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El dolor y la bronca de familiares: “Mandan una mierda a navegar”

Los familiares de la tripulación recibieron con dolor y furia la confirmación de la explosión el mismo día de la desaparición del submarino ARA San Juan. Itatí Leguizamón, esposa del submarinista y cabo 1º Germán Suárez, de 29 años y nacido en la ciudad de Santa Fe, fue crítica con las autoridades de la Armada.

 

Familiares de los submarinistas alojados en la base naval de Mar del Plata recibieron con dolor y furia la confirmación de que hubo una explosión el miércoles 15 registrada en la zona donde se reportó por última vez el submarino ARA San Juan.

Pocos minutos antes de la conferencia del capitán Enrique Balbi en la ciudad de Buenos Aires, los familiares habían sido informados de la noticia y algunos de ellos se retiraron de la base entre lágrimas e insultos a las autoridades.

La más dura fue Itatí Leguizamón, esposa del submarinista y Cabo Primero Germán Suárez, de 29 años y nacido en la ciudad de Santa Fe. “Son perversos, ¿tenían la información y recién ahora lo dicen?”. Y agregó: “Me siento engañada. Son unos perversos que nos manipularon. No pudieron terminar de leer el informe porque la gente se puso agresiva. Mandaron una mierda a navegar. En 2014 tuvieron inconveniente y no pudieron emerger”, expresó la mujer.

“Tuvieron inconvenientes en el 2014, no pudieron emerger. Emergieron y obviamente no trascendió”, dijo la esposa del submarinista y añadió: “No me importa, ya no está… que se sepa todo”.

El padre de Damián Tagliapietra dijo que el jefe de su hijo le confirmó que el miércoles de la semana pasada se registró una explosión en la zona en la que se produjo la última comunicación de la nave, y también le informó que “están todos muertos”.

“No puedo hablar mucho. Me llamaron hace quince minutos para decirme que explotó”, dijo entre lágrimas Luis Tagliapietra en declaraciones radiales.

Al ser consultado sobre si los tripulantes sobrevivieron, sentenció: “El jefe de mi hijo me confirmó que están todos muertos porque la explosión fue entre los 200 y mil metros de profundidad hace una semana, ocho días”.

Y agregó: “Es básico, no hay mucha vuelta para darle. No hay ser humano que sobreviva a eso”.

La esposa del cabo principal Felipe Gabriel Santilli pidió que no “dejen solos” a los familiares de los marinos desaparecidos y que se haga justicia. “No nos dejen solos, porque después de esto no se sabe qué va a pasar. Al principio todos nos ayudan y luego nos quedamos solos”, expresó Jessica Gopar entre lágrimas, al retirarse del predio naval.

La mujer señaló que “se tiene que hacer justicia”, y aunque aseguró que “es muy pronto” para pensar en reclamos, no se conformará con “una placa que diga «Los héroes del San Juan»“. “El primer día que acabo de ir a la base me acabo de enterar que me quedé viuda con un hijo de 11 meses”, señaló, mientras sostenía un pequeño afiche preparado para Santilli, cabo principal electricista de 35 años que viajaba en el buque.

“No sé si le voy a poder llevar una vela, una flor. No se sabe nada”, se lamentó, y dijo: “Siento orgullo y si me está escuchando, decirle que lo amo”.

Familiares de tripulantes del ARA: «Los sacaron a navegar con alambre»

Por su parte, el padre de unos de los submarinistas junto con su hijo salió a toda velocidad en un auto de la base naval al grito de: “¡Los mataron, mataron a mi hijo!”. “Se roban la plata los jefes, por eso. Son unos hijos de mil puta (sic), mataron a mi hermano porque los sacan con alambre a navegar, yo estuve en la Armada”, dijo el hermano de uno de los navegantes que viajaba en el mismo auto.

En otro de los vehículos que salieron de la base viajaba una mujer que repitió las mismas consignas. “Nos mintieron, nos mintieron”, dijo. A su vez, una ambulancia se retiró de la base con la sirena encendida y otra unidad de emergencias llegó a la base minutos más tarde.

Una decena de familiares se retiraron de la base, sin hacer declaraciones a la prensa, pero con evidentes muestras de dolor y con lágrimas en sus ojos. Mucho de ellos se retiraron escoltados por personal de infantería de Marina.

Algunos eligieron acercarse hasta los carteles colgados en el cerco perimetral de la base, donde hay fotografías de los marinos con su familia. Entre lágrimas y abrazos, pidieron de respeto a la prensa que quisieron tomar sus testimonios.

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