Durante 1990, el escritor alemán Günter Grass se dedicó a recorrer las dos mitades de su país que habían permanecido separadas desde el fin de la Segunda Guerra Mundial: de esa experiencia surgió el libro “De Alemania a Alemania”, con apuntes en los que el premio Nobel de Literatura ofrece sus impresiones sobre las consecuencias de la reunificación germana.
Poco más de veinte años después de la caída del Muro de Berlín, el sello Alfaguara decidió publicar esta obra en la que el autor de “El tambor de hojalata” ofrece su testimonio sobre “el gran cambio revolucionario y político” que se produjo en Alemania tras aquel hito producido el 9 de noviembre de 1989.
Grass fue recogiendo a lo largo de sus desplazamientos por territorio alemán distintas impresiones apuntaladas por sus encuentros con políticos y compañeros de ruta que incluyen apuntes y detalles sorprendentes. El escritor, que se valió de unos cuadernos en blanco que su editor le había entregado para que llenara con los primeros borradores de sus textos, desliza en este período su convicción de que una reunificación rápida traería decepciones y desconfianza a largo plazo.
En los diarios, Grass se muestra partidario de un proceso menos invasivo y a su vez más respetuoso con la parte débil de la unificación: “El trato dispensado a los alemanes por los alemanes revela el tono imperativo que se empleará con los polacos”, sostiene en el libro.
“El viaje en tren, solo, en compartimento de primera clase. Las sucias ventanillas, el país gris y dejado de la mano de Dios, sus instalaciones industriales listas para el desguace, los pueblos agazapados, como dejados allí por azar”, desliza a su paso por la disuelta República Democrática Alemana.
La portada del libro está ilustrada con dos saltamontes dibujados por el propio Grass, que seguramente hacen alusión a una frase del actual presidente del Partido Socialdemócrata (SPD), Franz Müntefering, que comparó a cierto tipo de inversores con esos insectos, que llegan a un país como una plaga y, tras arrasar con todo, vuelven a marcharse.
Estos diarios permiten ver de cerca la vida cotidiana de un autor contemporáneo que, consciente del momento histórico, funde su vida diaria con el tiempo histórico arrollador que le toca en suerte, y del que da cuenta a partir de observaciones y reflexiones que ocultan el germen de las historias que contará después.
El 30 de enero de 1990, por ejemplo, Grass se pregunta si será posible hacer frente a “la presunta convicción popular” de que la reunificación debía realizarse lo más pronto posible. “Al menos los políticos de cierto formato deberían saber que aunque una reunificación rápida es accesible, ésta tendría que pagarse con desconfianza y una larga brecha (entre las dos partes de Alemania)”, apunta. Más adelante, el autor de “Años de perro” y “El gato y el ratón” vaticina consecuencias negativas de la unión monetaria entre las dos Alemanias y asegura que los orientales gastarán sus marcos occidentales en viajes al oeste y en productos occidentales, lo que no apoyaría a la entonces castigada economía de la agonizante República Democrática Alemana. “Por el contrario, los bienes producidos aquí se harán imposibles de vender y muchas empresas quebrarán, incluso algunas que de otro modo hubieran podido salvarse”, escribe Grass.
“De Alemania a Alemania” testimonia las vacilaciones de un hombre que si bien comprende que no hay alternativa al derrumbe comunista no puede dejar de tener una mirada desconfiada y crítica hacia un país que, “quién sabe, pueda sentir, un día, de nuevo, la tentación de dominar el mundo”.