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El desafío de trasmitir la historia reciente a nuevas generaciones

La licenciada Laura Luciani sostiene que los docentes necesitan apoyatura para hablar del Golpe en las aulas.

Laura Luciani es licenciada en Historia y doctora en Humanidades. Se desempeña en la enseñanza media y superior, especialmente en el abordaje del pasado reciente del país. Por dos años consecutivos formó parte del equipo de profesores que llevó adelante en el Museo de la Memoria cursos virtuales de formación en la materia para el abordaje educativo en escuelas primarias y secundarias. Esa experiencia, según contó, dejó demostrado que pese a las políticas de memoria y la vasta bibliografía existentes, “los maestros necesitan cierta apoyatura, ya sea de contenidos o de estrategias para llevar al aula”.

—A más de 30 años de democracia desde la última dictadura, ¿cómo es el abordaje del tema en las escuelas hoy?

—Trabajo sobre la historia reciente desde hace muchos años y hay algo que es muy interesante: uno piensa que los docentes están como hartos del tema porque hay políticas y libros que hablan sobre ello. Sin embargo, el curso del Museo de la Memoria nos hizo dar cuenta de que hay muchos docentes que necesitan cierta apoyatura, ya sea de contenidos como de estrategias didácticas para llevar al aula.

—¿Cómo es la recepción del tema por parte de los adolescentes?

—La generación de 2001, sobre todo, que no es una generación que pueda apropiarse de la historia de la dictadura fácilmente, hace que a los docentes les cueste mucho pensar en cómo generar vínculos con los estudiantes. Creo que uno de los puntos a trabajar en este sentido es la articulación con el presente: con determinados discursos comunes que están instalados hoy en la sociedad y, desde allí, retomar la historia argentina.

—¿Cuáles son los abordajes que se proponen?

—Tratar lo que pasaba en las escuelas durante la dictadura, que los estudiantes comparen su situación con la de años atrás. Hay otra realidad también y es que, actualmente, la mayoría de las escuelas secundarias no tienen un centro de estudiantes. Entonces, apoyarlos y movilizarlos para que lo formen es también un buen disparador para contarles cómo funcionaron estos espacios, por qué desaparecen durante la dictadura  y por qué no regresan inmediatamente después de la democracia. El abordaje del ayer y el hoy pueden propiciar un poco más el diálogo.

—¿De algún modo generar un sentido de pertenencia con el pasado?

—Justamente, otra cuestión que intentamos llevar adelante los que abordamos la historia reciente es que los estudiantes puedan pensar la dictadura en su ciudad. No solamente lo que fue el terrorismo de Estado con las juntas militares en Buenos Aires sino saber qué es lo que pasaba en Rosario y tener un mapa de los centros clandestinos que funcionaron acá. Ese es otro punto importante que puede ayudar a los jóvenes a comprender la historia en su territorio.

—¿Cómo se traducen todas estas estrategias en la práctica docente?

—Plasmarlo puede resultar bastante difícil porque todo ello va en función de las experiencias de cada uno de los docentes, con sus particularidades y sus propios posicionamientos con respecto a la dictadura. También con su interés en trabajar. Hay experiencias excelentes como fue en una escuela de Granadero Baigorria que los alumnos hicieron un trabajo sobre el centro clandestino La Calamita y luego realizaron una muestra. Está también el caso de Melincué, que lo que comenzó como un trabajo escolar más se convirtió en una investigación y terminó en el hallazgo de los restos de dos personas desaparecidas durante la última dictadura.

—¿Cada docente, entonces, aplica sus subjetividades y sus experiencias?

—Hay gente con mucha iniciativa que genera cosas maravillosas y, por otro lado, están aquellos que caen en el mero acto recordatorio a través del cual se pierde el sentido. Para los alumnos la sobreabundancia tampoco es buena: hace unos años los estudiantes secundarios abordaban el tema de la dictadura en distintas materias en un mismo año, por eso creo que la estrategia más efectiva tiene que ver con lograr un vínculo con los chicos entre el pasado y su presente. Además, la repetición no es conocimiento.

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