Vender dos productos al precio de uno es una estrategia de marketing que funciona bien en todos los lugares. Y más en épocas de crisis como la que vive la Argentina. Los bares se promocionan con el famoso Happy Hour: durante una franja horaria se puede beber cerveza, entre otras bebidas, a la mitad de su valor. El modelo llegó también a las verdulerías rosarinas. Al menos a dos, de los mismos dueños. Las promociones se realizan todos los sábados por la mañana. Los clientes hacen largas filas a la espera de poder comprar verduras y frutas con descuentos del 40, 50 y hasta 60%.
Morango y Bona Fruita I son los negocios de dos hermanos que decidieron recurrir a las ofertas para no tener que tirar la mercadería, ya que los domingos cierran y de esta forma rematan todos los productos. Nada se desecha y la gente, agradecida en tiempos de bolsillos flacos, compra a mitad de precio o mucho más barato.
Bona Fruita I se encuentra en Sarmiento al 400 desde hace cuatro años. Uno de sus dueños, Fernando, contó a El Ciudadano cómo surgió la idea: “Arrancamos con los descuentos porque los domingos no trabajamos y la mercadería que sobraba quedaba fea y en mal estado. Entonces, decidimos que los sábados la dejábamos más barata y la gente se copó. La cuenta nos daba y decidimos que, de seis días, cinco trabajamos para nosotros y uno para ellos”.
Hace dos años, la mecánica del descuento era otra: utilizaban una campana de bronce y con la ayuda de un megáfono la hacían sonar para que los vecinos supieran que comenzaba el momento de los descuentos.
Los tiempos cambiaron, se aggiornaron y como explicó Fernando: “Les copiamos a las cervecerías con el nombre del happy hour para meterle un poco de onda”. Los descuentos se publicitan también a través de las redes sociales de Facebook e Instagram.
Lo que mantienen igual que al inicio es que uno de los empleados comienza a publicitar los descuentos en voz alta captando la atención de los clientes y hasta transeúntes con una suerte de subasta. “Dos kilos de papa a 20 pesos, quién se lo lleva?”, gritaba Jorge este sábado en el otro negocio, Morango, de Mitre al 300. Es el encargado, y él mismo tentaba a los que esperaban su turno.
Desde el final de la fila otra voz sonó fuerte y dijo: «Yo quiero». El hombre pagó los 20 pesos y se quedó con la bolsa. Tras eso siguió en su espera para poder adquirir otros productos. Jorge entró al local nuevamente y salió con tomates para ofertarlos. Y enseguida tuvo sus manos vacías.
Una mujer, clienta del local, explicó que para ella lo que «hacen los chicos está muy bien». «Les sirve a ellos porque venden más y a nosotros que porque nos da la posibilidad de comprar a un mejor precio», agradeció.
Las colas de clientes en Morango comienzan todos los sábados a las 9.30. Su extensión llega a sobrepasar una cuadra. Los aumentos de precios de todos los productos, más aún los comestibles –la inflación para ellos es mayor que la general–, contrarresta el incordio de la espera.
Jorge relató que ese local abrió hace seis meses. Justo después del pico inflacionario mensual de septiembre del año pasado, que llegó a 6,5 por ciento. La escalada de precios derivada de la devaluación escalaba entonces. Y el happy hour de los sábados, en el nuevo local, estuvo desde su inauguración.
“Es una ayuda para las personas. Tenemos buena mercadería a buenos precios y vendemos todo el sábado porque el domingo no se trabaja y así no se echa a perder. No tenemos ni pérdida ni ganancia, preferimos trabajar con los precios al costo”, explicó el encargado del local.
“La misma estrategia y misma política tenemos en la otra verdulería que tiene más años de antigüedad”, agregó Jorge. “Lo llamativo, también, es que hacemos agradable el día a las personas. La gente aprovecha las ofertas y se van contentas con la compra y con el trato”, dijo entusiasmado.
A la hora de comprar, lo que más sale son papas, cebollas y naranjas, aunque a medida que va quedando menos mercadería las ofertas son más contundentes y los clientes terminan por llevarse todo lo que hay.
Francisco, encargado en Bona Fruita I, recalca que la gente se acostumbró a instalarse en la cola de los sábados y se lleva de todo. “Acá el happy hour comienza antes que en Morango, a las 8.30. Viene gente de todos lados, de la zona, de otros barrios. Se han acercado desde Villa Gobernador Gálvez a comprar. La gente se lleva para toda una semana”, especificó.
La onda es no tirar nada
Vale recordar que la Municipalidad impulsó en noviembre de 2015 la campaña “Los Alimentos no se tiran”, que sigue consistente en una especie de outlet de vegetales que están algo machucados, maduros o golpeados y son comestibles sin riesgos, pero pierden su valor comercial.
Existe un mapa donde se puede ver los locales adheridos con un beneficio triple: para el ambiente, para el comerciante y para el cliente.
Los alimentos aumentaron un 30 por ciento en seis meses
Esta semana el gobierno Nacional difundió el índice de inflación del mes de marzo, que alcanzó un nuevo record de 4,7 por ciento. La inflación acumulada interanual escaló al 54,7 por ciento. El rubro de los alimentos y bebidas es uno de los más afectados por la suba de precios. En los últimos seis meses este rubro acumuló una inflación del 29,7 por ciento. En marzo subieron un 6 por ciento, con un impulso particular de frutas y verduras. Sólo el tomate tuvo un incremento del 31 por ciento en un mes.
El aumento de precios es una constante de la administración de Cambiemos y desde diciembre vive un proceso de aceleración. En ese mes el Índice de Precios al Consumidor había llegado al 2,6 por ciento. Desde ese momento los relevamientos oficiales de cada mes fueron en aumento: el 2019 arrancó con 2,9 por ciento de inflación en enero, de 3,8 en febrero y 4,7 en marzo.
Cola para comprar leche
Lo que se observó este sábado en las dos verdulerías céntricas, se dio con otros productos. El martes de esta semana cientos de personas hicieron fila para comprar tres litros de leche a 100 pesos en la plaza Sarmiento de Rosario. El partido Ciudad Futura, en alianza con la cooperativa láctea Cotar, difundió la actividad como un ejemplo de sus propuestas para hacer frente a la crisis económica y apostar a otra forma de compra y comercialización de alimentos.
Los integrantes del espacio político ofrecieron los sachets hasta agotar un stock de 5 mil litros. Es que el litro de leche en los supermercados llega hasta los 60 pesos. La iniciativa fue un éxito en contexto de crisis y seguirá funcionando los jueves en los llamados distritos de Ciudad Futura.
“Desde el sector lácteo se viene denunciando hace tiempo la profunda crisis que padecen: una cadena de valor desigual en donde los grandes hipermercados se quedan con ganancias extraordinarias, mientras que los tambos cierran, las pequeñas empresas y cooperativas entran en crisis y la gente paga la leche más cara que en Alemania”, explicaron desde Ciudad Futura.
La carne, también con subas
En marzo pasado decenas de personas se amontonaron en las góndolas del supermercado Coto para comprar cortes de carne a precios promocionales. La crisis económica que atraviesa el país con una moneda devaluada e inflación de más del 50 por ciento anual llevó a que el precio de la carne vacuna no fuera la excepción: en los últimos tres meses subió más del 20 por ciento. La cadena de supermercados Coto puso cortes más baratos que en otros comercios. La oferta fue acompañada por carteles que decían que la compra máxima para cualquier tipo de corte era de dos kilos por persona para consumo familiar.
La posibilidad del cepo enseguida se difundió. Un sábado en una de las sucursales céntricas de la cadena hubo una especie de lucha donde una multitud de compradores se chocaban con changuitos y bolsos para comprar cortes con una rebaja de hasta 100 pesos. La extraña situación hizo recordar lo que se registró en otros supermercados por la faltante de lácteos.
Desde Asociación de Carniceros de Rosario dijeron que el aumento de precios influyó en las elecciones de los consumidores, que ya no buscan cortes como pulpas especiales, nalga, bola de lomo, peceto, cuadril, y jamón cuadrado. Los clientes se vuelcan más al pollo y al cerdo, cuyo consumo aumentó 14 kilos por habitantes por año en la última década.