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El eterno regreso de Rodolfo Walsh

La “Carta Abierta” que el periodista desaparecido envió a la Junta Militar describiendo las intenciones de ese golpe que sumía al país a la miseria y el hambre tiene hoy una vigencia arrolladora con el gobierno de Cambiemos

Jorge Giles / Agencia Timón

Se dice que el pasado nunca se queda en el mismo lugar donde lo dejamos. Se corre de foco. Se mimetiza. Se transforma y expresa en otros actores. Cambia de estilo. Pero el pasado sigue allí, en ambas orillas del mismo río que nos celebró cuando tuvimos patria.

Es preciso remover todas las capas de pintura de nuestra alma colectiva hasta llegar a entender por qué nos pasa lo que nos pasa hoy. Hablamos de esa almita nuestra que se zarandea emotivamente cuando el calendario anuncia el 24 de Marzo.

Y para decirlo pronto y abreviado: “Cambiemos” es la versión actualizada del proyecto económico-social de país sometido, endeudado y financiero que instauró la dictadura cívico-militar el 24 de marzo de 1976. Ese proyecto es el que estalló por el aire en 2001, para ser restaurado nuevamente por el actual gobierno. Y si fue restaurado es porque una buena parte de sus estructuras quedó indemne. Allí habrá que buscar la asignatura pendiente para cualquier gobierno futuro que se proponga reconstruir la nación.

Walsh lo entendíó

El pasado más oprobioso que inauguró el cuarteto de la muerte conformado por Martínez de Hoz-Videla-Agosti-Massera, era aquel que no entendimos en toda su dimensión al momento de suceder. Aquella generación diezmada, o lo que quedó de ella, tuvo que lamerse las heridas, llorar a sus muertos, buscar a sus hijos, a sus hermanos, a sus compañeros y sus compañeras, para abocarse recién después a entender la raíz de nuestros males. Es decir, la raíz del proyecto de la nueva clase parasitaria dominante.

El que sí lo entendió fue Rodolfo Walsh cuando en su Carta Abierta señaló, sobreponiéndose a su propio e inmenso dolor de perder a su propia hija, Victoria, que lo peor de la dictadura no eran los miles de compatriotas muertos, desaparecidos, torturados, exiliados, presos políticos, sino el hambre y la miseria más espantosa con que estaban condenando al pueblo argentino, a través del desempleo y la ruina fatal de nuestra industria.

Oligarquía especuladora

Dijo Walsh: “Estos hechos, que sacuden la conciencia del mundo civilizado, no son sin embargo los que mayores sufrimientos han traído al pueblo argentino ni las peores violaciones de los derechos humanos en que ustedes incurren. En la política económica de ese gobierno debe buscarse no sólo la explicación de sus crímenes sino una atrocidad mayor que castiga a millones de seres humanos con la miseria planificada”.

Walsh supo ver los síntomas y avizorar las causas cuando señaló en la más digna Carta que se haya escrito y repartido jamás:  “Dictada por el Fondo Monetario Internacional según una receta que se aplica indistintamente al Zaire o a Chile, a Uruguay o Indonesia, la política económica de esa Junta sólo reconoce como beneficiarios a la vieja oligarquía ganadera, la nueva oligarquía especuladora y un grupo selecto de monopolios internacionales…”.

Nótese que hablaba de “la nueva oligarquía especuladora”: es ésta que hoy asumió, con el gobierno de Macri, la suma del poder público, que incluye bolsones de la justicia, servicios de inteligencia y un poder mediático que se siente imbatible.

Esa vez con armas, ahora con votos

Mucha sangre correría para entender colectivamente que la causa última y primera del golpe de estado se asentaba en la destrucción del modelo industrial y productivo y su reemplazo violento por un proyecto de país donde el patrón de acumulación y el ordenador de su economía y su sociedad ya no serían la producción y el trabajo, sino la valorización financiera, la reproducción infinita del dinero como un fin en sí mismo. Para lograr tal propósito es que los genocidas mataron y desaparecieron 30 mil personas. Para cortar de cuajo con el eco de la nostalgia peronista del estado protector y regulador es que mataron y desaparecieron 30 mil compatriotas. Para borrar de la faz de la tierra la lógica sindical de las paritarias y los convenios colectivos y la puja eterna entre capital y trabajo y el reclamo sectorial del campo y la industria y la educación y la salud y la cultura, es que mataron y desaparecieron 30 mil compatriotas. Esa vez se impusieron con las armas. Esta vez, con los votos.

Mear el cadáver caliente

Por eso nada bueno habrá que esperar de ellos, más que nuevos dolores. Son capaces de mear el cadáver caliente de sus padres con tal de limpiar su prontuario. Son capaces de degradar la leche de nuestros pibes y pibas para abaratar costos a cambio de desnutrirlos. Son capaces de perseguir a un juez honesto y probo como Alejo Ramos Padilla con tal de evitar que entre más luz a la madriguera del poder.  Identificados como la clase financiera voraz que son, asistimos ahora, y en consecuencia, a una degradación generalizada de todos los sectores económicos reales de bandera nacional, en beneficio de grandes capitales trasnacionales prestos a edificar los cimientos de un nuevo país factoría después de la tierra arrasada que pretende dejar el neoliberalismo gobernante. Esa disputa está en pleno desarrollo. Se define en Octubre.

Memoria iluminada

La resistencia persistente y movilizada de los sectores populares hace que avance la unidad de los ajustados y entonces, provoque la fragmentación creciente de los sectores políticos y sociales que se identificaban con el gobierno. Se espían entre ellos, por ejemplo. Cosas veredes, Sancho. En el final, una pared de barrio nos ilumina la memoria con esta consigna: “Todos envejecemos, menos los 30 Mil”. Que así sea.

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