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El doctor Crippen, primer asesino y femicida precursor capturado con la ayuda del telégrafo

Se cumple un nuevo aniversario del crimen perpetrado por un un médico que en 1910 descuartizó a su mujer y ocultó sus restos bajo el suelo del sótano de su casa en Londres. Fue atrapado gracias al capitán del barco en que viajaba con identidad falsa junto a su amante, quien alertó a la policía

Comenzaba el siglo XX cuando el médico y dentista estadounidense Hawley Harvey Crippen viajó a Londres en un vapor inglés tras recibir una oferta de una empresa farmacéutica interesada en sus preparados homeopáticos con los que había tratado una serie de enfermedades crónicas a las que la medicina tradicional no les encontraba la vuelta. El doctor Crippen no tuvo mucho que pensar puesto que el ofrecimiento implicaba una casa en la capital inglesa, un suculento sueldo y viáticos mientras entrenaba a otros colegas en el preparado de sus medicinas.

Crippen era de contextura pequeña y utilizaba gafas con considerable aumento. Los que lo conocieron decían que se trataba de un hombre tranquilo, cortés, con brillos de inteligencia y que era muy social.

El doctor Crippen estaba casado con Charlotte “Cora” Bell, una artista de variedades. Era una mujer atractiva para los estándares de la época que aspiraba a convertirse en una estrella y su fuerte personalidad había dejado sin argumentos a Crippen, que dejó de insistir para que ella dejara esa actividad y pronto se adaptó a que su mujer volviera tarde por las noches.

La posibilidad de actuar en Londres, cuna del music-hall a principios de ese siglo, hizo que el doctor Crippen y su mujer llegaran a Londres dispuestos a iniciar una nueva etapa en sus vidas.

Otra vida y una amante

Crippen trabajó durante un tiempo en un laboratorio y Cora se relacionó con otras artistas de variedades ya que no pocas viajaban a uno y otro lado del Atlántico y en el circuito en el que se movían se habían familiarizado.

Pronto pudo actuar en un par de obras menores pero al mismo tiempo tuvo ofrecimientos para otras más ambiciosas. Al tiempo el médico alquiló un consultorio para atender por su cuenta. Luego de los primeros años en Londres, el matrimonio decidió tener una vida más independiente aunque continuasen viviendo bajo el mismo techo.

El doctor Crippen contrató una secretaria llamada Ethel Le Neve, que aunque no parecía ser muy diestra puso mucha disposición y era muy atractiva, lo que haría lucir mejor la recepción de su consultorio. Se supo después, Ethel se convirtió en la amante de Crippen y como este no debía rendir cuentas ante Cora si faltaba una noche de su hogar, esos encuentros pasaron de esporádicos a frecuentes.

Un hallazgo macabro

Cuando se cumplió la década de estadía en Londres y Crippen llevaba cuatro años de relación con su secretaria, Cora desapareció de los lugares donde solía vérsela y dejó de asistir a los ensayos de Sueño de una noche de verano, que se representaría en el West End londinense.

Era el momento que Cora había esperado toda su vida y aunque no tuviese el papel principal en la obra de Shakespeare, su rol estaba entre los más relevantes. Cuando lo consultaron, Crippen dio dos versiones sobre la ausencia de su mujer. A algunos les dijo que había vuelto a Estados Unidos por asunto de una herencia y a otros les explicó que había huido con un amante.

Pero hubo una situación que fue detonante para poner en evidencia que tal vez las cosas no fueran como las contaba Crippen: el hecho que Ethel se mudara a la casa del médico hizo sospechar a algunos de los amigos más íntimos de Cora. Las sospechas se acrecentaron ya que todo el mundo ignoraba la relación de la secretaria y el médico y a los pocos días un par de sus amigas fueron a la policía y contaron lo que pensaban.

El caso le fue asignado al inspector Walter Dew, de Scotland Yard y Crippen fue citado a declarar acerca del paradero de su esposa. Esto parece haber agarrado por sorpresa a Crippen y en la suerte de interrogatorio al que fue sometido incurrió en contradicciones que alertaron al inspector.

Cuando fue citado por segunda vez, el 28 de enero de 1910, Crippen no dio señales y Dew pidió una orden de registro de la vivienda y se presentó en la casa. Pero el médico ya no estaba allí, ni tampoco su amante y el inspector decidió dar vuelta la casa porque temía lo peor.

No fue hasta que bajaron al sótano que un olor algo nauseabundo flotaba en su interior. Nada aparecía fuera de lo normal pero el olor persistía y Dew hizo cavar el suelo del sótano hasta dar con un bolsón que en su interior guardaba algo perturbador.

“De acuerdo con las pruebas que se encontraron en la época, la única hipótesis posible es que él la envenenó, cortó el cuerpo en pedazos, le quitó todos los huesos y enterró los órganos y pedazos de carne del abdomen en el suelo del sótano de su casa”, contó Cassie Watson Brookes, historiadora de medicina forense de la Universidad de Oxford.

Una pesquisa telegráfica

Pero a la hora del macabro hallazgo, la pareja fugitiva se había embarcado con destino a Canadá. Crippen y Ethel tomaron precauciones y viajaron disfrazados y bajo nombres falsos. Crippen se quitó sus anteojos y se hacía llamar Mr. Robinson. Le Neve, por su parte, se disfrazó de jovencito para hacerse pasar por su hijo.

Sin embargo, en el barco levantaron sospechas: para ser padre e hijo, se comportaban de manera extraña. Y, sobre todo, no contaban con las habilidades detectivescas que demostró tener el capitán del barco, Henry George Kendall, quien en declaraciones posteriores dijo: “Vi a dos hombres que iban de la mano. Me acerqué y hablé con el hombre mayor. Me di cuenta de que en la nariz tenía la marca que dejan las gafas si se usan permanentemente y no veía muy bien”, explicó.

En su cabina Kendall buscó en algunos diarios la descripción que se hacía de Crippen, que ya era buscado por policías de varios países europeos y encontró rasgos similares a los de Mr. Robinson. “Él era muy educado, tenía muy buenas maneras. Pero mis sospechas se acrecentaron”, diría Kendall más tarde.

El azar quiso que el barco de Kendall dispusiese de un telégrafo, ya que en esa época, 1910, pocos estaban equipados con ese sistema. Con sus sospechas a cuestas, el capitán Kendall mandó un mensaje en código Morse a la policía londinense. Al enterarse del mensaje, el inspector Dew se embarcó en una nave más rápida para interceptar el barco en el que viajaba Crippen.

Dew subió a bordo y Crippen fue llamado a la cabina del capitán. Cuando Kendall lo presentó, el inspector Dew lo saludó llamándolo por su verdadero nombre y diciéndole que tenía algunas preguntas para hacerle.

El juicio más famoso

Aunque se declaró inocente Crippen estaba en una situación muy complicada. ¿Quién más hubiese podido matar a alguien y enterrar los restos en el sótano de su casa? La ciencia forense fue determinante para resolver el caso.

Watson Brookes explicó: “Se necesitaban pruebas para relacionar los restos del sótano con Cora. Supusieron que eran restos de una mujer porque encontraron cabellos largos. Y concluyeron que era Cora porque un trozo de carne del abdomen tenía una cicatriz que correspondía a una histerectomía a la que se había sometido”.

Crippen fue hallado culpable y sentenciado a muerte. En cambio, Ethel Le Neve fue absuelta. En noviembre de 1910 Crippen fue ahorcado en la prisión de Pentonville.

“Fue el juicio por asesinato más famoso durante 40 o 50 años. Eso se debe a la manera en que se dejó el cuerpo, a la ciencia forense que se utilizó y a la importancia del telégrafo para capturarlos. Un femicida casi un siglo antes que existiera la palabra”, explicó Watson Brookes.

 

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