Un fiscal solicitó que Waldo Servian Riquelme, el denominado «descuartizador de la amoladora», sea sometido a juicio oral acusado de haber asesinado y seccionado en 25 partes a su mujer hace un año en el Barrio 31 de Retiro, y en la acusación recalcó que se trató de un femicidio en el que el imputado desplegó un «plan criminal» y evidenció un «odio y total menosprecio» por su concubina, informaron este sábado fuentes judiciales.
El pedido fue formulado por el fiscal Andrés Madrea ante el juez de la causa, Hugo Decaria, quien ya clausuró la instrucción del expediente y lo elevó a juicio oral.
El debate de lo que fue uno de los crímenes más aberrantes de 2019 recayó por sorteo en el Tribunal Oral en lo Criminal (TOC) 14, que ahora deberá fijar fechas para las audiencias.
En su requerimiento de elevación a juicio -al que tuvo acceso Télam-, el fiscal Madrea pidió que Servian Riquelme (33) vaya a juicio por el «homicidio doblemente agravado por el vínculo y por mediar violencia de género» de su pareja Mirtha Liliana González Ayala (37).
Al abordar la perspectiva de género, Madrea señaló que el imputado tuvo con su concubina «un especial ahínco por su condición de mujer».
«El aquí acusado la mató, la descuartizó, la afeó, la desechó en una cloaca pretendiendo eliminar hasta la mas mínima imagen femenina», recalca el fiscal en su dictamen.
El hecho ocurrió entre el 15 -último día en que fue vista por testigos- y el 16 de marzo de 2019 en la vivienda que ambos compartían, situada entre las casas 108 y 112 de la Manzana 110 del Barrio San Martín, de la Villa 31 bis de la Capital Federal.
Madrea afirma que Servian Riquelme planificó dejar a sus hijos al cuidado de su familia la tarde previa al crimen para «estar a solas con la víctima antes, durante y después de darle muerte».
Como posible móvil, el fiscal menciona que la relación entre Waldo y Liliana, ambos de nacionalidad paraguaya, estaba terminada y que mantenían una disputa por la venta de la casa, algo que el imputado pretendía y a lo que la víctima se negaba.
En su requerimiento, el fiscal dio detalles de la macabra escena del crimen con la que se encontró la Policía de la Ciudad el 17 de marzo del año pasado.
Una olla con «restos humanos seccionados que habían sido sometidos a proceso de cocción», un horno eléctrico y un cuchillo de cocina con rastros de sangre, la «amoladora angular» con sus discos de cortes dentro de un balde -herramienta utilizada para despedazar el cadáver-, son algunos de los elementos que fueron hallados en la cocina.
Según la hipótesis de Madrea, el baño fue el lugar elegido por Servian Riquelme para «llevar a cabo su plan criminal» mientras González se duchaba y el sitio donde luego descuartizó el cadáver durante un lapso «de dos a tres horas», según la estimación de los peritos.
Para ello, dice el fiscal, Servian Riquelme se tomó incluso el trabajo de desmontar el inodoro y el vanitory, que fueron hallados en una habitación contigua con sus huellas dactilares.
«En el interior de la bañera -relata el fiscal-, se hallaron partes de un cuerpo humano descuartizado», entre ellos la cabeza de González que estaba «rapada con signos de ahumamiento en cuero cabelludo» y con las orejas amputadas.
También en la planta alta de la vivienda, que estaba en refacción, se hallaron «restos humanos parcialmente cocidos diseminados en el suelo y dentro de un balde, cerca del cual había un perro color marrón de tamaño mediano», describe Madrea.
El fiscal enuncia que «la autopsia concluyó que como producto del descuartizamiento se contabilizaron 25 fragmentos corporales individualizados».
Los forenses pudieron concluir que González presentaba un golpe en el rostro, que tenía en su mano izquierda tres cortes que catalogaron como «lesiones defensivas» y que la probable causa de su muerte fueron dos puñaladas que la víctima presentaba en la «región submentoneana».
«El descuartizamiento, rapado, extracción de los pabellones auriculares, cocción y entrega de los restos (…) no solo dan cuenta de la aparente intención de deshacerse de todo ello en pos de su impunidad, sino que ponen de destaco el odio y total menosprecio de quien fuera su concubina, con una destacada y singular pero calculada y sádica manifestación de ira», opinó el fiscal.
El acusado logró permanecer 50 días fugitivo desde que horas después del crimen huyó en micro a Misiones y de allí cruzó a Paraguay, su país natal, donde finalmente se entregó el 31 de octubre, fue extraditado a nuestro país y ahora está preso en el penal de Ezeiza.
Al ser indagado, negó la imputación y sólo dijo que se entregó por sus hijos y su familia.