¿Un sábalo a la parrilla con gusto a plástico? Es posible. Investigadores del Conicet llevan adelante un estudio de más de cinco años sobre el volumen y el impacto de los plásticos de gran tamaño en el que quedan atrapados aves y peces del Paraná. Y sobre los microplásticos –partículas menores a 5 milímetros– que ingresan al tracto intestinal de esos animales no sólo en el curso de agua sino también en su planicie adyacente. El peligro tiene cifras: 220 envases (botellas o vasos) cada 100 metros cuadrados y 5 mil partículas de microplástico por metro cuadrado es lo que relevaron.
“Queríamos saber cuán problemática es la contaminación por plástico, hasta dónde se expande y cuáles son las consecuencias ambientales de su presencia», rememora Martín Blettler, investigador adjunto del Conicet en el Instituto Nacional de Limnología con sede en la ciudad de Santa Fe.
El científico le explica a la agencia CTyS: «Una vez que empezamos a tener datos generales sobre cantidades de plásticos transportados por la corriente y depositadas sobre la margen del río Paraná, y a entender la dinámica, que es muy variada porque está sujeta a las condiciones ambientales naturales (vientos, lluvias, fluctuaciones de los caudales y arroyos), empezamos a estimar también el impacto sobre la fauna”.
El trabajo se inició en 2016, primero en pequeños territorios y después con una cobertura más amplia. «Hoy –dice Blettler– estamos centrados en lo que es el Paraná Medio, pero sobre todo lo que queríamos con el equipo era ponerle un número a la contaminación plástica y darle relevancia científica a un problema bien conocido por cualquier ciudadano o ciudadana». Y aclara que se trata de «cuantificar su presencia y dar a conocer los resultados mediante publicaciones científicas» para que con ese conocimiento se puedan diseñar «estrategias apropiadas de mitigación y reducción de residuos plásticos”.
Hubo sorpresas a medida que avanzaban en el estudio, y no gratas: “Dimos con resultados no muy alentadores, ya que encontramos microplástico, es decir pequeñas partículas menores a 5 milímetros, en el tracto intestinal de aves y peces del Paraná y su planicie. Confirmamos que los microplásticos están siendo ingeridos por muchas especies, incluso de importancia comercial como el sábalo”, resume el investigador.
El equipo del Inali, y otros investigadores en paralelo, hace años que observan, por ejemplo, nidos de aves construidos con residuos plásticos. Y no es gratis, explica Blettler: «Se producen graves problemas ecológicos, como bruscos cambios de la temperatura y humedad interna del nido, enredos, ingesta por parte de los pichones, entre otros”.
También detectaron restos de microplásticos en peces predadores, otro indicio de alerta máxima. “Esto implica que se está dando el proceso de biomagnificación, que es cuando el predador ingirió una presa que a su vez había ingerido microplástico. Así, los microplásticos se están pasando a diferentes niveles tróficos, lo cual genera que la situación esté fuera de control», explica el director del equipo de científicos. «En todas las especies que hemos estudiado hasta el momento encontramos microplástico”, insiste el biólogo.
Los principales efectos de los plásticos en la salud de los peces son el bloqueo intestinal, la disminución de la reproducción y un debilitamiento general que los hace más vulnerables frente a los depredadores.
Todos los sábalos, todos los tóxicos
Blettler explica que en el caso de los sábalos, el 100% de los ejemplares estudiados tenían estos elementos en su organismo. «Es una investigación en curso, pero es un dato significativo. Aún no tenemos estadísticas de otras especies», contextualizó.
El biólogo fue más allá, porque el plástico no está solo: un alto porcentaje de los envases o fragmentos liberan sustancias tóxicas, como plaguicidas y metales pesados.
Playas de plástico
La medición de microplásticos depositados en las márgenes del Paraná Medio arroja un promedio de más de 5 mil partículas por metro cuadrado. Y el volumen de macroplásticos –botellas, envases, vasos, bidones, juguetes y más– registrado alcanza los 220 cada 100 metros cuadrados.
La conclusión de los investigadores del Inali es que el río Paraná «es un ambiente altamente contaminado por plásticos”.
De dónde vienen, quién los fabrica, quién se desentiende
“Estaría bueno que pongamos atención en quienes están originando esa contaminación. Nos pasó de encontrar plásticos enterrados que, en algún momento, quedan expuestos producto de la erosión, que estaban en un estado de fragmentación avanzada por el paso del tiempo, generando y dispersando en el ambiente enormes cantidades de microplásticos”, afirmó Blettler.
«La contaminación por residuos plásticos es consecuencia del bajo costo de producción de productos plásticos descartables y de su consumo masivo. Por lo tanto hay aspectos sociales, culturales y económicos involucrados», observó el biólogo sobre la complejidad del problema.
En Rosario, sin el rigor de un proyecto científico pero como evidencia clara, las campañas de limpieza de las riberas del Paraná organizadas por colectivos ambientalistas, instituciones y áreas académicas, coinciden en los resultados y, más, ponen en claro responsabilidades.
En las dos primeras ediciones de la iniciativa «Más Río Menos Basura», en 2016 y 2017, unos 200 voluntarios recolectaron de los bordes del río marrón tres mil kilos de residuos, en un 90% plásticos. El 70% eran botellas de Coca Cola y Pritty, envases de Arcor, PepsiCo y Danone. “Las empresas deben hacerse cargo del problema que están generando al introducir masivamente el consumo de envases y artículos descartables, los cuales terminan afectando nuestros ecosistemas”, explicaron desde la organización de esas iniciativas.
Hay proyectos de ley nunca aprobados destinados a forzar la responsabilidad social de las empresas que, movidas por los designios del márketing, incorporan cada vez más envoltorios a los productos, la mayoría descartables y muchos de un solo uso. Esas iniciativas apuntan a la obligación de recolectar y reciclar esos envoltorios por parte de los fabricantes o elaboradores, en forma similar a los proyectos centrados en la basura informática.
“Es muy importante poner sobre la mesa de discusión estos temas en forma interdisciplinaria y holística. Esto debe ser desde el conocimiento y resultados científicos, que avalen nuestras opiniones. Y desde trabajos realizados acá, en Argentina, con nuestros problemas puntuales y nuestras miradas locales”, concluyó Blettler sobre el «plastificado» del Paraná, de las aves que lo sobrevuelan, de sus peces y del resto de los animales que viven en sus orillas. Incluida la especie que produce el fenómeno: la humana.