El primer ministro francés, Manuel Valls, presentó un plan de lucha contra el racismo, recalcando que «el racismo, el antisemitismo, el odio hacia los musulmanes, los extranjeros, la homofobia, aumentan de manera insoportable» en Francia.
«Los franceses judíos no deben tener miedo por ser judíos» y los «franceses musulmanes no deben tener vergüenza de ser musulmanes», dijo Valls durante una visita a Créteil (periferia de París), cinco meses después de una agresión antisemita en esta localidad y tres meses después de los atentados yihadistas que causaron 17 muertos en París.
El plan de lucha contra el racismo prometido entonces por el presidente François Hollande prevé entre otras medidas, que el racismo y el antisemitismo constituyan «circunstancias agravantes» de un delito. La represión de los discursos de odio pasará del derecho de la prensa al derecho penal.
Si el Parlamento retiene las propuestas del gobierno, será posible asimismo emprender acciones judiciales de grupo contra las discriminaciones, sean estas en razón de los orígenes o de la orientación sexual de las personas.