Nacimos y crecimos en las canchas del fútbol regional y más allá del amor por una camiseta, aprendimos a reconocer a los personajes que le dan vida a ese folclore insuperable. Es igual en el profesionalismo, pero en el campo resalta más, porque se escucha más nítido y esas ocurrencias forman parte de la salsa y el sabor.
Noqueador: Por ejemplo, los otros días, en un clásico de la zona, un defensor muy rústico reventaba el balón contra el alambrado por enésima vez (ya lo había hecho viajar por arriba de los árboles en un par de ocasiones) y alguien soltó conironía: “tiene un guante en el botín”. Todos lo miraron y éste completó: “un guante de boxeo”.
Adicto al GNC: O aquél que le gritó a un volante ofensivo que estaba muy lento en sus reacciones… “Juan, basta de ahorrar…pásalo a nafta ya”.
Cabeza rota: Y ni hablar de ese presidente que había asumido un viernes y al domingo siguiente fue a la cancha en su flamante condición de titular de la liga. Se armó una batahola terrible y le pegaron un botellazo en la cabeza. Desde ese día lo bautizaron barco nuevo”.
Nada de roja: Y aquél árbitro que estaba dirigiendo un partido caliente y uno de los técnicos lo martirizaba con las amenazas y las exigencias. Se acercó al banco y no tuvo mejor idea que intimarlo. “No te voy a expulsar, pero si seguís gritando le cuento a tu esposa que el viernes te ví salir con una piba de un motel en Rosario”. Santo remedio.
Quedaron paralizados: Y esos tres jueces que fueron a un pueblo y al margen de ser maltratados por el público local, cuando llegaron a los vestuarios se encontraron con que les habían robado toda la ropa. Y peor fue la situación cuando comprobaron que les habían destrozados los vidrios laterales del auto. Alcanzaron a observar a dos personas escaparse del estacionamiento. Tuvieron que regresar a la ciudad vestidos con la indumentaria deportiva y sin protección para el intenso frío. Cuando fueron a radicar la denuncia en la semana descubrieron al ingresar al juzgado que los dos que huían apresurados tras destrozar el vehículo eran el juez y su secretario. Presidente y vice del club”.
Le hicieron un favor: Otro árbitro se reía con fuerza cuando le dijeron que los hinchas del equipo local les habían destruído el auto parado frente a los vestuarios. Sus compañeros le preguntaron asombrados lo que le ocurría y éste respondió: “estaba hecho añico, atado con alambres. Ahora me lo van a tener que dejar nuevo”. Y fue así nomás. El viejo 504 quedó impecable.
Prohibido pasar: El padre de un delantero veloz festejó tanto el gol de su hijo que se olvidó de lo que había atrás de él. El eufórico hombre primero corrió hacia el alambrado que estaba detrás del arco y después retrocedió tanto que terminó desapareciendo de la vista. Hicieron parar el encuentro. El hombre era el único hincha en ese sector. Corrieron presurosos al sitio y comprobaron que había caído en un enorme pozo. Se salvó de milagros.
Mostrale el carnet: Dos dirigentes de la Federación Santafesina regresaban a sus hogares tras un partido en San Jorge y participar de una reunión de delegados. Pararon en el lugar equivocado. Querían ver el televisado del domingo y justo era un clásico entre Ríver y Boca. Cuando ingresaron al bar de la estación de servicios ubicada al lado de la ruta, fueron increpados y apretados mal por los lugareños. Estuvieron a punto de recibir una golpiza, hasta que lograron sacar sus carnets y se identificaron. ¿Qué había pasado? Hacía unas horas que en ese pueblo había concluído a los tiros y trompadas una tensa confrontación entre adversarios enconados de toda la vida. Cuando los vieron ingresar pensaron que eran del poblado vecino y quisieron continuar la batalla.
Coima ocurrente: El árbitro se estaba cambiando y al abrir el bolso comprobó que le faltaba el pantaloncito. Un directivo del equipo local se enteró de la situación y luego de tocar la puerta del vestuario gritó: “aquí está. Se le cayó en el pasillo”. Uno de los linesman, quien conocía las características de su compañero, se adelantó y manoteó la prenda en el aire. Al revisar comprobó que en el bolsillito trasero había un enorme fajo de billetes.
Más rápido que nunca: Toda la policía del poblado fue asignada a una final. Las cosas terminaron como se esperaban. Balazos, alambrados caídos y uniformados y árbitros golpeados a mansalva. Uno de los líneas alcanzó a disparar y fue derecho a la comisaría mientras lo perseguía una horda enfurecida. Las puertas estaban sin llaves y luego de ingresar, las cerró inmediatamente, igual que las ventanas. Superó el récord de cualquier keniano para llegar al lugar salvador. Como había sido policía, lo primero que hizo fue manotear la radio para solicitar auxilio. Del otro lado le preguntaron; ¿quién habla, el comisario?- Y el petiso le respondió: “no, soy el linesman, el único que consiguió escapar. Manden refuerzos urgentes porque los están moliendo a golpes a todos en la cancha”.
Generosos: El sábado, Atlético Chabás, con suplentes, eliminó a Huracán en los cuartos de final de la Casildense. Al día siguiente, tocaron el timbre en la casa del presidente del Globo y cuando salió no vió a nadie. Si encontró apoyada en la pared una caña de pescar con una nota: “ahora que tenés los domingos libres aprovechá para ir al río”.
A lo Tyson: Todos recuerdan aquella pelea en que el moreno le mordió la oreja a Holifiel. En Chabás ocurrió lo mismo. Dos acérrimos rivales traslaron sus rencores del campo de juego a un boliche bailable. Se trenzaron en una sangrienta lucha. Uno de ellos le arrancó una oreja a su adversario de un mordiscón. Menos mal que no la masticó y la escupió, así pudieron injertársela.
Picaflor herido: Un mediocampista rápido y habilidoso que hizo furor en la región, también tuvo la misma fama con el sexo débil. Precisamente, una tarde recibió una terrible patada y se retorcía de dolor en el piso. El adversario se agachó y algo le dijo al oído, que provocó que el lesionado se parara sin chistar. El árbitro que se acercaba con la tarjeta preguntó que había ocurrido y el rudo defensor le contestó: “nada, le dije que dejara de hacer teatro porque si no le contaba al presidente que éste se acuesta con su esposa”. El ombre de negro se largó a reír e hizo reanudar el juego.
Jorge Valdano y sus inicios en Las Parejas
Jorge Valdano es un filósofo y un fenómeno para definir situaciones o futbolistas. Por ejemplo, recientemente opinó sobre Leonel Messi: “Acelera a la búsqueda de una posible pelota perdida pero, en Messi, las balas perdidas pegan siempre en el corazón. Vamos, son más certeras que en ningún otro jugador del mundo”.
En su momento cuando le preguntaron sobre las virtudes de Argentina campeón mundial 1986 lo resumió así: “fuimos diez voluntades aunadas para permitir que Diego (Maradona) pudiera crear en libertad”.
El crack surgido en Sportivo Las Parejas, recordó en rueda de amigos hace unos días una anécdota que pinta de cuerpo entero al futbolista que es auténtico.
“Habíamos ganado un clásico cerrado ante Argentino y estábamos muy felices. Celebramos a full en los vestuarios. Sin embargo, el talentoso, el diferente, estaba en un rincón con la cabeza gacha, triste. Me acerqué y le pregunté que pasaba. Le recordé que había sido la figura excluyente. Me contestó… ‘sabés cuál es mi problema, que ahora tengo que bañarme. Yo estoy acostumbrado a jugar sin transpirar. Hoy fue diferente’. A partir de allí mi admiración hacia él fue mayor”.