Por Daniel Casal (Noticias Argentinas).- Hay una frase que se repite a diario en los despachos oficiales, acuñada en un discurso por Cristina Fernández de Kirchner, y es “ni un paso atrás” para enfrentar los embates que puedan venir de cualquier flanco.
Esas mismas palabras las utilizó durante las últimas horas la presidenta del Banco Central, Mercedes Marcó del Pont, para celebrar que la jefa del Estado haya aceptado su sugerencia de desplazar al superintendente de Entidades Financieras, Carlos Sánchez, por haber autorizado a los bancos girar al exterior fondos bajo pautas del año pasado, sin haberlas discutido en el seno de la autoridad monetaria.
“Se cortó solo y eso no puede ser”, dijo una alta fuente oficial, como para aclarar que nadie se puede apartar ni un ápice del modelo.
Ese cargo depende en forma directa de la presidencia y por ende será la jefa del Estado la encargada del reemplazo, pero por lo pronto Sánchez, quien vino con la ola del sur, pagó caro su atrevimiento.
El tema tiene significación porque el oficialismo considera que los conceptos que siguen bajando desde el FMI y el G-20 sobre el retiro de los Estados de la economía, y la no intervención de los bancos centrales, volvieron con fuerza a pesar de las enseñanzas dejadas durante la última crisis global.
Es en este marco que se está consolidando lo que se llama “cristinismo puro”, entre los se anotan Florencio Randazzo, Héctor Icazuriaga, Juan Manual Abal Medina, Carlos Zannini y, en el área económica, Amado Boudou y Marcó del Pont, a pesar de que estos dos últimos mantienen sordas diferencias.
Éstas se trasladan también al ámbito político, ya que Boudou aspira a convertirse en el candidato a jefe de Gobierno porteño por el Frente para la Victoria, pero Marcó del Pont apoya al ex ministro de Educación Daniel Filmus.
Para el afianzamiento de ese nuevo espacio oficial, que crece a la luz de encuestas con números favorables, mucho tiene que ver la oposición, que no encuentra los resquicios para dañar la imagen presidencial.
Los sondeos de opinión dan cuenta que con dinero en el bolsillo y una posibilidad más amplia de consumo, el tema inflacionario pasa a un plano de menor trascendencia.
Esto proyecta a la presidenta hacia un escenario de triunfo en primera vuelta, sin necesidad de ir a balotaje.
Prueba de cierta inmunidad hacia ciertos temas la dejó la reciente visita del presidente de Venezuela, Hugo Chávez, quien se pronunció en forma directa por la reelección e Cristina.
En otro tiempo, una intromisión de este tipo hubiera sido terrible para la intención de voto entre una clase media que aún duda sobre el destino de sus preferencias electorales.
Algunos medios tuvieron bastante que ver, porque se preocuparon más por el premio a la libertad de expresión que le otorgó la Universidad de La Plata al bolivariano.
Por supuesto que Chávez no puede ser considerado un paladín de la libertad de prensa, pero basta pasar por Venezuela para darse cuenta de que hay hay medios que convocan directamente al “magnicido”.
Además, coincidió con la ofensiva furibunda contra el bloqueo a las plantas impresoras de grandes diarios, que opacó el resto de los temas.
Es cierto que detrás de los cincuenta “perturbadores” había gente cercana a Hugo Moyano, pero ¿se puede pensar seriamente en alguna conveniencia política para el gobierno? Este pensamiento parece transitar el terreno del lugar común.
Eso sí, el bloqueo permitió la firma de un documento conjunto entre fuerzas opositoras en el Congreso, con el título: “Cuidar la democracia”.
Durante los últimos días, también ocupó el centro de la escena la manoseada elección en Chubut, que dejó demasiadas dudas y una sola certeza: la agonía a fuego lento de la aspiración presidencial de Mario Das Neves.
Sepultadas las pretensiones nacionales del chubutense, quedó en el PJ Federal una interna raquítica entre Eduardo Duhalde y Alberto Rodríquez Saá que tiene como único desafío entusiasmar a la gente para ir a votar y que no todo termine en un gran fiasco.
Por su lado, Mauricio Macri esperará el resultado de esa interna para sellar un acuerdo con Duhalde, Francisco de Narváez y otras fuerzas.
Es más, reflotó la idea de unir a todo el arco opositor para desbancar al kirchnerismo del poder, aunque se sabe que en esa alianza dos más dos no siempre dan cuatro.
La alquimia electoral lleva también a otras formas extrañas como que De Narváez haya realizado consultas con Ricardo Alfonsín, siempre en la búsqueda de un candidato presidencial y todavía con un halo de desconfianza hacia Macri.
Alfonsín –desencantado con la caída de la interna partidaria– no descarta alternativas ante la ausencia de un candidato fuerte en la provincia de Buenos Aires.
Macri aún recibe el consejo de su entorno, como del ecuatoriano Jaime Durán Barba, para que se presente en la reelección en la ciudad para luego sí pugnar por la presidencial.
La idea de éstos es que Macri es la única garantía de triunfo seguro ante el avance en la ciudad del FPV, sobre todo con Filmus.
No obstante, el jefe de Gobierno porteño prefiere jugarse directamente en la presidencial para posicionarse como líder de una oposición unida.
En el marco de las fórmulas mágicas a la hora de armar boletas, el oficialismo podría ubicar a Boudou en el primer lugar en la lista de candidatos a diputados porteños.
El ministro de Economía recibe el respaldo constante de Hugo Moyano y, a su vez, éste le concede al gobierno un alto grado de movilización y un importante abanico de voto sindical.
También mostró fidelidad al gobierno al pactar un aumento salarial del 24 por ciento para los camioneros, siempre una cifra testigo para otros gremios.
Sin embargo, arrebatos como el de parar el país por una denuncia endeble proveniente del exterior resultan urticantes para amplios sectores medios, siempre muy atentos a las señales que envía la política nuestra de cada día.