diseño.
Se puso en contacto con su amigo, también empresario, Manuel de la Rica Pascual. Estaban cerca, porque “Manolo” vivía en Madrid, España. Los dos, sin embargo, separados por miles de kilómetros de la ciudad al sur de Santa Fe donde ofrecían como inversión inmobiliaria ese anclaje primero de una revolución que sacudió al continente.
Desde Europa, Farruggia y De la Rica Pascual se pusieron en contacto con el abogado Atilio Baldoni, en Rosario, y cerraron la operación.
¿Qué harían con ese departamento? No era para residir en él, estaba claro. Lo que pretendían era preservarlo como sitio de recuerdo y homenaje. “Le comunicamos la compra al gobierno de Cuba y pusimos la propiedad a su disposición”, cuenta desde el país que hoy es su hogar y donde sufre –acota– la desolación de una pandemia que arrolla por las decisiones de su presidente, Jair Bolsonaro.
La Negra y el Negro, proyectos y visitas
Farruggia rememora que incluso iniciaron conversaciones para un ambicioso proyecto histórico y cultural con el Negro Roberto Fontanarrosa y con otra enorme Negra: Mercedes Sosa, que falleció en 2009, dos años después que el rosarino. No pudo ser. Hubo otras iniciativas, que tampoco prosperaron en el tiempo. Y períodos en que el lugar pudo ser visitado por quienes llegaran a Rosario, por sus mismos ciudadanos y por referentes como el ex presidente del Uruguay José Pepe Mujica, o los hijos de Fidel Castro y los del propio Ernesto. Por sus habitaciones también anduvo Alberto Granados, compañero de aquel viaje iniciático del Che en motocicleta por Latinoamérica.
Dos décadas de esfuerzo
Van casi 20 años de esfuerzos por sostener ese patrimonio histórico, y también arquitectónico. La situación económica ya no es la misma para Farruggia. Tampoco hubo un acompañamiento ni oficial ni privado para apuntalar un proyecto que desde Entre Ríos 480, el antiguo edificio levantado para la Compañía de Seguros la Rosario, pivotara el recuerdo de una Rosario que se engarza con la historia de Latinoamérica.
El departamento ahora está de nuevo a la venta. Se verá su futuro, en tiempos en los que esa palabra suena más incierta que nunca. El deseo de Farruggia es que sus próximos propietarios lo consideren en todo su valor. Y ofrece un teléfono de contacto para los interesados, con característica de Rosario: 5493416411996.