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El giro de México hacia un horizonte nacional y progresista

El país norteamericano vive, de acuerdo a su presidente, Andres Manuel López Obrador, la Cuarta Transformación, después de la Independencia, las grandes reformas de Benito Juárez y la Revolución Méxicana

Jorge Luis Bernetti (*)

 

México vive, de acuerdo con su presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO, para los medios y la gente) la Cuarta Transformación, la 4T. Ello es así de acuerdo con la visión del presidente electo el año pasado con el 53% de los votos y que hoy cuenta con el 70% de aprobación, de acuerdo con las encuestas que la oposición no desmiente, aunque lógicamente lamenta.

La primera transformación fue de acuerdo con esta visión la Independencia a comienzos del siglo XIX representada con las figuras de los curas Hidalgo y Morelos; la segunda, a mediados de siglo fue la epopeya de Benito Juárez, dictar las leyes de Reforma que separaron la Iglesia y el Estado y rechazaron la invasión francesa y el imperio de Maximiliano; la tercera fue la Revolución Mexicana de 1910 con su culminación en la reforma agraria y la nacionalización petrolera del presidente Lázaro Cárdenas. La cuarta se la atribuye AMLO con su programa de democratización, lucha anticorrupción y prioridad a los de menores ingresos: “Primero, los pobres”, dijo en su mensaje presidencial del pasado domingo 1° de septiembre. En ese informe de gobierno, López Obrador ha consignado sus programas en desarrollo y su estilo de trabajo.

El presidente puso fin a los largos años de predominio del Partido Revolucionario Institucional (PRI) que representara la declinante tradición de la Revolución Mexicana, y del Partido de Acción Nacional (PAN), hermanado con éste desde el final del siglo pasado en un militante estilo neoliberal.

El fraude electoral y la corrupción administrativa fueron dos de las situaciones que la política del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) y sus aliados enfrentaron en una victoria electoral impresionante, sin paralelo en la historia moderna de México.

El gobierno de López Obrador enfrenta dos problemas clave: la frontera de 3.200 kilómetros con los Estados Unidos y la ferocidad de la violencia de los grupos del narcotráfico y de la delincuencia organizada. AMLO ha planteado una política de democratización intensa del gobierno, un desarrollismo keynesiano en lo económico y el fin de la guerra contra el narco, construyendo una paulatina retirada de las Fuerzas Armadas del enfrentamiento con las mafias delictivas a través de la construcción de una Guardia Nacional, una suerte de Gendarmería de la que México careció en su historia moderna.

Los símbolos en cualquier parte y, sobre todo en la geografía social y cultural de México, mucho más. AMLO entregó la enorme residencia presidencial de Los Pinos a la visita del pueblo y la convertirá en un museo. El presidente reside en un departamento del Palacio Nacional, la casa de gobierno, en el Zócalo de la enorme megacapital mexicana. Despacha de lunes a viernes a las 6 de la mañana con su gabinete de seguridad encabezado por él mismo, el secretario de Gobernación (ministro del Interior), el secretario de Seguridad y los secretarios de Defensa Nacional (Ejército y Fuerza Aérea) y Marina. A las 7 de la mañana, de lunes a viernes, AMLO realiza una conferencia de prensa en el mismo Palacio, donde luego de hacer anuncios se somete a una larga sesión de preguntas las que contesta de pie durante dos horas, sin convocar a una cadena nacional.

Allí el presidente ha dado cuenta de la derogación de la reforma educativa neoliberal que había implantado el impopular régimen de su antecesor, Enrique Peña Nieto, e informado de la suba del salario mínimo al nivel más alto en los últimos 16 años; el sostenimiento del empleo y su progresivo incremento a través del desarrollo de la economía en general y la aplicación de programas de gobierno dirigidos a la masa de jóvenes “ni-ni” del país, poblado por 125 millones de habitantes instalados en una geografía un tercio menor al territorio continental de la Argentina; la extensión de programas de salud pública a los sectores de menores ingresos; el aumento de becas a alumnos de primaria y secundaria y también a los universitarios.

Es desde allí que AMLO ha lanzado un programa de obras públicas: el nuevo aeropuerto de la ciudad de México, que se combinará con el actual “Benito Juárez” para dar cabida a la permanente y caudalosa corriente turística a México; la construcción del Tren Maya en la zona suroeste, que brindará una conexión notable para toda esa región de riquezas económica y turística, pero con amplias necesidades sociales.

El presidente se ha empeñado en una formidable lucha contra la corrupción, unida a un recorte de gastos del Estado vistos como injustos. Desde que AMLO se rebajó su propio salario, cayeron privilegios irritantes para el conjunto del pueblo pero que generaron resistencias de sectores conservadores y aún progresistas. Y ha derivado los ingresos por planes sociales a un envío directo a sus beneficiarios quebrando las barreras intermedias donde se “clavaban» una parte sustancial de estos ingresos.

AMLO disolvió una poderosa entidad, el Estado Mayor Presidencial, un organismo organizado en origen como custodia presidencial pero que luego complejizara sus funciones, compuesto por integrantes de las Fuerzas Armadas a quienes devolvió a sus unidades, disolviendo de paso un foco de militares posiblemente leales a las miradas neoliberales de su antecesor.

Empero, AMLO ha planteado públicamente el recuerdo de la mirada que tiene de sí el Ejército mexicano como “nacido en 1917”, año de su organización como fruto de los grupos armados revolucionarios. Es decir, es el Ejército nacido de la Revolución Mexicana. AMLO señaló en su informe del 1° de septiembre que ellos y los marinos “son pueblo uniformado”. Y reiteró que no serán utilizados en contra del pueblo.

El nuevo gobierno sigue contando con el masivo rechazo de los medios de comunicación, «la prensa fi-fi”, como la ha calificado en muchas ocasiones, pero ello no ha impedido ni el funcionamiento de aquellos medios ni su acceso a la información pública, ni a las mencionadas conferencias de prensa matutinas, “las mañaneras” como las denomina la jerga popular.

Frente a los empresarios, AMLO sigue una política de convocatoria a los grupos nacionales que tienen una mayor orientación hacia el mercado interno y que confían en la política oficial de ampliación de ese mercado. Hace día, López Obrador anunció junto al conjunto de poderosos empresarios, entre los que destacaba Carlos Slim, una reducción pactada de las condiciones de contratos para el transporte y compra de gas desde los Estados Unidos que implicaron una fabulosa reducción de 4.500 millones de dólares. Y reconoció como “héroes vivientes” a los millones de mexicanos que envían desde los Estados Unidos, donde residen, la cifra de 35.000 millones de dólares para sus familias en México, lo que constituye el mayor ingreso de divisas que recibe el país.

A 9 mil kilómetros de Argentina, en la frontera norte de América Latina, México y su gobierno están brindando algunas lecciones que convendría analizar, estudiar y aplicar en estas tierras en los tiempos cercanos por venir.

 

(*) Periodista y politólogo

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