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El enorme Manu Ginóbili y el homenaje que le faltaba para pasar de leyenda a deidad del básquet

La inconmensurable magnitud de Emanuel Ginóbili en el deporte mundial quedará expuesta nuevamente este sábado cuando ingrese al Salón de la Fama del básquet

El pibe que quería ser más alto, el flaquito de arranque explosivo y gambeta indescifrable, el defensor más aguerrido y el tirador más peligroso, el pelilargo que desafió la NBA, que perdió los pelos, pero ganó respeto. Manu.

La inconmensurable magnitud de Emanuel Ginóbili en el deporte mundial quedará expuesta nuevamente este sábado cuando en la Meca del básquet reciba el homenaje que le faltaba, el último paso hacia el Olimpo, espacio reservado para los dioses de esto que se juega con una pelota anaranjada.

Lejos está Manu de necesitar ganarse el amor incondicional de aquellos que defendió con su camiseta, de Bahía a San Antonio pasando por Bologna, el más formidable basquetbolista nacido en Argentina ya tiene su camiseta 20 flameando del techo del estadio de los Spurs y ahora se pondrá el saco naranja que reflejará su carácter de símbolo indiscutible en el mismísimo Naismith Memorial, en la que sin dudas será una ceremonia emotiva que el zurdo viene palpitando desde hace tiempo, en clara muestra de que la situación le movió el piso a su habitual calma.

Familiares, amigos, ex compañeros de aquí y de allá, ex entrenadores de aquí y de allá estarán presentes por invitación de Manu y de la organización en otra noche de esas increíbles, que desestabilizan, que hacen repensar si es un sueño, si es posible que un pibito de Bahiense del Norte pudiera llegar allí, a las tierras de Springfield donde un tal James armó un juego para sus alumnos con poco más que unos cestos y una pelota.

Pero lejos está de ser un sueño, es todo tan justo, merecido y conmovedor como aquellas noches de epopeyas y hazañas regaladas a la selección y a los Spurs para ganarse el respeto de todos los gigantes del deporte en cualquier idioma.

Quien brindará el discurso de presentación de Manu para su ingreso al Salón de la Fama será un tal Tim Duncan, compañero de innumerables victorias (en realidad están numeradas) y amigo profundo del talentoso gambeteador bahiense.

Manu repasó su carrera en redes sociales durante la semana, colmando de agradecimientos a todos o casi todos los que de alguna manera participaron de este recorrido extenso, por lo que dejó entrever que lo toma como un homenaje final, un cierre, en el máximo reconocimiento al que pude aspirar un basquetbolista.

 

Un poco de info

Alfombra roja a las 19, ceremonia desde las 20, en principio por NBA TV y Directv para el primer argentino en lograr esta locura, apenas el tercer latinoamericano (los otros, los brasileños Oscar y Bira), el 22º no estadounidense de los menos de 250 jugadores que consiguieron este homenaje en un grupo que apenas supera los 400 incluyendo directivos, árbitros y entrenadores.

Junto con el bahiense fueron elegidos los ex basquetbolistas Tim Hardaway y Swin Cash, el entrenador George Karl y el entrenador colegial Bob Huggins.

También estarán Hugh Evans (árbitro), Lindsay Whalen (jugadora), Marianne Stanley (entrenadora), Lou Hudson (jugador, reconocimiento póstumo), Larry Costello (colaborador y entrenador, reconocimiento póstumo), Del Harris (colaborador y entrenador), Theresa Shank-Grentz (jugadora veterana) y Radivoj Korac (jugador internacional, reconocimiento póstumo).

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