Es altamente gratificante observar medidas que revolucionan un pasado que parecía no encontrar la respuesta a una necesidad primordial: la licencia obligatoria por maternidad.
La medida tomada por el Consejo Superior de la Universidad Nacional de General Sarmiento (Ungs) abarca un nuevo régimen que extiende la licencia, con goce de haberes, para las madres de 3 meses a 7 meses y medio, y para los padres de 3 a 30 días corridos posteriores al nacimiento.
En el caso de adopción, las trabajadoras de la Universidad tendrán derecho a una licencia con goce de haberes de 180 días a partir de la fecha de otorgamiento de la tenencia del menor, mientras que para el trabajador la licencia se extenderá por 30 días.
La nueva normativa ampara, también, a las familias homoparentales, de manera acorde a los últimos avances relacionados con familias igualitarias.
Es un ejemplo a seguir por aquellos que tienen personal a cargo; tanto desde el sector privado como también del sector estatal. Ambos deberían impulsar una medida ejemplar que beneficie a la familia y a esa unión vital para el futuro de las nuevas generaciones. Tres meses siempre fue muy poco, más aún cuando se los debe dividir en dos partes: cuarenta y cinco días antes del parto y nada más que cuarenta y cinco días posteriores al mismo.
Un niño crecido en un ámbito familiar, acogido por sus padres y hermanos, dista mucho de una crianza en guardería que, sin desmerecerlas, jamás podrán suplir el rol materno familiar.
La leche materna es el alimento fundamental en la vida de un niño hasta el sexto mes de vida, y cuando la madre debe cortar este ciclo de lactancia porque no puede dejar su empleo, se corta un período que no regresará nunca, favoreciendo a los laboratorios que elaboran las leches maternizadas, esas que jamás suplantarán la caricia y la piel de mamá.
No resulta alejado de la realidad entender que si hoy se exige seguridad, es perentorio tomar como ejemplo estas medidas.
Muchos de los jóvenes que hoy delinquen provienen de familias disfuncionales; sin contención materna o paterna.
Si la familia es la base de la sociedad, pues qué mejor que mantenerla unida desde el principio; con trabajo y sin olvidar la preponderancia de una madre o un padre presentes. Es muy importante destacar lo expresado por la presidenta de la Nación, Cristina Fernández, en su discurso ante la Asamblea Nacional del pasado 1º de marzo: la extensión de la Asignación Universal por Hijo (AUH) a las mujeres embarazadas, a partir del tercer mes de embarazo.
Otra disposición para festejar y apoyar.
Ambas medidas merecen ser imitadas por aquellos que tienen en su mano la tarea de cuidar el bienestar de las trabajadoras y trabajadores argentinos, y también para aquellas madres que hoy por hoy no gozan de los beneficios de un trabajo formal.
Es un ejemplo de civismo y grandeza a nivel humano considerar esos primeros pasos en la vida como la base de respeto y derecho adquirido, por y para todas las trabajadoras y trabajadores de la Nación.
Si los empleadores desde su lugar, privado o estatal, modificaran sus reglas internas y regímenes de licencia por maternidad, comenzaríamos a transitar estos senderos que podrán ser el comienzo de la nueva sociedad, la que todos anhelan.