“El tiempo pasa, nos vamos poniendo viejos”, dice la canción Años de Pablo Milanés. Quizás porque fue muy rápido el lapso de tiempo entre colgar los botines y ser nombrado dentro del staff técnico de Duendes, el retiro como jugador de Maximiliano Nannini pasó inadvertido. “El capitán del ejemplo”, según lo definió otro histórico del Verdinegro, dejó de jugar y Duendes se quedó sin uno de los últimos hijos pródigos.
Nannini integra la selecta lista de jugadores con más títulos con la camiseta de Duendes, detrás de Simón Boffelli y Román Miralles. Maxi integró grandes equipos en sus dos etapas, divididas por años en Francia e Irlanda.
El ex back afirma estar viviendo la transición entre jugador y entrenador, confesando que no es fácil. “Estando en el club, dando una mano en el plantel superior, es un aliciente para ir acostumbrándome, estoy lunes, martes, jueves y sábados, quieras o no, es una manera de llevar el día a día. No es lo mismo que jugar, pero calma la ansiedad, de poco me voy acostumbrando”, confesó Nannini.
Aunque jugó con muchos de los integrantes del primer equipo de Duendes, Maxi afirma que no es problema y que tiene una muy buena relación con todos. “Salvo con dos o tres, jugué con todos los chicos, tengo una muy buena relación. Estoy muy contentos por este presente, de estar metidos entre los cuatro mejores del Torneo del Interior, hace cinco años que no estábamos en una semifinal de un torneo UAR, la última fue en 2014. Lo lograron los chicos, así que estamos todos muy felices”, expresó el ex capitán.
Desde Duendes saltó a los seleccionado de Rosario, y desde ahí a distintos combinados nacionales: Pumitas, Pumas Seven, Pumas y en 2011 integró Pampas XV, campeón de la Vodacom. “No puedo pedirle más al rugby, tuve la chance de jugar hasta los 39 años, que muy poca gente lo logra, y a alto nivel, así que estoy feliz de lo que hice. Ahora estamos en esta nueva etapa, acostumbrándome de a poco”, asegura un emocionado Nannini.
“Hay cosas que estando afuera no podés manejar, y eso es lo que más cuesta. Uno trata de darles a los jugadores en cada entrenamiento herramientas, y después los que las tienen que usar son ellos. El jugador es el que decide adentro de la cancha, uno como entrenador lo único que le podes dar es herramientas, trabajo y que tengan confianza”, afirma.
Junto a Jerónimo de la Fuente conformaron una gran pareja en el centro de la cancha, más de una vez –muchas- terminaban cortados por choques de cabeza. “Eso no se extraña tanto, si se extraña jugar, pero de a poco la vamos cerrando”, expresa Maxi y agrega: “Es mi primera experiencia como cuerpo técnico, así que seguramente cometeré errores y tendré aciertos, tratando de aprender y de sumar información, escuchando, creo que eso es lo más importante. Haber jugador mucho tiempo en primera no te asegura nada, esto es otra cosa, que la tenemos muy en claro todos”.
Como buen hijo pródigo, Maxi, porque al decir su nombre en Rosario todos saben que se habla de él, siente un profundo orgullo y agradecimiento al Verdinegro. “Duendes es mi segunda casa, hasta te diría que es mi primera. Es una familia gigante que tengo, estoy hiperagradecido. Espero que mis hijos puedan vivir las mismas experiencias que yo acá en el club”, confiesa.
Señores, de pie. Se retiró una leyenda, un guerrero de mil batallas y por sobre todas las cosas un ejemplo de persona y jugador.