Las esperanzas de encontrar vivos a los 29 mineros desaparecidos hace tres días por una explosión en una mina neozelandesa se desvanecían ayer, pero los rescatistas aseguraban que no bajarán los brazos a pesar de un incendio que retrasaba las operaciones de rescate. Los obreros se encuentran atrapados en un túnel a solo 150 metros de la superficie, pero a 2,5 kilómetros de la boca de la mina.
“No es una operación que se improvise. Vamos por el segundo día. No tenemos ni idea del tiempo que llevará pero seguimos concentrados en el objetivo de sacarlos de ahí”, declaró a periodistas el comandante de la policía, Gary Knowles.
Los responsables de la mina habían anunciado con anterioridad que se estaba produciendo un incendio en la mina y las emanaciones de gas tóxico impedían las operaciones de rescate.
Hasta ayer no se había producido ningún contacto con los mineros desde la explosión ocurrida la tarde del viernes en la mina de carbón de Pike River, situada en una región minera aislada de la costa occidental de la isla sur de Nueva Zelanda.
En conferencia de prensa, Gary Knowles desmintió ayer que los equipos de rescate hayan renunciado a salvar a los mineros y que por eso sigan sin bajar a la mina.
“Me parece realmente repugnante” decir algo así, declaró en un intercambio airado con los periodistas. “Estamos hablando de la vida de personas y me resulta muy molesto que puedan decir algo así. Mi decisión responde a criterios de seguridad y a lo que me dicen los expertos”, añadió.
La mina “es un polvorín”, corroboró el jefe de los equipos de rescate, Trevor Watts.
Según Peter Whittall, director de la mina, las muestras recogidas indican que “tenemos unas emanaciones de calor bajo tierra, eso significa que hay combustión de materiales que está produciendo gases”.
Whittall precisó que el incendio podría ser solo carbón que se consume lentamente, más que grandes llamas, pero está generando monóxido de carbono, un gas muy tóxico.
Según él, las operaciones de rescate prevén hacer un agujero en el pozo para tener una visión más clara de la situación bajo tierra.
Probablemente, los 29 mineros se encuentran atrapados en un túnel a solo 150 metros de la superficie, pero a 2,5 kilómetros de la boca de la mina.
De los mineros, 24 son neozelandeses, dos australianos, dos británicos y uno surafricano. El más joven tiene 17 años y el mayor, 62 años.
Después de la explosión, dos mineros lograron salir y se encontraban hospitalizados con heridas leves.
Las familias de los mineros fueron trasladadas ayer a las instalaciones de la mina, que están cerradas a prensa y público, con el fin de que puedan estar con los equipos de rescate.
El primer ministro neozelandés, John Key, aseguró que se está haciendo todo lo posible para llegar hasta los mineros. “Es un momento difícil, pero estamos determinados a sacarlos con vida”, declaró.
Key indicó que llegaban numerosos mensajes de solidaridad, entre ellos un correo electrónico personal del príncipe Guillermo, segundo en la línea sucesoria del trono de Inglaterra, en el que declara que pensaba en los mineros.
La secretaria norteamericana de Estado, Hillary Clinton, que visitó Nueva Zelanda este mismo mes, ofreció ayuda técnica, en un comunicado difundo por la Embajada de Estados Unidos en Wellington.
La primera ministra australiana, Julia Gillard, aseguró que su Gobierno responderá a toda petición de asistencia y mencionó el salvamento de los mineros en Chile.
“El mundo vio una catástrofe minera este año, y un milagro cuando la gente salió viva”, recordó Gillard.
El 13 de octubre pasado, en Chile, 33 mineros fueron rescatados en una espectacular operación que contó con inmensos medios económicos y técnicos, tras pasar más de dos meses en el fondo de la mina después de una explosión.