Edición Impresa

El detector de ideas y los políticos

Por: Carlos Duclos

A poco de ir leyendo la noticia respecto de que el jefe de Gobierno porteño, Mauricio Macri, impulsó la idea de que no se permita a los motociclistas ingresar al microcentro con acompañantes en determinado horario (lo mismo que ha propuesto el concejal de nuestra ciudad Jorge Boasso), se me ocurrió pensar, sin que ello tenga que ver estrictamente con los proyectos en cuestión, ¿a qué responden las ideas de los gobernantes?

Y a medida que me formulé la pregunta, imaginé un detector de ideas y pensamientos puesto en la cabeza de los políticos argentinos. Imaginé, además, un científico o técnico a cargo del maravilloso aparato haciendo esta pregunta, apenas una: ¿La idea del proyecto presentado por usted tiene que ver con el interés por el ser humano, el amor a la persona y a la sociedad o es un acto de demagogia por amor al voto y a la permanencia en la función? No me arriesgo a una respuesta contundente pero creo que el aparato estallaría junto con el operador.

Tengo un gran respeto por el concejal Boasso. Ha trabajado, y lo sigue haciendo, en la presentación de numerosos proyectos de provecho para la sociedad. Por eso me inclino a excluirlo de la lista de los candidatos a pasar por el detector de ideas. No sé, tampoco, si Macri le  copió el proyecto, pero  sí creo que no es una idea que vaya a solucionar el problema de los robos que se cometen utilizando motos. En mi opinión, esto de prohibir acompañantes es una discriminación que se hace a los propietarios de estos vehículos y, en todo caso, un parche que poco y nada aportará a la solución del problema que se busca remediar.

Los gobernantes argentinos (copiones y demagogos) están siempre a la orden del día para presentar propuestas luego de que la sangre llega al río. Por lo general son medidas que van acompañadas de bombos y platillos, de contenidos que solucionan para siempre los problemas de la gente un poco, por no decir nada.

El problema de la inseguridad, que no es ninguna sensación como quieren disfrazar algunos el flagelo, no se soluciona con parches. Se termina con medidas contundentes. Es cierto que no será tan fácil en este país aplicar el régimen de “Tolerancia Cero”, que buenos resultados le dio al ex alcalde de Nueva York Rudolf Giuliani. Aquí es más dificultoso arribar a la solución porque éste no es un país del primer mundo sino una sociedad marginada en donde la pobreza abunda, el desempleo arrecia, la cultura y la educación se han caído al piso y se resbalan hacia las alcantarillas y el paco y otras drogas causan estragos en los jóvenes y sus familias. ¿Que en Norteamérica también hay consumo? Claro, por supuesto, pero comparativamente menos que aquí, y además con la circunstancia de que la mayoría no debe robar para comprarla. La realidad argentina es otra, es la de “pobres y adictos, pobres y hambrientos, pobres y sometidos a la quemazón cerebral por la no cultura y la ingesta de toxinas”.

¿Cómo se bajan los índices delictivos? Con más empleo, con más educación y con el castigo que merece aquél que no quiera vivir conforme a normas básicas de convivencia y haga un infierno la vida de los otros. Sin embargo estas cosas no ocurren y por eso los parches históricos que todos conocemos. De tal modo, si hubiera una máquina de detección de origen y propósito de las ideas ésta saltaría por los aires. Junto con el operador.

Comentarios

10