Los avances en la legislación laboral de la Argentina no habían logrado saldar una vieja deuda: la que contempla a los trabajadores rurales, uno de los sectores hasta hace poco invisibilizados y por ello con la triste marca de ostentar los mayores índices de informalidad –la mitad de los asalariados está en negro– y hasta de explotación. No había suficiente información confiable, ni instrumentos legales u organismos públicos idóneos –tampoco voluntad política ni gremios representativos– para que por fin el Estado abriera las tranqueras patronales y empezara a revertir la situación. Si bien no se puede hablar de un cambio radical, el paisaje comenzó a modificarse en enero del año pasado con la entrada en vigencia de la ley 26.727, que reformó el Régimen Laboral de Trabajo Agrario y creó el Renatea (Registro Nacional de Trabajadores y Empleadores Agrarios) en reemplazo del ineficaz y sospechado Renatre. Al frente del nuevo ente autárquico –que depende del Ministerio de Trabajo de la Nación– está el ingeniero agrónomo Guillermo Marini. Recibido en la Universidad Nacional de Rosario, su militancia estudiantil ligada al peronismo y a los sectores sindicales combativos de la década del 70 lo llevaron a sufrir la prisión política durante cinco años, la mayor parte en plena dictadura cívico-militar. En esta nota con Mundo Laboral habla de la situación actual, los avances y las perspectivas respecto de los derechos de quienes, en las sombras, sostuvieron y financiaron el viejo proyecto liberal de “granero del mundo” de principios del siglo pasado y las ganancias extraordinarias de las actuales corporaciones agropecuarias.
“Con la crisis de fines de los 90 empiezo a trabajar con un programa del Pnud (organismo de Naciones Unidas para el desarrollo). Y cuando asumió la presidencia Néstor Kirchner me convoca como coordinador general del sistema cooperativo. Ahí estuve cuatro años, y en el marco del conflicto de 2008 (por las retenciones móviles a la exportación de granos) con el sector de las patronales rurales se crea la Subsecretaría de Agricultura Familiar y Cristina Kirchner me convoca a ser subsecretario. Estuve cuatro años. Y cuando se aprueba la ley del nuevo estatuto del peón rural, se crea el Renatea, que es una continuidad del Renatre, organismo público de derecho privado y directorio conformado por Uatre (cuestionado gremio comandado por Gerónimo “Momo” Venegas) y los cuatro miembros de la mesa de enlace. Ellos tenían todas sus acciones de inspección, capacitación, fiscalización, etc. tercerizadas en sociedades anónimas. La nueva ley crea el Renatea en 2012. Y yo asumí el 4 de septiembre del año pasado”. Así resume su último derrotero Martini.
—¿Cuál es la situación de los trabajadores rurales en general y en particular en la provincia de Santa Fe?
—Viene cambiando a partir de la aprobación de la ley 26.727, muy progresista. Lo que hace es poner las cosas en su lugar y avanzar mucho en temas como jubilación y licencias por paternidad. Fija condiciones muy claras vinculadas a la relación laboral. Prohíbe el trabajo a destajo, obliga a un salario mínimo garantizado, regula el trabajo a 8 horas, fija los francos compensatorios, horas extra, viáticos, etc.
—¿Cómo fue modificándose el escenario desde entonces?
—La situación general viene mejorando a partir de una mayor fuerza del Estado, y además la norma prohíbe expresamente el trabajo infantil. Hay una serie de acciones que producen avances importantes. Entonces, diría que hay dos cuestiones vinculadas con el trabajo rural hoy en la Argentina. Todos aquellos procesos que están más vinculados a la agroindustrialización, salvo yerba, están en mejores condiciones porque hay mayor control. El caso del limón, arándano, y productos vinculados a la exportación se le exige a los países a los que se exporta un certificado de que se ha hecho con trabajo registrado. Si bien las condiciones siguen siendo muy malas, se ha avanzado mucho en lo que refiere a registración.
—¿Qué sectores están más rezagados?
—Producciones que están más complicadas son la yerba mate, la cebolla, el ajo. Están mucho más en manos de empresarios con mucho menos nivel de control y más dispersos. Es donde se encuentran los principales bolsones de trabajo no registrado y en condiciones realmente indignas. El porcentaje de trabajo en negro en promedio general es de 50 por ciento.
—¿Y en Santa Fe?
—La provincia tiene sus características. En todo lo que es la cuestión agraria típica vinculada a los peones de campo y de estancia estamos en el 50 por ciento de trabajo informal. Todo lo ligado más al sistema cooperativo es menos grave, un 40 por ciento, porque hay más control. En actividades como las semillas híbridas, en todo lo que fue el desflore de maíz, se hizo un trabajo muy intenso con las empresas y los trabajadores y así tenemos bajísimos niveles de trabajo informal, menos que la media nacional. En lo que es extensivo, como lo forestal, las condiciones son muy malas. Y después está toda la parte hortícola y de la frutilla con muy altos niveles de trabajo informal que llegan al 70 u 80 por ciento.
—¿Cuál es el salario promedio de un trabajador rural?
—Los trabajadores temporarios son el 60 por ciento. En promedio un peón permanente estable cobra 6 mil pesos. La mayoría tiene el salario mínimo que establece la ley 4.450 y en general hay muchos arreglos de algún porcentaje sobre la producción que normalmente no se declaran. El temporario es totalmente diferente, es por jornal, el mínimo jornal que se puede pagar es de 196 pesos por día, más casa y comida. Eso es lo que normalmente no se cumple, y es por lo que trabajamos para revertir. En el trabajo vinculado a las exportaciones están cobrando 6 mil pesos mensuales. En el sector de las semillas de producción de desflore, si bien el trabajo es de dos meses al año, el promedio general es de 7.400 pesos.
—El 50 por ciento que no está registrado, ¿cuánto cobra?
—Siempre menos, y como no está registrado es muy difícil saber, además porque muchos son temporarios. Sin lugar a dudas es el sector más postergado entre los trabajadores en general.
—¿Qué balance hace de la existencia del Renatea?
—Hemos logrado mejoras en los niveles de registración, se han hecho muchas cosas en poco más de un año. En la Argentina hay más de 500 mil trabajadores que tienen algún registro en la Afip. Pero esos índices eran mucho más bajos en años anteriores, un 20 o 30 por ciento menos. Lo que no quiere decir que estén declarando todos los días que trabajan, pero sí están registrados y en una categoría de trabajador permanente. Lo que se discontinua es el sueldo, pero el trabajador queda registrado. Antes había dos tipos de trabajadores: los permanentes y los temporarios, y ahora tenemos además los permanentes discontinuos, que son los que más de dos veces van a trabajar al mismo lugar y que generan derechos proporcionales en cuanto a salud, jubilación, vacaciones, licencias. Hay sectores como el de semilleros multiplicadores en el que en 2011 teníamos 11 mil trabajadores registrados y hoy hay 28.800. El ingreso declarado ha aumentado sustantivamente y en un año se han mejorado las condiciones de contratación y los sueldos declarados. Tenemos convenios firmados con distintas cámaras y en base a eso acordamos las cuestiones vinculadas a la registración. Entonces tenemos que hablar de trabajadores rurales declarados en su totalidad. Es que no todos pasan por Renatea: sólo los que no están en convenios colectivos de trabajo. No pasan los de viñas, la pera, la manzana, el azúcar. Pero si contáramos todos ellos más todos los que están aportando a la obra social y los registrados en el Renatea estamos superando el medio millón de trabajadores registrados (que son el 50 por ciento del total). En 2011 estábamos en 360 mil registrados.
—Además, un cambio cualitativo de gestión.
—Hasta el ante año pasado el registro lo manejaba una sociedad anónima, entonces es difícil de saber y manejar. En el último año hemos otorgado 61 mil libretas de trabajo nuevas. Estamos empezando una encuesta permanente de hogares rurales para ajustar las cifras. En el Censo 2010 calculamos que andamos en el millón de trabajadores rurales en todo el país. Un porcentaje muy alto, el 60 por ciento, trabaja sólo uno o dos meses por año. Trabajan tiempo acotado y después viven de otras cosas, ya no existe más la figura del trabajador temporario que anda dando vueltas por todo el país buscando trabajo. Normalmente van a lugares puntuales donde hay empresas que los contratan.