Héctor Galiano / Zona Crítica
La provincia se asoció en plena pandemia con Bioceres para crear SF 500, un fondo de inversión para emprendedores. Sin embargo, en ámbitos empresariales hay dudas sobre su continuidad y sobre el alcance real que tuvo en dos años. El gobierno entrante tiene en sus manos una herramienta para apuntalar nuevas start up de base científica.
En el mundo de la industria del conocimiento nadie duda de que Bioceres es el main partner del ecosistema SF 500, creado en plena pandemia de COVID en sociedad con el gobierno santafesino, orientado a apuntalar a emprendimientos de base científico-tecnológica.
El proyecto arrancó con una inversión de 27 millones de dólares del gigante de la biotecnología agropecuaria y 3 millones del Gobierno actual. El acuerdo fue anunciado a mitad de 2021, aunque se desconoce la letra chica de la inversión realizada hasta el momento, hecho que motivó el pedido de informes del diputado Marcelo González, presidente de la Comisión de Agricultura de la Cámara de Diputados de nuestra provincia. Pedido aún no respondido por el Poder Ejecutivo provincial.
El CEO, que representa a Bioceres en el SF 500, es Francisco Buchara, ex secretario de Asuntos Estratégicos de la Provincia, quién es muy criticado por no haber abierto más el juego a otros players del negocio y, fundamentalmente, por la incompatibilidad de saltar del cargo que ostentaba en el Estado, a ser el CEO de la parte privada del fondo mencionado, en un indisimulable conflicto de intereses.
Puesto en abstracto, el modelo propuesto por Perotti parece ideal: el Estado, como guía hacia donde deben orientarse las inversiones estratégicas para la provincia, limitándose a ese rol y sólo participando lo justo y necesario como accionista minoritario. Bioceres, como ya se mencionó es el principal actor. No sólo en sociedad con Santa Fe, donde protagonizó de la mano de su CEO Federico Trucco más de un acto formal con Perotti y funcionarios del área de Ciencia y Tecnología.
Bioceres se ha valido de los recursos humanos provistos por el Estado, como ha sido el caso emblemático de la científica Raquel Chan, de doble pertenencia (a la UNL y al CONICET) quien lideró el equipo de científicos que desarrolló la semilla resistente al estrés hídrico. El trigo transgénico tolerante a la sequía. Un negocio que ya tiene varios ceros detrás de cualquier cifra, en dólares, indispensables para la otra sequía que abruma: la falta de la moneda norteamericana para operar en el mercado internacional.
En diciembre del año pasado el gobierno provincial destacó en los medios que “SF500 es un proyecto que surge por iniciativa de Bioceres, la provincia de Santa Fe y diversos actores de la comunidad de innovación santafesina (…) busca potenciar el desarrollo de un ecosistema basado en ciencias de la vida, que genere las condiciones para impulsar equipos emprendedores (…) Este ecosistema dinámico está compuesto por centros tecnológicos estatales, universidades nacionales, inversores, aceleradoras, start ups, organizaciones de apoyo al talento emprendedor, empresas y la presencia de sistemas educativos y científicos”.
La gestión que asumirá el próximo 10 de diciembre debe resolver de qué forma y con qué actores le da continuidad a SF 500. La mirada más extensiva de la territorialidad santafesina sumada al polo de investigación que existe en la zona centro puede generar oportunidades para actores del centro norte.
Uno de ellos es Miguel Peralta, un abogado y dirigente empresario santafesino (cuyo origen es el emblemático y poderoso grupo Malvicino, otrora ícono de nuestro empresariado) que representa al Parque Tecnológico Nacional ante la Aceleradora del Litoral, conocedor del terreno de la Economía del Conocimiento, con enlace en las universidades, principalmente en la UNL.
En su rol de Director Empresario, Peralta es un destacado divulgador de la relevancia de esta temática. Subrayó ante varios medios de prensa que el mencionado ecosistema, con epicentro en el Parque Tecnológico del Litoral Centro, logró llevar del 28 al 41 % el porcentaje de participación en el Producto Bruto exportable de la capital santafesina. Tiene relación con todos los referentes políticos, sindicales y empresariales de la región, y una agenda nacional que suele sentarlo en la primera fila de eventos de magnitud, en los que oficia, en los hechos, como vocero y difusor del potencial de esta amalgama que reúne exitosamente a la ciencia con el emprendedurismo, y cuyo resultado es la producción con valor agregado exportable al mundo.
El otro desafío que tendrá Pullaro y su equipo de Producción y Tecnología será el de abrir el juego a otros actores del mercado sin romper el matrimonio que lo une a Bioceres. No es para menos, la empresa que cotiza en la Bolsa de Nueva York tuvo utilidades en 2019 por 20, 3 millones de dólares. El grupo exporta a todo el mundo, principalmente en Latinoamérica, donde hizo pata ancha con la revolución del HB4, el trigo resistente a la sequía.
Un funcionario con firma fuerte en el área de Economía de la Casa Gris destaca: “el que se sienta con Trucco (por el CEO del grupo) no puede ser un chambón, mucho menos un político improvisado. Ellos suelen olfatear a la distancia a quien no es del palo. Eso puede generar una pérdida de tiempo que se traducen en millones de dólares”.
Hay otra problemática en puerta en SF 500 que aún no se ha transformado en un problema: la participación en el ecosistema del gigante de las finanzas, el grupo Eskenazi.
Otro tema que está siendo evaluado en el mundo de las universidades y del empresariado está focalizado en el “huracán Milei”, que promete arrasar con el CONICET, entre otros cortes presupuestarios. La semana pasada el diario Ámbito Financiero detalló que “de acuerdo al SCImago Institutions Ranking 2023 el CONICET se ubica en el puesto 22 dentro de la categoría de organismos gubernamentales. Seis escalones por debajo aparece la National Aeronautics and Space Administration (NASA). El primero cuenta con un presupuesto de $111.707 millones (u$s304 millones al dólar oficial) mientras que el fondeo estatal de la destacada agencia estadounidense alcanzó los u$s23.200 millones en 2021”.
“Hoy tenemos 56 Empresas de Base Tecnológica creadas. La mitad se fundaron entre el 2020 y el 2022”, cuenta Sergio Romano, gerente de Vinculación Tecnológica del organismo, y afirma que el surgimiento de las EBTs es parte de “un proceso que viene creciendo en función del tiempo que llevan los desarrollos”. Las empresas fueron fundadas por investigadores y emprendedores a partir de patentes del organismo.