El de Brasil 2014 es un Mundial que todavía no parece generar grandes expectativas. A poco más de una semana de su comienzo sobrevuela cierta calma que seguramente se terminará revirtiendo, pero lo cierto es que la efervescencia que caracteriza a estos acontecimientos deportivos todavía no apareció. En el terreno comercial las grandes ventas de televisores de otros años, ligadas a la inminencia de la justa mundialista, parece estar lejos. Lo que se ve es un interés sólo “moderado” a la hora de renovar la tecnología para mirar los partidos en aparatos más actuales y sofisticados. Las razones son varias, entre ellas el achicamiento en la cantidad de cuotas, la retracción del mercado, la falta de actualización salarial por paritarias que aún no se cerraron y el hecho de que no existe una novedad a nivel tecnológico que tiente a los eventuales clientes como pasó hace varios años, por ejemplo, con la aparición del LCD cuando reinaban los televisores de tubo.
El presidente de la Cámara de Comerciantes de Artículos para el Hogar Rosario, Hernán Calatayud, sostuvo que las ventas de televisores vienen bien “pero sin triunfalismos”.
“Todo depende de la expectativa que puso cada comercio. Quizás éstas eran mayores cuando se programó todo y ahora la realidad es distinta, pero todo depende de cada uno. El tema es que el recambio tecnológico entre un LCD y un LED smart ya se vino dando.
En el Mundial anterior se dio el cambio de televisores de tubo por LCD y eso fue una revolución y generó un importante incremento en las ventas. Lo que se venía dando es que, en general, en cada Mundial se estaba ante un cambio tecnológico, algo que ahora no se está sintiendo tanto”, remarcó.
La venta de televisores también viene siendo afectada por algunos cambios en los usos y costumbres. “Otra de las cuestiones que tenés ahora es que hay generaciones nuevas que miran los partidos por dispositivos como las tablets, entonces hace su aparición eso y le hace competencia al televisor, pero es más en el caso de los chicos más jóvenes”, señaló.
Con respecto a los créditos como motor y activador del consumo, Calatayud remarcó que “siguen estando, pero con intereses más restrictivos”.
“Algo a favor es que el comerciante estaba advertido de todo esto. Estamos viendo día a día cómo nos manejamos con las distintas restricciones que lo único que hacen es afectar la rentabilidad. Esto que ocurre en Rosario se repite en las distintas ciudades del país. La situación de todos es muy similar”, apuntó.
A modo de guiño para los compradores el dirigente empresario destacó que lo que hay ahora “son ofertas muy buenas de aparatos que no tienen tecnología smart. Estamos hablando de televisores sin internet, de una generación anterior, pero tienen en muchos casos las prestaciones de los que son de última generación. En general, lo que vemos es que en las casas donde no hay chicos jóvenes la conexión a internet no es importante y la gente los aprovecha, pero cuando hay adolescentes o jóvenes buscan los televisores con internet como condición fundamental”, continuó.
“Hay televisores LCD que valen menos de cuatro mil pesos y para los smart tenés que pensar en seis mil pesos o más; depende de muchas cosas como marca, tamaño y tecnología. Después tenés aquellos que empiezan a comprar una vez que empezó el Mundial. Otra característica que se da en estas épocas, y que suele repetirse, es que se venden los aparatos de mayor tamaño”, concluyó.
La venta ambulante pierde por goleada
La comercialización de merchandising de la Selección Argentina también viene floja en los días previos al inicio del Mundial. Según revelan los propios vendedores ambulantes, que tiñen de azul y blanco las peatonales Córdoba y San Martín, el pobre ritmo de expendio de bufandas, cornetas y camisetas responde a una situación “normal” ya que el entusiasmo emerge con fuerza una vez comenzado el certamen.
“La gente arrancó la semana pasada a comprar cosas más chicas como bufandas y cornetas. Es la primera vez que trabajo de esto pero estoy seguro que más cerca de la fecha las ventas van a ir en aumento”, contó Gabriel.
El valor de los productos está sujeto a diversas variables: tela, escudo (si es estampado o bordado), diseño y talle.
En detalle, la casaca cuesta entre 80 y 200 pesos, siempre dependiendo del tamaño, mientras que las bufandas cuestan entre 45 y 50 pesos, según se trate de una lisa o con diseño a cuadros.
Asimismo, los instrumentos por excelencia para hacer ruido y festejar goles, al igual que las banderitas para adornar el auto, rondan en estos días los 30 pesos.
“En el Mundial pasado vimos el mismo comportamiento. Argentina todavía no juega y, por experiencia, sabemos que en la última semana se mueve mucho la venta, siempre también dependiendo de los resultados que obtenga”, sintetizó Alfredo.