El aviso era escueto, eludía los eufemismos e iba derecho al grano: “…soy profesor de Química de la Escuela de Enseñanza Media N° 513 «Rubén Naranjo», de Presidente Perón al 5300 de la ciudad de Rosario. La escuela necesita montar un laboratorio para trabajos prácticos y no cuenta con los recursos necesarios, apelamos a la solidaridad de aquellos que puedan donar materiales en desuso o descartables”.
Más adelante, y dando por descontado que su pedido iba a ser respondido satisfactoriamente, el doctor en Biotecnología Aníbal Luis Goñi, pormenorizaba, enunciando los elementos indispensables “para empezar”: pipetas, matraz aforado, vasos de precipitado, mechero, tubos de ensayo, probetas, placas de Petri, balanza…. El aviso concluía con el nombre de la escuela y de su directora, y los demás contactos para que la donación se hiciera efectiva: Escuela N° 513, Rubén Naranjo, 0341-4725645. Directora: Paula Sánchez.
—¿En qué cree usted que la instalación de un laboratorio puede ayudarles al proceso de aprendizaje de sus alumnos de secundaria?
—Hemos detectado problemas básicos como falta de base en matemática, lo que, entre otras razones, explica la dificultad de acceder a las cuestiones básicas de la química. A su vez, la población escolar tiene problemas nutricionales. Se alimentan mal, por dos razones: por sus condiciones económicas y por desconocer el valor nutricional de los alimentos. Esta ignorancia juega un rol decisivo en ellos y en sus padres.
Aníbal Luis Goñi, biotecnólogo y doctor en biotecnología, viene de hacer una especialización en Gestión de la Ciencia y la Tecnología en la Fundación Getulio Vargas de Brasil, con una beca de la Jefatura de Gabinete de la Presidencia de la Nación, y recrea cómo surgió la idea de hacer un laboratorio e intervenir tratando de ayudar a modificar la realidad de un barrio de la ciudad a través de la enseñanza de la ciencia: “Nos juntamos con algunos profesores cada quince días. En el marco de esas charlas surgió la idea de entusiasmar a los chicos y nos pusimos en marcha para armar un laboratorio. En la escuela nos cedieron un espacio: una antigua cocina que contaba con partes indispensables para reciclarla en laboratorio: tomas de gas, piletas, una mesada, instalaciones de agua corriente. Junto a otro docente que es bioquímico entusiasmamos a la directora, que al ser profesora de biología recibió al proyecto con beneplácito”.
A poco de empezar tropezaron con los primeros obstáculos: “Cuando diseñamos y evaluamos el presupuesto para equipar el laboratorio nos encontramos con un gran escollo ya que no contábamos con el dinero suficiente para que el mismo comenzara a funcionar”.
Sin desanimarse, Goñi, que ya había salido a comprar lo mínimo imprescindible como para arrancar, hizo el pedido a Bio Noticias, un sitio en la web donde el doctor Eduardo Ceccarelli divulga noticias de ciencias a la vez que difunde avisos de congresos y las necesidades de los diferentes laboratorios de investigación en ciencias biológicas del país.
El primer día de publicado recibió las primeras tres donaciones y así lo manifiesta: “Recibo semanalmente Bio Noticias, que es un portal exclusivo entre gente de la investigación que involucra a investigadores del área de biología y biotecnología. Allí se publicó nuestro pedido que va dirigido a quienes estén en laboratorios y tengan que renovar materiales para que los que estén en desuso nos sean donados. En el primer día de publicación tuvimos tres respuestas positivas. Podemos contar con casi la tercera parte de lo que necesitamos para comenzar a trabajar con los chicos”, afirmaba exultante Aníbal Goñi.
“Mi colega bioquímico se comprometió a conseguir los reactivos que son necesarios, en el laboratorio donde él trabaja. La escuela, por su parte, está tramitando comprar un microscopio; si a esto le agregamos un pequeño aporte desde la cooperadora del colegio, vamos a lograr el poner en marcha nuestro laboratorio”, enfatiza Goñi.
—¿Qué es lo que los chicos podrán hacer en el laboratorio?
—Lo que tenemos pensado enseñarles a los chicos es química inorgánica básica. Con lo cual podrán medir el pH de las bebidas cola, de ciertos alimentos, de los cítricos y del agua potable.
—Cuestiones atinentes a la nutrición…
— Sí, por supuesto. Ellos, con nuestra ayuda, podrán detectar la cantidad de proteínas y de glúcidos que tiene un alimento, usando ciertos reactivos que se tiñen de colores característicos. También vamos a hacerles hacer alcohol en gel.
El laboratorio como aula
Una persona familiarizada con los métodos de la ciencia recurre a ella para la observación de su medio. Y decide intervenir; en este caso a través de la instalación de un laboratorio, algo propio de su formación y usándolo como un aula adecuada para el proceso de enseñanza-aprendizaje de sus alumnos adolescentes, quienes tomarán contacto con la ciencia a través de elementos familiares y de uso cotidiano, realizando experimentos, siguiendo los pasos del método científico que les hará comprensible una práctica que, seguramente, incidirá en mejorar sus hábitos y agregar salud a sus vidas.
Un grupo de docentes que toma nota de la realidad que circunda a los alumnos de la secundaria: “Lo que detectamos es sobrepeso y hasta obesidad. Hay chicos que están mal nutridos, alimentados con dietas poco saludables. Por una cuestión cultural y de ingresos, su alimentación es a base de hidratos de carbono y frituras”, afirma Goñi, quien, agrega: “lo que notamos, también, es falta de higiene en los chicos”.
—¿Qué puede aportarles el trabajo en el laboratorio a los chicos para hacer frente a estos hábitos que afectarán su salud?
—Existen experimentos sencillos que van a ayudarles a comprender fácilmente, como es mostrar la contaminación; con las placas de Petri, les vamos a hacer colocar sus pulgares y medir la cantidad de bacterias; luego que se higienicen adecuadamente las manos y, en otra placa de Petri les haremos hacer lo mismo para que noten la evidencia.
Alfabetización científica
Entre otras prácticas proyectan hacerles hacer un trabajo práctico sobre la potabilización del agua para que tomen conciencia de su importancia; además de enseñarles a filtrarla.
“Sabemos que en Rosario contamos con una buena calidad de agua pero no todas las familias de estos chicos viven en las mejores condiciones. Y hacerles entender que, si el agua a la que acceden no es de la red de agua corriente, deben utilizar los métodos para la potabilización que ya habrán aprendido”.
Es un modo de hacer alfabetización científica. Un modo de que encuentren respuesta y se entusiasmen en seguir preguntando e indagando qué es, en parte, el método de la investigación científica. “Después de las vacaciones de invierno vamos a empezar con el primer trabajo práctico”, concluye Aníbal Goñi.