El Ciudadano cumple 26 años, cada uno de ellos difíciles, peleando día a día un lugar en el enorme universo de medios con ganas y con fuerza, en condiciones desiguales, pero con la certeza de que es un medio necesario sobre todo en momentos como éste, en contextos adversos para un diario cooperativo. Ya suman 7 años sin patrones donde campeamos una pandemia sin plata pero con fe en el futuro. En esos años, imaginamos y aprendimos de los errores, pero también nos fuimos aggiornando a esa nueva manera de hacer periodismo.
Los lectores fueron audiencias que hablan a través de las redes y esas audiencias se fueron ampliando a partir de nuevos formatos que les fuimos proponiendo y nuevos contenidos. Pero sin dejar de lado esa agenda diferente que es la esencia del diario y que en días como estos se mantiene más vigente que nunca. El trabajador y la trabajadora, los feminismos, la ampliación de derechos, el deporte local y la necesidad de acompañar con nuestro medio a todos aquellos que viven momentos difíciles.
Todos los días pensamos nuevos proyectos que se van realizando. Nos capacitamos, damos talleres, aprendemos de los más jóvenes y de los más viejos, sin abandonar la agenda que cada día coronamos con una tapa. Este año, cuando el papel dejó de ser nuestro aliado porque no pudimos sostenerlo, debatimos sobre la necesidad de una tapa web, porque siempre creímos que era un sello propio y que a su vez representa una especie de editorial sobre lo que a nuestro criterio es lo más importante que ocurrió en el día. Son tapas que viajaron por las redes a distintos países, que trajeron grandes halagos y también a un ejército de trolls que manifiestan con ferocidad si descontento por nuestra línea editorial.
En momentos complejos como estos seguimos apostando. Con proyectos transmedia, streamings, apostando día a día a ampliar nuestra audiencia y albergar a aquellos que no tienen un medio para alzar su voz y ser escuchados.