El territorio ya está marcado para oposición y gobierno en lo que resta del año en el Congreso: toda discusión estará condicionada por el debate de Papel Prensa y del presupuesto nacional 2011 que el gobierno presenta en dos semanas. Allí estarán las batallas finales que tienen previstas para este año tanto el kirchnerismo como el resto de los bloques opositores. Y existe en ese ejercicio el peligro real para el gobierno de no contar con ley de presupuesto o, lo que es igual, tener que aceptar la que le dicte la oposición. Ante esa alternativa, el único camino sería la reconvención, es decir, utilizar la ley del año anterior ajustándola por decisiones administrativas con los superpoderes, pero el costo que debería pagar Cristina de Kirchner es alto. Por lo pronto, como bien sabe Amado Boudou, ya se hacen consultas en el Congreso sobre cómo gobernar sin ley de presupuesto.
La UCR, la Coalición Cívica, el macrismo y el Peronismo Federal saben que, con las dificultades que encontraron hasta ahora, temas clave como el 82 por ciento móvil a jubilados, el reparto de los ATN, el futuro de los superpoderes o hasta la reforma del Indec, terminarán fundiéndose dentro de la discusión de la caja total del Estado que se dará en el debate del presupuesto.
De hecho, en el Senado, algunas de esas votaciones se postergaron hasta el 6 de octubre, cuando ya se conozca el proyecto definitivo de presupuesto para el año próximo.
Es la gran pelea de la que ningún partido se quiere bajar. Y la oposición tiene en eso una llave de oro: con el número que hoy muestran los recintos, es la primera vez que podrán imponerle un presupuesto a los Kirchner. O en caso contrario, obligarlos a pagar el costo de reconvenir el sancionado el año pasado para llegar así a las elecciones sin presupuesto nacional.
Todas las promesas de discusiones, ajustes y reformas que la oposición hizo en los últimos meses tienen alguna pata que debe incluirse dentro de la distribución de partidas del presupuesto. No sólo la asignación de fondos para el pago de jubilados, a través de los fondos que se otorgan a Seguridad Social (más del 70 por ciento del gasto fijo), sino hasta el giro de utilidades del Banco Central al Tesoro, un flujo de fondos vital para el gobierno) que debe decidirse dentro del presupuesto nacional. Frente a semejante batalla, el resto de los proyectos en danza pierde importancia relativa.
En realidad, los Kirchner se vienen preparando desde hace un tiempo frente a dos opciones: que la presidenta deba vetar el presupuesto nacional 2011 o que directamente no se apruebe en medio de una guerra donde el gobierno no querrá negociar, como siempre, ni una partida con la oposición.
Con ese panorama, no sería un problema la falta de presupuesto, pero sí un escándalo político. Con la actualización del presupuesto plurianual que hizo el gobierno, comenzaron a ajustarse algunos cambios que, incluso, no estaban contemplados en la ley para este año, como la reforma en los ministerios. Además, tomando en cuenta que se espera una suba en la recaudación, los Kirchner podrían seguir administrando bajo las normas de 2010 (que ya incorporaron un plan de obras más que ambicioso e irrealizable) y sumarle a eso los excedentes de ingresos, sin control alguno del Congreso. Sólo la derogación de los superpoderes (ya que la oposición no podría insistir contra un veto al presupuesto) podría estropearles esa fiesta de gobernar sin límites de gasto en un año electoral.