La noche se hizo día en el festejo de Atalaya y el día se usó para reponer energía. Sería una frase hecha decir que no es algo habitual salir campeón, pero en el caso del Azul también sería una mentira. Lo cierto es que para descomprimir y hacer un quiebre entre Superliga y Federal, los muchachos se tomaron el miércoles libre, aunque rompieron el descanso para la producción de fotos de El Hincha en el habitual “día después del campeón”.
Cacu Maruelli es el que arrea a la manada y espera hasta el último de sus compañeros disponibles (Villa está en Estados Unidos) para posar para las fotos. Los últimos en llegar son los hermanos Yanson, los que más cerca viven, mientras Facundo Desideri reparte remeras de Atalaya campeón para aquellos que fueron despojados de toda su indumentaria en la invasión del martes previa a la vuelta olímpica. Gorras, remeras, camisetas, todo sirve mientras sea de Atalaya, aunque tampoco hace falta porque el marco es el Alberto Ornati, heredero de los ecos gloriosos que sin embargo últimamente se dieron en terreno neutral.
Al trofeo hay que tratarlo con cuidado, la noche lo dejó algo enclenque y por eso es el primero en acomodarse con pulcritud en el traslado. Del centro de cancha a la tribuna, de la tribuna al fondo de cancha, tampoco se puede inventar nada nuevo, porque la excusa es reflejar la alegría de un grupo que se quedó charlando, y metiendo presión a la dirigencia para que se haga cargo de la cena. ¿Para qué esperar al festejo oficial?
Mientras un par de entusiastas del lanzamiento de tres puntos aprovechan que la cancha no será ocupada por la primera, algunos de los campeones dejaron sus impresiones sobre lo logrado y el inmediato compromiso del sábado por el Federal ante 9 de Julio.
“Para nosotros era muy importante lograr el título, por el club y por la gente. Estamos muy contentos y es un gran empujón para seguir con el Federal hasta fin de año”, cuenta Lautaro Suárez, hombre clave si lo hay de este equipo desde la conducción.
“En los tres partidos marcamos la diferencia en el inicio con la defensa en toda la cancha. Nuestro principal objetivo era ese, defender y que después el ataque salga solo. Por suerte se dio así”, resume el Cabezón un cuadrangular en el que no dejaron dudas.
Y a la hora de mencionar el por qué de este equipo que no para de ganar, él lo tiene bastante claro: “La unión que tenemos es fundamental, somos amigos y hay un compromiso muy grande para entrenar, para apoyarnos, para levantar al que esté mal. Después de tanto tiempo creo que es lo que nos lleva a estar siempre en la pelea”.
El balance del equipo es Santiago Orellano. Trabajador silencioso pero efectivo, obrero desde el trajín pero también arquitecto desde la visión de juego en cada una de las victorias del equipo. Y él también está feliz: “Es una gran alegría. Es algo hermoso para la gente sobre todo por cómo se vive el básquet en este club. Estuvimos en otro nivel en este cuadrangular porque salimos más decididos que en otras ocasiones. La defensa fue implacable desde el minuto cero, con mucha intensidad y con muchas ganas de salir campeones”.
Y aunque quiere exprimir al máximo el miércoles de descanso, sabe que se viene otra tarea importante en el corto plazo. “No hay mucho tiempo para festejar. El día libre fue más que merecido el día pero es sólo por hoy porque ya se empieza a entrenar de cara al partido del sábado para el Federal”.
Por su parte, el entrerriano Federico Pérez retornó al club tras un paso por Talleres de Villa Gobernador Gálvez y se reencontró con el éxito: “Se extrañaba este tipo de festejos. Estamos muy contentos por la gente que estuvo con nosotros siempre”. Y le puso casete de humildad al gran momento individual que atraviesa de cara al gol: “Aporto lo que necesita el equipo y pasa todo por la confianza que me dan mis compañeros y el entrenador. Estoy para sumar al igual que todos. Atalaya juega en equipo y uno siempre trata de aportar su granito de arena”.
“Arrancamos más o menos en el Federal, pero creo que nos vamos a afianzar, a conocer más cómo jugarles a los equipos cordobeses. Hay que meterle y estar concentrado para lo que viene”, cerró Pérez.
Y claro, el gran ausente y el que se perdió los festejos fue Lisandro Villa, otra pieza vital del plantel que no pudo estar en el partido de cierre pero que lo siguió por streaming desde Nueva York. “Estoy haciendo una materia de la maestría en Estados Unidos y la verdad no podía faltar. Fue muy raro ser parte del equipo y verlo desde lejos, pero me da mucha alegría formar parte de un plantel que ha logrado tanto en este tiempo”.
“Por suerte fue un triunfo que se dio sin sobresaltos, para no ponerme nervioso. Y me perdí el festejo que me contaron que fue fuerte”, lanza al tiempo que solicitó ser incluido en la foto del campeón con photoshop.
De la Sexta a Nueva York, la alegría del Azul se expande. Seguramente el sábado recibirán un recibimiento especial de su gente para extender el festejo.