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El empleo del tiempo

Por: Carlos "Chino" Fernández / Télam

Del toque de campanas en las Iglesias al uso del celular, mucha agua ha pasado bajo el puente cuando pensamos en la estructuración del tiempo en la vida social.

En la época colonial, bajo el reinado de la producción primaria y de una vida más ligada al mundo de la naturaleza, el toque de las campanas expresaba mucho más que el anuncio de alguna práctica religiosa.

De esta manera el toque de las campanas anunciaba un nacimiento, un deceso, informaba acerca de alguna celebración y marcaba las fronteras entre el tiempo de trabajo y el tiempo de descanso. En fin, toda la vida de la población tenía en el toque de las campanas de las iglesias un marco de referencia para su vida diaria.

Con la llegada de la modernidad, especialmente con la aparición de la fábrica, la vida de la población se transformó considerablemente.

El cronómetro acoplado a la producción material no sólo estructuró la generación de bienes o servicios sino que ordenó toda la vida social.

El pito o la sirena de las industrias que marcaban los turnos de trabajo condicionaban también, en cierta manera, el desarrollo de la vida de toda la familia. El cronómetro en las fábricas orientó el recorrido de la línea de montaje, la secuenciación de los oficios detrás de un objetivo en común y trasladó, hacia fuera, un dispositivo de relojería que condicionó las tareas al resto de la familia obrera.

Recreación, descanso, nutrición y educación fueron distribuidas en un tiempo y un espacio predeterminado por el cronómetro de la producción en masa.

Hoy en día en la llamada época posmoderna, en donde la industria ha perdido preponderancia a favor de otras actividades de servicios o comerciales, manejadas tras bambalinas por la valorización financiera y especulativa, tanto el golpe de campana como el tiempo industrial han quedado subsumidos por el tronar silencioso de la digitalización de la vida humana.

Nuevas tecnologías de la información y de las comunicaciones hacen más imperceptibles los ritmos de trabajo y las fronteras con otras actividades de la vida cotidiana.

El proceso de enseñanza y aprendizaje se despliega en ámbitos no escolares, se labora en ámbitos familiares. Se confunden las fronteras entre el espacio de trabajo con el de la recreación de vida familiar. El espacio de la enseñanza con el espacio productivo.

El tiempo es discontinuo en la búsqueda de la valorización de riqueza producida por el hombre y la des-territorialización del espacio se hace presente desde la división política entre diferentes jurisdicciones, hasta en los límites fronterizos entre los diferentes países.

¿Qué rige hoy día el empleo del tiempo?

No existe un sustituto a las campanas en la sociedad colonial o al cronómetro en la era industrial. Esta era de las finanzas se caracteriza por la desaparición de las fronteras establecidas por la hegemonía del capital industrial. El transcurso del tiempo ya no es secuencial, ni el espacio un territorio con sus límites definidos.

La tecnología de la digitalización aplicada a la valorización financiera amplía la distancia entre la vida humana y la naturaleza, y descompone los criterios espacio-temporales propios de la vida estructurada en función de un modo racional y previsible de la era industrial.

Es necesario reconstruir un orden cultural y no solamente pensar en un nuevo orden económico y social. Volver a pensar en una comunidad hacia el futuro es, de alguna manera, un paradigma temporal y espacial por develarse.

Asesor de la CGT.

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