“En la Argentina hay más de un millón de infectados y sólo el 2 por cciento lo sabe”, disparó la coordinadora la entidad rosarina “Hepatitis C”, Edith Michelotti. La ONG rosarina, una de las pocas del país que se focalizan en el mal, se suma a la pelea mundial contra las hepatitis B y C, enfermedades que recientemente aparecieron en la agenda de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Michelotti, también portavoz del grupo, explica que la urgencia por prevenir se origina en el “veredicto” que dictó la OMS, según el cual “se espera que para 2015 haya una eclosión en el mundo, un récord mundial de trasplantes” de hígado, “porque el virus avanza y la gente no sabe que está infectada”. Siendo la hepatitis B y C enfermedades que no presentan síntomas, salvo un estadío bien avanzado, “la necesidad de informar sobre las mismas se hace urgente”. Por eso, cuenta Michelotti, “la OMS «baja línea» a todos los ministerios de Salud del mundo” para frenar esta situación. “Y nosotros nos sumamos a la lucha”, sostuvo.
“Hepatitis C Rosario” es una ONG que busca prevenir e informar en la temática, formada por enfermos, familiares, amigos y colaboradores científicos que, desde su papel de “pueblo llano que tiene relación con la hepatitis” dan pelea contra la enfermedad. Ahora, aprovecharán la importancia que le está dando el organismo de las Naciones Unidas para impulsar la lucha contra las hepatitis.
Mejor prevenir que trasplantar
La hepatitis, tanto B como C, es una enfermedad que no presenta ningún síntoma y que suele evolucionar crónicamente: primero produce fibrosis, luego cirrosis y luego cáncer, derivando a trasplante de hígado.
“Como uno no puede percibir la enfermedad, hay que ir a buscarla”, dice Michelotti. “La gente tiene que preguntarse si es o no una persona en riesgo de tener hepatitis”, insiste. Y advierte que esta ignorancia es el mayor problema a la hora de enfrentar la enfermedad. Por ello resalta como “indispensable” informarse, fundamentalmente sobre cuáles son las vías de contagio. “Si la persona no está tranquila, debe pedirle la detección del virus al médico. Si llega a dar positivo, hay que dirigirse con urgencia al gastroenterólogo para que tome riendas en el asunto”, marca la coordinadora.
Las hepatitis no tienen cura, existen diversos tratamientos para tratarlas, pero éstos tienen un alto costo económico y no siempre funcionan. Entonces, ¿es posible vivir con hepatitis? Edith Michelotti lo explica, pero esta vez hablando desde su experiencia: ella misma es portadora del virus de hepatitis C. “Tenemos dos formas de convivir: una, sabiendo o no si se está infectado. Ésta es una gran diferencia. Si alguien sabe cuál es el enemigo, va a buscar las armas contra él. Si no, el virus actuará silenciosamente, sin ningún tipo de síntomas”, dijo.
E insiste: “De los 550 millones de enfermos que hay en el mundo, sólo el 2 por ciento lo sabe. El número restante evoluciona de fibrosis, a cirrosis, hasta el cáncer”.
Rosario se suma a la lucha
La ONG rosarina ya se puso en marcha: una vez que tuvo en sus manos el veredicto de la OMS, comenzó a contactarse con los dirigentes de la salud de la provincia y la ciudad, pidiéndoles a todos lo mismo: apostar fuerte a la prevención y subsidiar a “Hepatitis C Rosario” para que continúe trabajando.
Las reuniones fueron con el vicedecano de la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad Nacional de Rosario, Miguel Farroni, y con el ministro de Salud de la provincia Miguel Ángel Capiello; y también con la comisión de Salud del Concejo Municipal. Y ya pidieron reunirse con con el secretario de Salud de Rosario, Lelio Mangiaterra, y con el titular de la Cámara de Diputados de la provincia, Eduardo Di Pollina.
Michelotti considera a cada uno de estos encuentros como “maravilloso”. “Nosotros no sólo nos acercamos a explicar la situación nacional y mundial, sino que quisimos que sepan quiénes somos, ya que tras haber crecido tanto como grupo nuestras necesidades son mayores”, dijo.
Y las necesidades más urgentes que plantearon fueron la creación de un número gratuito 0800 para dar respuestas a consultas, una oficina para el funcionamiento de “Hepatitis-C-Rosario”, y un subsidio para que la ONG pueda seguir creciendo. Pero además remarcaron ante los funcionarios y legisladores la necesidad de rever el programa de vacunación para la Hepatitis B y de cambios en las currículas educativas para incluir un desarrollo de la temática, apuntando a la prevención ya desde la edad escolar.