A Lionel Messi le cometieron una infracción cuando el reloj marcaba los treinta minutos del primer tiempo. Argentina superaba 1-0 a Estados Unidos en la semifinal de la Copa América Centenario y el número «10» disponía de un tiro libre.
El crack rosarino se tomó su tiempo. Se ató los cordones de los botines, se incorporó, se acomodó el pelo y lanzó una mirada asesina hacia el arco custodiado por Brad Guzan.
Los espectadores del imponente y lujoso estadio NRG de Houston fueron testigos privilegiados de la acción con sus celulares apuntando al campo para registrar el momento. La notable pegada de Messi generó un efecto en la pelota que superó la barrera y se colocó en el ángulo superior izquierdo a pesar del esfuerzo de Guzan.
El 21 de junio de 2016, Messi celebró con sus compañeros su gol 56 en el seleccionado que lo convirtió en el máximo goleador histórico por encima de otro nombre pesado como Gabriel Batistuta (55).
El resultado finalizó 4-0 para el equipo entonces dirigido por Gerardo Martino con los goles de Ezequiel Lavezzi (sufrió una luxación de codo luego) y Gonzalo Higuaín en dos ocasiones. Argentina se clasificó a una nueva final, la segunda consecutiva, pero Messi y su gol fueron la gran noticia de la noche en Houston.
A esa altura, Messi ya mostraba otro perfil en el seleccionado. En 2015 asumió toda la responsabilidad de ser el capitán con voz de mando, una característica que se profundizó con el paso de los años y ya emplea con naturalidad en la actual Copa América de Brasil.
Que Lionel haya marcado de tiro libre el gol que lo puso al frente de Batistuta en la tabla histórica de goleadores no fue mera casualidad. Esa vía se convirtió en su sello cuando la perfeccionó luego del consejo de Diego Maradona cuando lo tuvo como entrenador en el seleccionado entre 2008 y 2010.
La historia entre Messi y el seleccionado mayor, un 17 de agosto de 2005, tuvo un comienzo errático cuando en el debut contra Hungría (el mismo rival que le tocó a Maradona en su estreno) el árbitro alemán Markus Merk lo expulsó cuando tan solo llevaba 43 segundos por un manotazo a Vilmos Vanczák.
Al año siguiente, convirtió su primer gol en el amistoso ante Croacia y José Pekerman lo convocó al Mundial de Alemania 2006 cuando tenía 18 años. En ese campeonato marcó ante Serbia y Montenegro en la goleada 6-0, pero su imagen sentado en el banco de los suplentes en la derrota por penales en cuartos de final ante los alemanes dio la vuelta al mundo.
A Messi le costó encontrarse con su mejor en el seleccionado sin importar el nombre del entrenador. La contracara con su paso exitoso y goleador en Barcelona generó algunas críticas de los hinchas con el jugador que tuvo que convivir con la inevitable y odiosa comparación con Maradona y su «poca» identificación con el fútbol argentino por haberse radicado en la ciudad catalana desde pequeño.
El rosarino siempre tuvo en claro su deseo de triunfar en el seleccionado. Ese camino lo construyó a base de goles, a pesar de haber dado ventaja en Sudáfrica 2010 cuando por impericia y escasa fortuna no pudo convertir.
La Copa América 2011 marcó un punto de inflexión con el hincha argentino que bramaba por la versión del Messi del Barcelona de Josep Guardiola. La llegada de Alejandro Sabella marcó un cambio significativo que se patentó cuando le otorgó la cinta de capitán.
Los goles afianzaron esa responsabilidad con grandes actuaciones como el amistoso ante Brasil, en New Jersey, en la victoria 4-3. La Pulga marcó un hat-trick. El último lo concretó a pura velocidad y una definición extraordinaria.
La victoria ante Uruguay en Eliminatorias por 3 a 0 en Mendoza lo amigó definitivamente con el hincha. Esa noche marcó un gol de tiro libre cuando la barrera saltó y sacó un remate bajo que sorprendió a Fernando Muslera.
La Copa del Mundo estuvo a su alcance en Brasil 2014. Messi relució su versión goleadora en la primera fase, pero luego no pudo convertir. Esa fue la primera de las finales perdidas en cadena junto con la Copa América de 2015 y 2016.
El gol ante Estados Unidos fue el último momento feliz porque en la derrota por penales ante Chile, Messi lloró como nunca y firmó su renuncia al seleccionado.
Messi retornó poco después y desde entonces reveló su lado «más argentino», con voz propia. Aumentó el respeto de sus compañeros e intensificó el compromiso. A todo eso le agregó más goles. El crack rosarino ya contabiliza 73 y parece inalcanzable.