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El fin de una cruenta guerra en Artsaj

La guerra iniciada en la República de Artsaj (Nagorno-Karabagh) acaba de finalizar. Las fuerzas conjuntas de Azerbaiyán y Turquía se apropiaron de gran parte del enclave poblado desde tiempos inmemoriales por el pueblo armenio valiéndose de armas químicas empleadas sobre civiles inocentes

Florencia Demirdjian**

“Si realmente deseamos prevenir o detener un genocidio en el futuro, no debemos vacilar frente a argumentos legalistas acerca de si una determinada atrocidad satisface o no a la definición de genocidio. Para cuando estemos seguros, posiblemente sea demasiado tarde para actuar. Debemos reconocer señales de un inminente o posible genocidio de modo que podamos actuar a tiempo para prevenirlo»  Kofi Anan Secretario General de las Naciones Unidas (1997- 2006).

La guerra iniciada en la República de Artsaj (Nagorno-Karabagh) llegó a su fin. Las fuerzas conjuntas de Azerbaiyán y Turquía se apropiaron de gran parte del enclave poblado desde tiempos inmemoriales por el pueblo armenio. Una república que existe hace 30 años, que ejerció la autodeterminación de acuerdo al derecho internacional, que cumple con todos los requisitos para serlo.

A partir de 1991 tiene título jurídico, posee separación de poderes, elecciones, sistema judicial, derecho civil, sistema registral, y educativo, con su bandera y población y ejerce soberanía sobre el territorio. Observadores internacionales de todas partes del mundo cada 2 años así lo documentan.

Aún así no es reconocida por la comunidad internacional, situación que la ponen en peligro permanente, ya que al no ser reconocida los crímenes de guerra que ocurrieron no pueden ser denunciados. La gente de Artsaj no tienen derecho a la vida.

Azerbaiyán usó bombas de fósforo blanco contra civiles escondidos en los bosques, arrojó bombas de racimo en áreas residenciales, quemó aldeas, bombardeó las salas de maternidad de los hospitales, decapitó a los prisioneros de guerra.

En septiembre los países miembros de la ONU eligieron al político turco Volkan Bozkir como nuevo presidente de la Asamblea General de la ONU, en sustitución del nigeriano Tijjani Muhammad-Bande.

El primero de noviembre Turquía escribe a la ONU negando el genocidio armenio y diciendo que es un “tema de debate”, pero estas declaraciones y los crímenes de guerra que lleva a cabo continuamente no enfrentan ninguna consecuencia.

Turquía fue fundada el 23 de octubre de 1923, y se convirtió en miembro de la Otan el día 18 febrero de 1952. La historia de Turquía entre 1923 y 1952 es la continuidad de una historia de guerras y exterminio.

A pesar de que Turquía ha interferido en los asuntos internos iraquíes, iraníes y sirios, y hoy en Artsaj. Casi todas las disposiciones de la carta de la Otan tratan sobre la defensa de la integridad territorial de los demás, pero no mencionan nada sobre cuando un miembro de la Otan acosa, interfiere u ocupa otro país que no pertenece a la Otan, como lo hace Turquía.

Surge el interrogante de si no es hora de renovar esta carta y hacer una reforma, ya que no hay nada en ella con respecto a las sanciones sobre si un miembro de la Otam apoya el terrorismo, organiza y dirige representantes yihadistas o practica el terrorismo de estado, genocidio, limpieza étnica, tortura y desapariciones forzadas.

Horas después del acuerdo con Armenia y Rusia sobre Artsaj (Nagorno-Karabagh), el presidente de Azerbaiyán Ilham Aliyev, califica de “histórico” el fin de la guerra. “Obligamos (a Pashinian) a firmar el documento, esto equivale a una capitulación. Dije que expulsaríamos (a los armenios) de nuestra tierra como perros, y lo hicimos”, aseguró.

El anuncio no generó impacto. Como tampoco que el embajador de Azerbaiyán en Argentina, Bolivia, Paraguay, Chile y Uruguay, Rashad Aslanov, celebró el acuerdo firmado el 9 de noviembre para poner fin a la guerra de Artsaj con un acto en la embajada de Turquía, frente al busto de Mustafá Kemal, considerado el continuador del Genocidio Armenio.

Ahora, como resultado de esta última barbarie, Turquía se ve recompensada con la capacidad de conducir directamente desde su capital, Ankara, a la capital de Azerbaiyán, Bakú.

**Integrante de la Cátedra Armenia UNR y del Grupo de Estudio Geopolítica del Cáucaso y Asia Menor

 

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