El anfiteatro del Parque Central de la ciudad de Neuquén, por esas cuestiones que tienen que ver con las convicciones y la tenacidad, volvió a surgir de entre los escombros, tras los dos intentos fallidos de taparlo por decisión del intendente local, Horacio Quiroga.
Es que para el jefe comunal, ése era un lugar lleno “de mugre” y de “vagos”, aunque allí desarrollaran sus actividades artistas callejeros e independientes que dos veces, a pico y pala, lo destaparon y comenzaron el camino hacia su resurrección.
En la primera y titánica labor desarrollada por un pequeño grupo, que luego fue creciendo, apareció un gato negro que gracias a un colchón de aire entre dos rocas pudo sobrevivir durante una semana al entierro obligado por las topadoras municipales. Ese hallazgo milagroso sirvió luego para darle nombre al emprendimiento que recuperó, con esfuerzo ciudadano, el anfiteatro tan preciado.
El pasado 22 de abril, las topadoras municipales comenzaron a las 4 de la madrugada a rellenar de escombros el anfiteatro del Parque Central, ubicado en el corazón de un pulmón verde y de esparcimiento en el centro de la ciudad de Neuquén.
Cuatro días después, autoconvocados a través de las redes sociales, artistas y vecinos se reunieron en el lugar, instalaron un campamento, buscaron picos y palas y comenzaron una tarea que parecía imposible: destaparlo. Así surgía el Colectivo de Artistas y Vecinos del Anfiteatro (Cava) Gato Negro.
La piqueta madrugadora
La resistencia a su decisión obligó al intendente Quiroga a convocar al Consejo de las Artes de la ciudad, donde se discutieron las posturas antagónicas, teniendo en cuenta que el gobierno pretendía modificar toda la estructura del lugar.
En medio de las negociaciones, el municipio, también de madrugada, volvió a tapar el anfiteatro y los artistas y vecinos, una vez más a pico y pala, lo desenterraron.
El 16 de agosto, finalmente, el Concejo Deliberante local sancionó una ordenanza que dispuso la preservación del anfiteatro y ordenó al intendente la ejecución de tareas de limpieza e iluminación del sector.
A pesar del tiempo transcurrido, la gestión municipal no ha cumplido con lo establecido en la ordenanza y pueden observarse claramente los escombros dispersos en los alrededores del anfiteatro, así como la falta de luz y limpieza.
Mientras tanto, los fines de semana, el Colectivo de Artistas y Vecinos del Anfiteatro abre el espacio con sonido y luces para distintas expresiones artísticas de la ciudad.
“Nos terminó de convencer”
Pablo Frizan estuvo desde el primer día junto al resto del colectivo en el “destape” del anfiteatro y tuvo el privilegio de rescatar el famoso gato negro que había quedado atrapado.
“Cuando empezamos a cavar escuchamos los maullidos de un gato. Pensamos que andaba por ahí pero después nos dimos cuenta de que estaba enterrado y cavamos más rápido hasta que entre dos rocas, en una especie de hueco, apareció la cabecita de un gato negro”, relata.
“Lo primero que hice fue acariciarlo y tocarle la pancita para ver si estaba lastimado”, agrega.
“En verdad –dice– no estábamos muy convencidos de poder sacar todos los escombros, pero la aparición del gato vivo fue como un disparador para decirnos, a nosotros mismos, que si habíamos salvado la vida de un animal cómo no podríamos salvar al anfiteatro”.