Abdulrazak Gurnah, un escritor nacido en Tanzana que vive en Reino Unido y ha escrito novelas como «Paradise» y «Desertion», resultó ganador del Premio Nobel de Literatura «por su penetración compasiva e intransigente de los efectos del colonialismo y el destino de los refugiados en la brecha entre culturas y continentes», según el fallo de la Academia Sueca anunciado hoy en Estocolmo.
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Gurnah es el primer africano en ganar el premio, considerado el más prestigioso de la literatura mundial, en casi dos décadas. A su vez, es el quinto en la general, después de Wole Soyinka de Nigeria en 1986, Naguib Mahfouz de Egipto, en 1988; y los ganadores sudafricanos Nadine Gordimer en 1991 y John Maxwell Coetzee en 2003.
Nacido en 1948 en Zanzíbar, el escritor estudió en la universidad Bayero Kano en Nigeria, y luego se trasladó a la Universidad de Kent, donde obtuvo su doctorado en 1982. Allí se desempeña actualmente como director de los estudios de grado en el departamento de inglés mientras desarrolla en paralelo un campo de investigación centrado en el postcolonialismo -así como el colonialismo especialmente relacionado con África, el Caribe e India- por el que acaba de obtener justamente el Nobel.
Gurnah se ha impuesto en la decisión final a otros nombres que sonaban como posibles ganadores, como la francesa Annie Ernaux, el keniano Ngũgĩ wa Thiong’o, el japonés Haruki Murakami, el surcoreano Ko Un, la guadalupeña Maryse Condé o la china Can Xue. Otros autores que siempre suelen figurar como favoritos son Don Delillo, Salman Rushdie, Adonis, Jon Fosse, Mircea Cărtărescu, Hilary Mantel y Margaret Atwood.
De las obras del escritor tanzano, solo tres se han publicado en español, entre ellas «Paraíso» -que fue nominada al Booker Prize-, una historia de iniciación en la que Yussuf, un niño africano, se construye en relación con la injusticia del colonialismo europeo y el conflicto entre los musulmanes y los cristianos en el este del continente. La novela aparece descrita como una saga, como una historia casi de aventuras que para los lectores europeos tiene formas ya conocidas: Isak Dinesen y William Boyd fueron las comparaciones empleadas.
También está «En la orilla», que narra la travesía de un hombre que llega desde una isla del océano Índico a Gattwick, con una simple maleta en la que no hay más que incienso. En Londres ha de cruzarse con otra emigrante que fue importante en su pasado y que moldeará su experiencia de la migración, una temática que conecta con el fallo del jurado, que ha relacionado el premio con su «interés en los efectos del colonialismo y el destino de los refugiados y su relación con culturas y continentes».
Finalmente, el tercer título en español es «Precario silencio», sobre un joven que se marcha de Zanzíbar a Inglaterra, donde se casa y se convierte en profesor.
Tras el Nobel a la poeta estadounidense Louise Glück, ganadora el año pasado, la elección de Gurnah consolida el retorno a la normalidad del mayor galardón literario del mundo, que suspendió su edición del 2018 y en el 2019 concedió dos premios, el atrasado a la polaca Olga Tokarczuk y el del año en vigor al austriaco Peter Handke.
La Academia insiste en que sus laureados son escogidos por sus méritos literarios y que no toma en cuenta la nacionalidad. Pero tras el escándalo #MeToo que obligó a aplazar el premio de 2018 durante un año, el organismo dijo que ajustaría sus criterios para tener mayor diversidad geográfica y de género. «Antes teníamos una perspectiva más eurocéntrica de la literatura, ahora estamos mirando a todo el mundo», dijo en 2019 el jefe del comité Nobel, Anders Olsson.
El Nobel de Literatura se concedió por primera vez en 1901, al francés Sully Prudhomme y, desde entonces, Francia es el país con más laureados (15), seguido de Estados Unidos (12) y el Reino Unido (11).
En su testamento, Alfred Nobel estableció que sus premios debían otorgarse a quien «haya realizado el mayor beneficio a la humanidad» y, en concreto este, a quien «haya producido la obra más sobresaliente de tendencia idealista dentro del campo de la literatura», frase que ha sufrido diferentes interpretaciones según cada período histórico.