La segunda edición del Festival Tango Hembra, que pelea por más espacio para las mujeres músicas dentro del género, se realizará este viernes y sábado en el porteño Galpón B y contará con la participación de Patricia Malanca, Karina Beorlegui, Noelia Moncada, Claudia Levy y Gabriela Novaro, entre otras.
«Nuestro aporte es trabajar para dejar a las nuevas generaciones de mujeres y disidencias un lugar más amoroso e igualitario en donde desarrollar su genuino deseo», indicó a Télam la cantante Marisa Vázquez, creadora del colectivo feminista Tango Hembra, que tiene como madrina a Susana Rinaldi.
El encuentro se propone poner en valor el trabajo de músicas, intérpretes, comunicadoras, bailarinas, poetas, escritoras e investigadoras. A diferencia de la primera edición que contó con un porcentaje de hombres que formaban parte de bandas lideradas por mujeres, este año el criterio de la organización fue que convocar solo a mujeres y disidencias en escena.
«El año que viene quizás volvemos a darles una participación del 30 por ciento, veremos», dijo Marisa Vázquez, quien habló de las dificultades con las que inevitablemente se topa en su camino una mujer artista.
«El camino del artista es muy difícil y solitario –dijo– pero si sos mujer, es casi imposible. Todo cuesta el doble. Queremos que no pase más, necesitamos que nos valoren de forma igualitaria. No entendemos por qué hay tantas mujeres en los conservatorios y tan pocas en escena, no nos dan las cuenta, saquen sus conclusiones».
Para la intérprete Gabriela Novaro, quien actuará el sábado acompañada por la guitarrista Brela Gerlach, el principal aporte que se hace desde el colectivo y el festival en sí, es la puesta en valor de la rica e inmensa movida tanguera de las mujeres o disidencias que no alcanzan la difusión que deberían tener.
«Es un hecho claramente reconocido, además, en todos los ámbitos de la música popular, tal como lo señala la Ley de Cupo recientemente sancionada y que será comentada en el marco del Festival por la vicepresidenta del Inamu, Paula Rivera», destacó Novaro.
En ese sentido Vázquez agregó: «El tango es un ambiente en donde el machismo ha proliferado hasta la actualidad con ganas. Esperamos que este tiempo sea, en algún momento, sólo una anécdota y creo que estamos dando los primeros pasos hacia ese nuevo destino, trabajando en este colectivo, que es uno más dentro de este feminismo aglutinante y transversal, que para mí es sin dudas al gran revolución de este siglo, un verdadero cambio de paradigma».
En dos jornadas que comenzarán a las 18, el festival incluirá práctica de danza con cambio de roles, conciertos de solistas, grupos instrumentales y orquestas integradas por mujeres y disidencias, además de lectura y explicación del nuevo protocolo para las milongas, presentación de libros de mujeres referidos a la escena tanguera y charlas sobre las acciones realizadas por el Inamu en temas de género.
—¿Qué significa ser feminista en la escena contemporánea del tango?
—En cuanto a la música: además de las grandes compositoras que están apareciendo, creo que la letrística tiene una gran deuda con las mujeres. El tango como el arte en general ha sido un patrimonio de hombres y por tanto sólo ha contado sus historias, con excepción de Eladia (Blazquez). que aparece una vez terminada la época dorada. Ella irrumpe con una gran producción de temas propios, pero no tuvo el respaldo de una orquesta y muchas veces se expresó en masculino, probablemente presionada por sus contemporáneos. Ahora estamos contando la otra parte de la historia: ¿Por qué se fueron las minas en los tangos? ¿Alguien les preguntó? Quizás eran maltratadas o se enamoraron de otro hombre o de otra mujer, que se yo. Nos hicieron tangos por feas, gordas, zorras, chorras, etc. Nos dejaron esperando como tontas mientras ellos se iban de farra; nos mataron de 34 puñaladas mientras nos acariciaban la frente. Inclusive escribieron tangos en primera persona en donde suplicábamos un bife o nos bancábamos ser fajada por amor estando embarazadas. Un total disparate que solo puede caber en el imaginario de un macho argentino. En este sentido las mujeres empezamos a contarnos en primera persona desde un lugar genuino, nuestro propio cuerpo y forma de percibirnos.
—¿Cómo continúa el desarrollo de este colectivo femenino?
—En la convocatoria igualitaria a escenarios y festivales que fue plasmada en la ley de cupo recientemente sancionada y que ahora habrá que fiscalizar para que se cumpla efectivamente, la igualdad de difusión, sobre todo en las radios, que es el medio más fuerte con el que contamos. Queremos más programas de tango hechos por mujeres que saben mucho y que siempre están como locutoras o columnistas. Queremos terminar con el bullying en conservatorios, peñas y otros ámbitos musicales (hay ciertos instrumentos como la guitarra, que históricamente y hasta ahora son patrimonio de un gueto de machos que no quieren que las mujeres sean guitarristas). Queremos terminar con los abusos dentro del medio: de profesores o directores, o de los mismos compañeros que con la excusa del ensayo o con el poder que les otorga de dirigir una formación a la que queremos pertenecer pretender un favor sexual, terminar con los estereotipos impuestos por las casas de tango para cantantes y bailarinas las que consideran, en la mayoría de los casos, que deben ser jóvenes, morochas y delgadas. Las artistas deben ser valoradas por su calidad. Vamos a trabajar para que en las milongas sean igualitarias y se difundan mujeres. Queremos terminar con los músicos evaluadores de músicas. No tenemos que pedir permiso y aprobación para componer, interpretar o experimentar musicalmente. Queremos aprender a maternar sin dejar de hacer música, queremos terminar con la imagen del «tango macho»: el tango no tiene una sexualidad, es un género musical. El nombre de nuestro colectivo «Tango Hembra» es una ironía: es tan absurdo decir que el tango es macho como que el tango es hembra.