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«El disco es una apuesta a latinoamericanizar la música»

El cantautor rosarino Ismael Torres recorrerá los temas de "Vivo en Cuba", su material, grabado en La Habana, en un concierto que brindará el sábado en Distrito 7.

“Este disco intenta ser un puente más de tantos que ya se han tendido entre el arte y el amor de dos países hermanos”. Con esas palabras, el cantautor rosarino Ismael Torres encabeza los agradecimientos en Vivo en Cuba, su último material, en el que el artista reunió un conjunto de canciones propias y ajenas para ser grabadas en vivo en el Centro Pablo de la Torriente Brau (Cuba) junto con músicos invitados de aquel país.
Convocados por los directivos del referido centro cultural para formar parte del ciclo A guitarra limpia, el músico y su banda viajaron a La Habana, donde realizaron una serie de conciertos en los que registraron las canciones que formarían parte de su nuevo álbum. “El proyecto surgió en junio de 2013, cuando presentamos el disco anterior, En movimiento. Para esa época recibimos la invitación formal del Centro Pablo de la Torriente Brau porque en ese momento María Santucho, la coordinadora, y Víctor Casaus, el director, estaban en Argentina y vinieron al concierto. Nos invitaron para hacer una gira el año siguiente por toda la isla y grabar el disco en vivo, en el marco del ciclo A guitarra limpia, que inauguró Santiago Feliú y siguió Silvio Rodríguez. Ya que íbamos a grabar un disco para el que faltaba un año, decidimos componer canciones nuevas y hacer algo que no es muy común: grabar canciones inéditas en un disco en vivo. Si bien también hay temas de otros autores y algunos viejos míos, la idea fue poder estrenar canciones y que fuera un disco totalmente nuevo”, describió Ismael Torres acerca del material que presentará mañana, a las 22, sobre el escenario de Distrito Siete (Lagos y Córdoba), en un espectáculo que contará con la presencia de músicos invitados.
En una experiencia que el creador calificó como “de aprendizaje”, los músicos tuvieron la oportunidad de intercambiar ritmos y sonidos de ambos países, acompañados por un público entusiasta y predispuesto a la escucha. “La sensación fue de llegar a una tierra donde todos éramos familiares, sentirse bien recibido en todos lados, desde lo humano y lo artístico; sentir el respeto de la gente por escuchar las canciones y la predisposición para escuchar música de otro país hacía que uno pusiera lo mejor de sí para contar esas historias o canciones que tenía para llevar”, manifestó Torres.
Ese encuentro entre culturas se reflejó en el disco a través de temas cantados a dúo o trío con artistas cubanos, en un repertorio de composiciones cuya selección fue producto de una ardua búsqueda colectiva. “Ya que nosotros representamos a la música rosarina, el enfoque fue estrenar canciones pero también buscar el repertorio rosarino de artistas que quizás no son muy conocidos. Hay canciones de Adrián Abonizio, Edgardo Antuña, Adrián Monzón; autores de la ciudad con los cuales yo comparto su forma de concebir la composición. También quisimos invitar a artitas cubanos a poder hacer esa mixtura, con los que interpretamos una canción propia, a la vez que buscamos un modo rosarino de interpretar una canción cubana. En ese sentido, hay canciones de Silvio Rodríguez, Augusto Blanca, Leonardo García Rodríguez; compositores cubanos que parecieran no tener relación con la música argentina pero, a partir de este trabajo, nos dimos cuenta que hay muchísimo en común entre la Trova Rosarina, la Cubana y el movimiento de rock que hay en Cuba, donde se escucha a Charly García, Fito Páez o (Juan Carlos) Baglietto. Esa conexión entre la música hizo que en el disco haya una unidad de criterio ya que, si bien hay muchos autores, pareciera que todas las canciones fueran de un solo autor”, señaló Torres, quien en relación con la búsqueda melódica del material advirtió: “El hecho de grabarlo en vivo nos obligó a que, con los mismos integrantes y los mismos instrumentos, podamos lograr climas diferentes. Hoy la tecnología propicia tener un montón de sonidos al alcance de la mano y, de repente, construir un disco con dos guitarras, un bajo, una percusión y una batería, y recorrer 15 canciones de esa manera, te obliga a profundizar las herramientas que uno tiene. En ese sentido, estuvo bueno el desafío”.
A lo largo de las canciones, el álbum pretende construir un puente que conecte la cultura musical de Latinoamérica, concepto que atraviesa la experiencia en su totalidad. “Lo que en un primer momento empezó siendo una cuestión entre Cuba y Argentina cambió al ir conociendo otros países, como por ejemplo México, donde me di cuenta que ese puente tiene más que ver con una cuestión latinoamericana. Me parece que Latinoamérica está encontrando un rumbo y un sonido propio, y creo que eso es lo maravilloso de la música, que de alguna manera iguala a muchos artistas de toda la región. Todas estas miradas que se están poniendo en Latinoamérica son una esperanza respecto de la crisis humanitaria y de civilización que tenemos. Desde lo musical, el sonido latinoamericano y el arte de la región tienen mucho para aportar, por eso este disco es una apuesta a latinoamericanizar la música y a que estos intercambios sean cada vez más fluidos entre todos los países. Los artistas tenemos la misión de poder seguir acercando esos puentes y que sean cada vez más continuos”, reflexionó el músico, quien reafirmó la existencia de una identidad latinoamericana: “Hay una raíz común muy grande en la música. Gracias a nuevos cantautores, y a una nueva búsqueda en tiempos globalizados, conocí a muchos compositores que están intentando encontrar un sonido propio de su región y de su tierra, adaptándolo a los tiempos de hoy. Me parece que ahí es donde está la clave: encontrar la historia en común pero adecuada a los tiempos que corren en Latinoamérica”.
Dedicado a Luis Alberto Spinetta y Santiago Feliú, dos grandes referentes musicales de Torres, Vivo en Cuba descubre sobre el lado adverso de la presentación una cita de Silvia Mancini: “Abrirse espacio al ejercicio del arte significa entonces reivindicar y defender una concepción del hombre como sujeto activo, que sabe sin cesar extraerse del mundo para mirarlo y hacer de ello otra cosa”. En esa sintonía se halla la concepción de arte que Torres profesa, al concebirlo como una herramienta capaz de propiciar un cambio. “Considero el arte como la herramienta para poder agregar una mirada y una transformación al mundo en el que vivimos, que es distinta a otra: me parece que esa es su esencia fundamental”, concluyó el cantautor.

Políticas culturales

Fundado en 1996, el Centro Cultural Pablo de la Torriente Brau funciona como un espacio destinado a rescatar e incentivar la memoria colectiva de la nación cubana. A partir de esta experiencia y como miembro del Centro Cultural Distrito Siete, Torres reflexionó acerca del rol del Estado: “En Rosario trabajar como espacio cultural es muy difícil; hay muy pocos mecanismos de apoyo y la gestión municipal ha ido decayendo con la cantidad de clausuras y la concepción errónea de tratar a un centro cultural como un negocio. En un contexto en el que se avanzó en cuanto a la ley de la Música, organizaciones de músicos independientes, espacios culturales autogestionados, esa realidad a nivel municipal termina dejando un saldo negativo cuando la escena y los artistas están creciendo cada vez más. Desde los organismos gubernamentales se debería allanar el camino a gente que quiera hacer cultura y el Estado debería funcionar como un garante de las políticas públicas y la cultura”.

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