Por Daniela Barreiro
Tras formar parte de agrupaciones como Fricción, Los 7 Delfines y de haber acompañado a Gustavo Cerati desde 2006, el guitarrista Richard Coleman emprendió un camino en solitario y editó Siberia Country Club, su primer disco. Con la excusa de presentar este material, el también compositor y cantante se reencontrará con su público local, tras 10 años de su última visita, este viernes, a partir de las 22, en Pugliese (Corrientes 1530).
Según cuenta Coleman, el proceso de producción de Siberia Country Club comenzó a principios de 2009. En ese momento trazó un riguroso plan de composición y trabajó durante cuatro meses, que dieron como resultado una lista de 16 temas. Acompañado por Tweety González y Daniel Castro, entre otros músicos Coleman comenzó esta travesía que se detuvo cuando Cerati lo convocó para formar parte de la gira de Fuerza Natural. Esto dilató la grabación de Siberia Country Club, y obligó a reformular el plan de trabajo, concretando la salida en 2011.
“Este disco es un compendio de mis posibilidades creativas. Hay una situación extrema en «Escarabajo», una canción que empieza sólo con guitarra; hay temas secuenciados como «Veneno» y está «Jamás», que es un rock un poco más complejo. Siento que está bueno que haya podido meter en el disco mucha música”, contó Coleman a El Ciudadano.
—¿Cómo va a ser el show en Rosario?
—Como hace tanto que no voy preferí hacer una presentación enfocada en Siberia Country Club, voy a tocar el disco casi en su totalidad. Además voy a hacer un tema de A Song is a Song, un proyecto paralelo que hice este año de reversiones en inglés y algunos temas de Fricción que estamos haciendo con esta banda.
—Participaste en varias agrupaciones y secundaste a reconocidos músicos. ¿Por qué decidiste embarcarte en una carrera solista?
—Llegó el momento de hacerlo. A lo largo de mi carrera tuve propuestas para comenzar una carrera solista pero nunca me sentí cómodo porque no era algo que salía de mí, de mi necesidad o mis ganas. La última vez que me propusieron hacer algo así fue Tweety González, pero yo estaba en pleno proceso de producción del último disco de 7 Delfines. En 2009 cuando había salido Carnaval de Fantasmas (el disco de 7 Delfines) me relajé y me di cuenta que era el momento de ir para otro lado, probar con otras músicas y salir del formato tan estructurado del cuarteto.
—Mucho se habló del sistema metódico que usaste para la composición de este disco…
—Sí, uno se inventa problemas cuando no los tiene (risas). Tiene que ver con tener el músculo en actividad y estar preparado. No es forzar la inspiración sino acomodar la casa para cuando venga de visita. Me propuse hacer una canción por semana durante cuatro meses para tener al menos 16 canciones entre las que elegir el material del disco y lo hice. Tenía que ser una línea melódica y una estructura armónica que la contuviera; si tenía más letra, menos letra, más instrumentos o menos instrumentos se vería después. La idea era tener una estructura para saber hacia dónde iba dirigido el proyecto.
—Dentro de tus posibilidades creativas como compositor, intérprete e instrumentista, ¿en qué hiciste hincapié?
—Le puse mucho énfasis a la parte vocal, no quería que la voz esté metida entre los instrumentos, entre la banda, sino que se destacara. Es una necesidad que surge después de estar años tratando de que la voz suene como un instrumento (risas). En este disco soy intérprete en general, toqué todo, tengo algunos invitados de lujo para las canciones que realmente necesitaban otro color.
—Los temas son todos de tu autoría menos “Escarabajo”, que fue escrita por Ulises Butrón. ¿Por qué lo agregaste?
—Honestamente tenía ganas de cantar una canción que saliera del estilo en el que prejuiciosamente se me pone. No es un prejuicio en el mal sentido pero se supone que yo canto de una manera y que hago un tipo de música determinado. Entonces tenía ganas de meterme en otra cosa, ganas de cantar una balada despojada, con una guitarra, con un piano y que se entendiera bien al cantante. Pero me di cuenta que como intérprete necesitaba una canción que como compositor no podía hacer. Pensé inmediatamente en Ulises, me gustan mucho sus canciones.
—Es un disco muy orgánico e incluso dijiste que si se escucha un solo tema falta algo. ¿Qué es eso que va uniendo a los temas?
—Lo que tiene de irrefutable el disco es que está compuesto en un mismo lugar y en un período muy corto de tiempo, eso hace que tenga cierta unidad. Se llama Siberia Country Club porque quería que el título fuera referencial al lugar donde vivo, donde fue compuesto el disco. Siberia se le dice a esta parte de Villa Urquiza porque está alejado. De ahí salió el título y lo que lo unificó en un punto. Fue complicado encontrar un orden de canciones que permita que puedan ser escuchadas seguidas y que se entienda el viaje, los diferentes momentos a los que te lleva y que se sienta que todo ese abanico salía de un solo momento y un solo lugar.
Amistad y admiración
A dos años de haber sufrido un fatídico ACV que lo mantiene en coma, los acordes de “Normal” devuelven a Gustavo Cerati a una escena musical que lo echa de menos. “Con Gustavo hemos recorrido caminos en simultáneo muchas veces y muchas otras hemos estado en caminos distintos. Pero siempre tuvimos la seguridad de esta amistad. Siempre digo que uno es amigo de sus amigos porque los admira, le gusta lo que hacen y también los quiere matar. Siempre tuve un gran amor y admiración por su talento y por la amistad que hemos compartido. Siempre he admirado cómo trabaja y el trabajo que le pone a la inspiración, Gustavo siempre ha sido muy apasionado con sus proyectos, incansable. Hasta no lograr el sonido o el arreglo que estaba buscando no paraba. Eso ha sido siempre muy inspirador. En momentos en los que estoy un poco perdido o no sé que hacer, pienso ¿cómo lo haría él?”, contó Coleman.