El Gobierno expresó hoy su «profundo dolor» por la muerte de Esperanza Catalina Pérez de Labrador, la integrante de las Madres de Plaza de Mayo que se animó a gritarle «asesino» al ex dictador Leopoldo Galtieri.
La historia de esta mujer, que tenía 89 años, motivó al juez español Baltasar Garzón a abrir un proceso contra la dictadura argentina en 1996, mientras en el país aún regían las leyes de impunidad.
Labrador murió el domingo último en Madrid, donde estaba radicada, y fue homenajeada por la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación que conduce Eduardo Luis Duhalde.
«En plena dictadura, Esperanza se plantaba todos los días ante las oficinas del genocida Leopoldo Galtieri, hasta que este la recibió para decirle que la muerte de su esposo fue un error pero que sus hijos eran Montoneros. En ese momento, se recuerda que Esperanza se lanzó contra él, le agarró de la pechera del uniforme y le gritó ´¡asesino, criminal!´», destacó la Secretaría.
Esperanza había nacido en 1922 en Camagüey, Cuba, desde donde emigró muy joven hacia España, país que abandonó en 1950 al finalizar la guerra civil para afincarse en Rosario junto con su marido, Víctor.
«Fue allí donde Esperanza y su marido formaron una familia que luego fue destruida por la dictadura cívico-militar que desapareció a su hijo menor, Miguel Ángel cuando salía de la casa familiar el 13 de septiembre de 1976», se indicó.
La tragedia de esta madre como el resto de ellas, no terminó allí porque «dos meses más tarde, el 10 de noviembre, fueron asesinados su marido Víctor, su hijo Palmiro, de 28 años, junto con su compañera Edith Graciela Koatz de 25”.
La historia de Esperanza fue una de las razones por las cuales en 1996 el juez español Baltasar Garzón abrió un proceso contra la dictadura cívico-militar argentina e inspiró el libro «Esperanza» que fue presentado en septiembre pasado, escrito por el periodista español Jesús María Santos.