Hace 90 años, uno de los máximos dirigentes populares de la Revolución Mexicana, Pancho Villa, antiguo bandido rural y brillante estratega militar, había aceptado deponer sus armas ante el gobierno de Álvaro Obregón a cambio de un establecimiento donde pudiera llevar a la práctica sus ideas socialistas. Fueron tal vez su intacto prestigio popular unido a los singulares avances de su exitosa colonia agrícola los que indujeron al asesinato de denominado “Centauro del Norte”, en la plaza del pueblo de Parral, Chihuahua, un día como hoy.
Era una mañana fresca del 20 de julio de 1923 en Hidalgo del Parral. Ese día como cualquier otro, la pequeña ciudad chihuahuense que durante la Colonia fue uno de los centros mineros más importantes de la Nueva España y que en 1912 fue tomada por Pancho Villa durante la Revolución, se mantenía en calma; sin embargo, lo que no sabían sus habitantes ni el mismo Centauro del Norte es que ese día la población norteña sería testigo de un crimen.
Como era, costumbre desde hacía tres años, Pancho Villa viajaba constantemente de Parral a la Hacienda de Canutillo, propiedad que le fue otorgada junto a 50 hombres por el gobierno de la República en 1920 para retirarse de las armas tras el movimiento revolucionario. “Todo el mundo sabía que Villa iba a Parral a visitar a Manuela Casas, una de las 25 esposas reconocidas oficialmente del general”, relata el historiador Jesús Vargas.
Pasadas las 7,45 de la mañana del 20 de julio, Villa salió de la casa de Manuela Casas, subió a su automóvil Dodge Brothers modelo 1922 escoltado por sus hombres, extrañamente decidió ir al volante –cosas que nunca hacia-. Lo que no sabía es que esa decisión acabaría con su vida más pronto de lo que imaginaba.
Salió de Parral hacia Canutillo, tomó la calle Juárez hasta la esquina de Gabino Barreda, donde una zanja obligó a frenar por completo el automóvil. En esa esquina un hombre agitó su sombrero a manera de señal para que un grupo de pistoleros lo emboscará y acabara con su vida”, según lo relata un grupo de historiadores y especialistas en el documental “El asesinato de Villa: La conspiración”, un especial televisivo de Discovery Channel que se estrenará mañana y que busca los motivos y los actores intelectuales del asesinato del héroe revolucionario, que quedaron siempre entre sombras.
Así, a 90 años del hecho, su nombre vuelve a estar en la escena del mundo del espectáculo, algo que nunca le fue ajeno a Pancho Villa.
El revolucionario acostumbraba hacerse acompañar de periodistas y de intelectuales, como el escritor estadounidense John Reed y el propio Martín Luis Guzmán, autor de “La sombra del caudillo”, quien inclusive fungió como su secretario durante un tiempo.
Dio entrevistas constantemente, hizo un contrato con Hollywood como forma de financiar su guerrilla, y para filmar sus batallas incluso sus tropas recibieron uniformes nuevos para rodar algunas escenas con una mejor imagen. En aquellas escenas se mezclaban filmes documentales y de ficción. Algunos especialistas consideran que el caso de Villa se acercaría al de los actuales reality de la televisión.
Uno de los filmes estadounidenses sobre su vida, “Life of General Villa”, de 1914, lo tenía a él mismo como actor protagonista y fue filmada nada menos que por D.W. Griffith, considerado uno de los creadores del lenguaje cinematográfico. Las decenas de filmes sobre Villa se multiplicaron tanto en Estados Unidos como en México, otorgándole un principal lugar entre los íconos del siglo XX.
El héroe de los sublevados
Con el nombre de José Doroteo Arango Arámbula, Francisco Pancho Villa, según una de tantas versiones sobre su vida, había nacido el 4 de julio de 1878 en el modesto caserío de La Coyotada, a cuatro kilómetros del rancho Río Grande y a ocho de San Juan del Río, Estado de Durango.
Campesino pobre, huérfano y con escasa formación, cuando estalló la Revolución de 1910 llevaba varios años fugitivo en las montañas –acusado de matar a uno de los propietarios de la hacienda, quien había violado a su hermana mayor– cuando se unió a Francisco Madero en su lucha contra la dictadura de Porfirio Díaz, y demostró una habilidad innata para la guerra.
Aprovechando su conocimiento del terreno y de los campesinos, formó su propio ejército en el norte de México, con el cual contribuyó al triunfo del movimiento revolucionario.
El accionar revolucionario de Villa se dio durante sus primeros años principalmente en el Estado de Chihuahua, en el norte de México, donde su ideal consistió en frenar el abuso que ejercían los hacendados sobre los campesinos y en derrocar a los grupos establecidos en el poder público.
En 1912 fue encarcelado, al sospechar el general Victoriano Huerta que estaba implicado en la rebelión de Orozco en defensa de las aspiraciones sociales del campesinado, que Madero había postergado. Consiguió escapar a los Estados Unidos y, tras el asesinato de Madero, regresó a México y formó un nuevo ejército revolucionario, la División del Norte (1913).
Con ella apoyó la lucha de Venustiano Carranza y Emiliano Zapata contra Huerta, que se había erigido en dictador. Juntos le derrocaron en 1914; pero después de la victoria de esta segunda revolución, Villa y Zapata se sintieron defraudados por Carranza, y volvieron a tomar las armas, ahora contra él.
Esta vez la suerte militar no estuvo de su parte: Álvaro Obregón derrotó a los villistas y Carranza se consolidó en el poder, logrando el reconocimiento oficial de su gobierno por los Estados Unidos.
En un intento de mostrar que Carranza no controlaba el país y de enemistarle con el presidente norteamericano, Wilson, Pancho Villa atacó con sus tropas el territorio estadounidense de Nuevo México y asesinó a 16 ciudadanos de aquel país (1916). Wilson envió un ejército bajo el mando del general Pershing al norte de México para acabar con Pancho Villa; pero el conocimiento del terreno y la cobertura que le daba la población campesina le permitieron sostenerse durante cuatro años, a medio camino entre la guerrilla y el bandolerismo.
Al caer Carranza en 1920, el nuevo presidente Adolfo de la Huerta le ofreció una amnistía y un rancho en Chihuahua, a cambio de cesar sus actividades y retirarse de la política. Villa aceptó, pero murió tres años después, asesinado, durante la presidencia de Obregón.