En el marco de los llamados “Juicios éticos a Monsanto en La Haya” se realizó en el recinto del Concejo Municipal una jornada y debate organizada por la edila Celeste Lepratti. En ese marco, El Ciudadano dialogó con Cecilia Bianco, referente del Taller Ecologista, que formó parte del panel expositor junto a Carlos Manesi de Paren de Fumigarnos y la bióloga Vanesa Pacotti, de la organización El Paraná no se Toca. Para quienes coordinaron la actividad, la empresa multinacional que fabrica y distribuye glifosato “es la responsable de miles de casos de cáncer en el mundo y de malformaciones genéticas”. Para peor, según denunció la activista ambiental, el agroquímico es usado en forma masiva en todos los cultivos de soja en el país, y en Santa Fe, que es provincia costera “alcanza las aguas del río Paraná a través de las napas subterráneas”.
“No es cierto que el glifosato se estanca en la parcela o lugar en donde se deposita, sino que está alcanzando también a los alimentos que consumimos”, denunció Bianco.
—El glifosato entonces ¿llega a los alimentos?
—De acuerdo a estudios que llegaron a nuestras manos hemos tenido conocimiento de que hay vinos, fabricados en California, Estados Unidos, e incluso de cervezas alemanas que se venden acá en la Argentina y en la ciudad, que tienen glifosato.
—¿Quiénes son los responsables?
—Hay detrás todo un sistema de producción que está avalando esto. La responsabilidad en la cadena empieza en los primeros que avalan la aprobación del uso de este agrotóxico y que no investigaron lo suficiente para decir: «Bueno, acá tenemos las consecuencias a nivel salud». De todas maneras toda la información que hay en este momento habilita el pedido de una restricción máxima y qué mejor si lo hacemos como lo hizo Sri Lanka.
—El agua que llega a las casas ¿es segura?
—Nosotros esperamos que se hagan debidamente todos los procesos de potabilización, y creemos que es así. En sí el agua, si está en circulación, debería ser segura. Pero reitero que estos datos deben estar a disposición pública y es muy difícil que estando en eje de discusión tanta cantidad de uso de tóxicos –no sólo el glifosato sino un gran listado que le sigue– se debe tener cuidado de que no se traslade al agua y a los alimentos que comemos.
—Un informe reciente del Conicet revela que efectivamente hay restos de glifosato en los sedimentos del río Paraná.
—De acuerdo al informe en determinados lugares en donde se han sacado muestras de sedimentos se han encontrados valores muy altos de glifosato y de otro metabolito del glifosato. Esto viene a demostrar que el glifosato que caía al suelo y que era aprovechado sólo por la planta, por así decirlo, y que no iba a moverse más, no es así. Quedó demostrado que el producto viaja. Y en algunos lugares se queda y está siendo consumido por algunos animales que a su vez forman parte de nuestro alimento.
—¿El glifosato viaja a través de las napas?, ¿qué puede provocar en los consumidores?
—Hay investigaciones a nivel internacional que han detectado en napas presencia del glifosato. En cuanto a las consecuencias en los seres humanos, reitero, está demostrado que puede ingresar a nuestro organismo a través de los alimentos y también del agua. Hay que extremar las medidas en cuanto a cuál es nuestra fuente de alimentación. Si bien es bastante difícil, hay que restringir al mínimo el glifosato que es aplicado en huertas y también en hogares. Esa venta libre que hay del producto tendría que ser severamente restringida con el objetivo final de prohibirlo definitivamente, porque tiene efectos muy dañinos en los humanos y animales.
—¿En qué quedó proyecto de ley que, entre otras cosas, proponía respetar los cordones de fumigación entre los sembrados y los ejidos urbanos?
—Seguimos esperando que se apruebe la ley en Diputados, seguimos con la 11.273 intacta. Dentro de todo, si tomamos de referencia el proyecto de la diputada socialista Inés Bertero, es mejor que no haya sido aprobada. Sí anhelamos que avance el proyecto del legislador mandato cumplido José María Tessa, confeccionado junto a organizaciones como Paren de Fumigarnos. Y a su vez anhelamos que cobre fuerza la iniciativa de ley de Agroecología, recientemente presentada por Carlos del Frade y Mercedes Meier, del Frente Social y Popular. Estamos a la expectativa, porque ahí empiezan a jugar las respuestas de cómo podemos salir de esta contaminación.
—¿Hay conciencia generalizada en las personas acerca de los riesgos existentes?
—Si no se sabe que hay tantos alimentos contaminados, tampoco se va a plantear que hay que tener un tipo de alimentación diferente a la que se venía llevando. Pongo un ejemplo que ocurrió en Estados Unidos, donde encontraron que varias marcas de cereales muy reconocidas y muy bien vendidas en el mercado estadounidense, contenían glifosato. Realmente es increíble que niños y adolescentes estuvieran ingiriéndolo sin saberlo.
—¿Qué ocurre con los productos de plástico como juguetes o vajilla que pueden estar fabricados con recipientes que contuvieron glifosato?
—Juguetes y bolsas también. Lo único que puedo decir al respecto es que para detectar si el producto está fabricado con material no reciclado se debe ponerlo a trasluz y si aparecen como vetas no es fabricado por primera vez, sino que está hecho con material reciclado. Se supone que los chicos deberían tener las mínimas clases de juguetes de plástico porque es un material que lleva muchos agregados para que tenga distintas características. Por eso lo mejor es que los niños tengan la menor cantidad de productos de este material y en su defecto, que se tenga la certeza de que está fabricado con material no reciclado.