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Ritual urbano

Siga el baile: ¿Qué pasa con los tangos machistas en las milongas de hoy?

Una de las características de las pistas de baile es que se musicalizan con viejas grabaciones de orquestas típicas. El contenido de algunas letras, como el tango Confesión que estrenó Discépolo en 1930, abrió el debate feminista entre los amantes del 2x4


Foto: "Arte El Ciudadano"

A principio de año, una bailarina rosarina posteó en su Facebook el fragmento de un tango de los años 30 que hace alusión a la violencia sobre la mujer y se preguntó por qué, con los hechos que suceden a diario, en las milongas siguen eligiendo temas con esas letras. El comentario abrió un debate que despertó coincidencias y críticas. Pero sobre todo hizo de puntapié para rediscutir el rol de la mujer en la comunidad tanguera de hoy. Es que la polémica sobre el tango Confesión (estrenado por Tania, la esposa de Enrique Santos Discépolo, en 1930) pasó de las redes sociales a un bar y luego de varios encuentros dio origen al movimiento Subleva Tango, una mirada del género. Así, Rosario se sumó a la movida feminista del 2X4 que cada vez pisa más fuerte en los salones de baile del mundo entero.

“Una compañera que es milonguera y da clases hace mucho publicó una inquietud de un tango que tiene una poética muy linda pero termina hablando de una violencia física hacia una mujer, con letra misógina. Comentó en su muro de Facebook que cómo podía ser que eso suceda y que no se sentía cómoda bailándolo. Fue muy polémico y a partir de ahí propuse que nos juntáramos a charlar sobre eso sin saber bien qué era lo que iba a surgir”, cuenta Inés Otero, una de las bailarinas que conformó Subleva Tango.

En esas primeras reuniones de verano que comenzaron para debatir las viejas letras del 2×4 se llegó a proponer el armado de una lista de temas con contenido machista para que los musicalizadores de las milongas no los pasen. Pero la iniciativa fue rechazada enseguida por casi todos. “Concluimos que no podíamos ser jueces ni censuradores para prohibir”, recuerda Inés que le saca jugo a la discusión: “Quedó sólo como la anécdota que nos hizo juntar”.

De a poco, esos encuentros que comenzaron mixtos se definieron como un espacio exclusivo de mujeres, del que surgieron propuestas para el 8M (Día Internacional de la Mujer) donde entre otras cosas se programó la semana de concientización de género en el tango con clases temáticas. Las rosarinas compartieron su iniciativa con bailarinas porteñas que no sólo se sumaron a la propuesta del 8M sino que casi al unísono conformaron el naciente Movimiento Feminista de Tango (MFT), que también busca rediscutir los lazos entre bailarines y combatir las desigualdades de género. Movidas feministas con ese espíritu ya existen en varias ciudades, como Tango sin abuso de La Plata, Resistencia Femilonguera en Córdoba y Guerrilla Cultural Tanguera, en la ciudad italiana de Roma.

Ritual

Sólo quienes bailan tango conocen el ritual de las milongas. La música se ordena por tandas de cuatro o cinco temas interpretados por la misma orquesta y en la pista todos se desplazan en ronda en la misma dirección, contraria a las agujas del reloj. Y en ese mar de abrazos que danzan en armonía, los pies acarician el suelo casi sin despegarse: un gancho o una volea mal calculados pueden causar, taco aguja de por medio, el efecto indeseado de un puñal. El cabeceo es una parte integral de ese folclore.

El hombre invita a bailar con un sutil movimiento de cabeza que casi siempre viene acompañado del “sí” de la mujer. Si dice que “no”, la bailarina tiene que argumentar ese rechazo con una excusa para no ofender el sentimiento del varón, bajo riesgo de que no vuelva a invitarla a bailar, por el resto de su vida. Y los códigos siguen. Es cierto que en los últimos años el ritual se flexibilizó. Que las mujeres sacan a bailar, o bailan entre ellas, igual que lo hacen entre hombres. Que se puede decir que no, porque no es no. Que se puede bailar en zapatillas, de a tres o a contramano. Pero esas iniciativas, aún hoy, siguen siendo trasgresoras.

Estereotipos machistas

“El posteo de la letra de tango fue un disparador, un punto anecdótico que nos convocó a trabajar algunas cuestiones de género en el tango, en el contexto de la sociedad actual: estereotipos machistas que se vienen cuestionando y que nos afectan tanto a las mujeres como a los hombres”, explica Mariana Castaño, psicóloga y milonguera. “Subleva tango es un proyecto que está recién iniciándose. Estamos pautando acciones concretas en un ámbito inclusivo. Buscamos integrar, dialogar y de ese modo poder construir. Si hay violencia o abuso lo vamos a repudiar. Nuestro modo de trabajo y estas acciones son desde el diálogo y la integración”, explica.

“Me gusta pensar una mejor convivencia en el ámbito de la milonga. En ese sentido hay que poder visibilizar situaciones de incomodidad para mejorar el encuentro y el disfrute”, dice la bailarina que se refirió a viejos códigos que rigen las milongas y están naturalizados, como que el hombre saque a bailar a la mujer. A su entender esa tradición hace que el “disfrute” personal quede pendiente en relación a un otro: “No animarse a sacar a bailar es depender de algún modo de otro que venga y baile bien para poder disfrutar”, explicó.

“Creo que este encuentro entre mujeres milongueras es de por sí transformador. Es un encuentro entre diversas mujeres relacionadas al tango en un espacio de diálogo, para hablar cosas que en otro momento no se han hablado”, explica mientras cuenta de qué se tratan las acciones concretas: “Ya se hizo un conversatorio (instancias de diálogo abiertas donde se cuentan experiencias que se han dado en otros lugares y se comparten otras vivencias relacionadas con temáticas de género) y un laboratorio, donde vivenciamos modos del baile que potencian la sensibilidad y el trabajo de ambos roles como activos. Pensando eso: el rol de la mujer no como la que es llevada, con todo lo que eso implica, sino en un rol activo”.

¿Lenguaje sexista?

Uno de los puntos que ya se comenzó a implementar, aunque no todas las bailarinas están de acuerdo, es el lenguaje en las clases de baile con perspectiva de género. Para Inés Otero, hay que empezar por las palabras. “Lo primero que convenimos fue utilizar un lenguaje que no se sexista, como el uso de la terminología hombre y mujer para enseñar los roles en la danza”, dice. “Esto tiene que ver un poco con desmitificar que el rol del que lleva tiene características del género masculino y el del que es conducido, del rol femenino. Lo que propusimos, y acordamos es, en vez de decir hombre y mujer, decir conductor e intérprete”, explica y ahonda sobre ese punto: “Hay que ampliar el horizonte, hacer que los dos roles se enriquezcan, que puedan disfrutar de las características de uno y otro”.

Y concluyó: “hay que eliminar los conceptos de masculinidad y feminidad en la danza. Y pensarse como personas, como dos cuerpos danzantes, sin que eso tenga que ver con el sexo o el género de esa persona danzante”.

Baile nuestro

No todas las bailarinas comparten esa impronta ni se consideran feministas. Pero sí, hay un común acuerdo en la búsqueda del baile propio y el alejamiento a la tradicional pasividad de la mujer en la danza. Para Florencia Albano, bailarina y profesora con más de una década de trayectoria en Rosario, las mujeres “tenemos que estar conectadas con nosotras mismas, con la música y bailar poniéndole intención, interviniendo con ese movimiento que está en un primer momento propuesto por el varón”. En ese sentido, Albano asegura: “yo apunto a un baile nuestro, independiente del varón, de lo que está escuchando el varón, de la arquitectura que viene diagramando con el pasito”. Y sigue: “Que nosotras escribamos otro tipo de baile. No el de seguir y ser livianitas. Sino proponer, que se sienta nuestra pisada, nuestro abrazo, nuestra musicalidad. Yo busco eso, y mi camino en las clases, en mi disciplina, es modificar el baile de la mujer para que no sea sumiso. Para que sea divertido”.

En los últimos años, la mujer tomó un protagonismo inédito dentro del tango, que si bien está en sintonía con los cambios sociales, contrasta con las raíces del género, orillero y prostibulario, que mejor describe al argentino machista. Directoras de orquestas, bandoneonistas, DJ’s, organizadoras de milongas irrumpieron con perfume de mujer sin pedir permiso. Y en el baile, pasito a paso, se fueron corriendo de su rol pasivo.

Para María Muñoz, bailarina y profesora rosarina desde hace años, “está buenísimo volver a repensar las palabras. Lo que significa cada palabra cuando la digo, porque el tango es una revolución silenciosa. Llena de gestos. Gestos que hablan y dicen cosas. Es un idioma”. En ese sentido María expresó que “el tango es un reflejo muy mediato de lo que pasa en la sociedad: Hay un malestar en la cultura. Y ese malestar incluye a hombres y a mujeres, porque la cultura se construye con hombres y mujeres de diversas edades, credos y creencias”. Pero también se preguntó por sus alcances: “¿No hay un lugar donde la igualdad y la diversidad se tocan y se sacan chispas? La milonga es un chispero, un chispero maravilloso”.

“Llorar como una mujer”

Leonel Capitano, cantor, bandoneonista y compositor de tango rosarino, fue una de las voces masculinas que participó de esos primeros encuentros de Subleva Tango donde se analizaron letras de antaño. Además de oficiar de nexo entre Rosario y los grupos Guerrilla cultural tanguera, de Roma, y Tango sin abuso de La Plata, Capitano debatió acerca del género en el tango, previo aclarar que se trata de una labor “cien por ciento de las chicas” y que su participación “es sólo como acompañante” y de apoyo.

“Percibo que hay un momento de discusión y una nueva mirada social respecto al rol de la mujer en el tango, un poco a contramano de un ambiente en el que, si bien ha ido cambiando, todavía prevalecen muchas estructuras machistas”, expresó.

Sobre el debate de las letras dijo que “uno de los disparadores de los encuentros fue el tango Confesión, al que siguió el análisis de Lloró como una mujer, escrito en 1929 por Celedonio Flores. Para Capitano, ya desde el título se plantea “una tremenda paradoja” y un “doble” machismo: “Se pretendía disminuir al hombre a partir de una supuesta debilidad femenina y que faltaba a la hombría por tenerla”.

Pero lejos de censurar esos tangos, Leonel dijo que lo mejor que se podía hacer era “establecer un canal de discusión sobre esas letras, porque casualmente lo más rico que podía ocurrir es que hablemos sobre la violencia explícita contra la mujer, y también de las estructuras de machismo que están volcadas sobre el hombre, y que lo obliga a sostener una hombría, una cuestión de coraje, como una obligación a responder, que si bien es muchísimo menor en cuanto a los efectos del daño sobre la mujer, también es propicia de ser discutida y analizada”.

Así, calificó que la movida feminista que se está dando en varios partes del mundo “va a ser un proceso largo de construcción, con errores y aciertos”, pero por sobre todo “es un gran aire fresco”. Y agregó que el tango, por lejos, es donde más mujeres aparecieron en escena en el último tiempo: “No hay otro género musical donde hayan irrumpido las mujeres con tanto protagonismo como en el tango en los últimos 20 años. Bandoneonistas, cantantes, músicas, directoras de orquestas. Un cambio tremendo. Y no es casualidad. Creo que la lucha feminista no puede estar separada de la lucha de clases. No creo tanto en la transversalidad del feminismo. Esta irrupción de la mujer tiene como uno de sus principales opositores al sistema capitalista y al machismo, que van prácticamente de la mano. Y como el tango actual, es una música marginal del mercado, y por eso la especulación del mercado no tiene tanta intromisión, es más permeable a estos cambios sociales reales”, concluyó.

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