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El imperio de la doble moral a través de un ballet cantado

“Los siete pecados capitales”, de la dupla integrada por el dramaturgo Bertolt Brecht y el compositor y músico Kurt Weill tiene una versión local que en formato semimontado se presentará este viernes por la noche en el Foyer del Teatro El Círculo

La sociedad artística entre el dramaturgo y poeta alemán Bertolt Brecht (1898-1956), en cierta forma el padre del teatro político, y su compatriota, el compositor y músico Kurt Weill (1900-1950), dos creadores excepcionales, dio como resultado, en 1928, La ópera de los tres centavos, su obra más relevante y popular, una crítica feroz a las desmesuras del capitalismo y una de las banderas del mejor teatro político producido durante las primeras décadas del siglo XX.

Pero por suerte hay más. Así aparece Los siete pecados capitales, obra de la misma dupla y ya no tan conocida, un ballet cantado estrenado como tal en el Teatro de los Campos Elíseos de París el 7 de junio de 1933, y la última colaboración entre ambos.

Esta pieza, cargada de sentido crítico frente al supuesto poder que genera el dinero y el imperio de la doble moral, tiene una versión local que este viernes, en formato semimontado, se presentará en el Foyer del Teatro El Círculo en el marco de su tradicional Ciclo de Verano.

Detrás del dinero

Los siete pecados capitales aborda el tema de la ambición de lucro, convirtiendo a Anna, la protagonista de esta historia, en dos hermanas: Anna I, la cantante, la administradora de espíritu práctico que refrena cualquier impulso o deseo, y Anna II, que es la bailarina. Ambas (o la misma escindida) parten a una travesía a lo largo de siete años por siete ciudades distintas con el fin de juntar y acumular dinero para construir una casa para su familia que vive en Luisiana. Es así como en cada ciudad, su cuenta bancaria se ve amenazada por la frágil personalidad de Anna II, provocada por cada uno de los pecados capitales. A su tiempo, Anna I derrota todos esos pecados reprimiendo a Anna II, a quien no obstante permite que se prostituya y robe, siempre y cuando se lucre con ello.

La obra está centrada en una mujer psicológicamente dividida a partir de su alter ego aunque algunos sostengan que se trata de dos personajes diferentes describiendo la esencia de la femineidad de Anna. Y cada cuadro de esta ópera pequeña o ballet cantado como se la suele definir representa a cada uno de los pecados capitales: pereza, soberbia, ira, gula, lujuria, avaricia y envidia.

“Se trata de un ballet satírico cantado que nosotros proponemos en formato de concierto escenificado o de media escena”, adelantó a El Ciudadano la destacada mezzosoprano local Graciela Mozzoni quien integra el equipo artístico junto con el bajo barítono Lucas Álvarez, los tenores Juan Ignacio Valvasoni e Isaías Beni, y el barítono Mario Arias, con el acompañamiento de Carlos Pagura en contrabajo, Roberto Ceballos en clarinete y Néstor Mozzoni en piano y adaptación instrumental.

“La obra, como pasa con Brecht, está traspasada por el tema del dinero, pero principalmente por el tema de la doble moral, donde esta familia, que suponemos a partir del texto escrito en alemán que viene de entre guerras de Alemania pero la historia transcurre en Luisiana, está compuesta por padre, madre, dos hermanos y una o dos hijas, porque tampoco se sabe si es una y su alter ego o son dos”, destacó Mozzoni. Y completó: “Ellos quieren construir una casita y envían a estas hijas a la ciudad; a partir de ese momento están todo el tiempo pidiendo y rezando para que Dios las proteja pero, en paralelo, las impulsan a que hagan lo que sea para poder obtener ese dinero y construir esa casita”.

Respecto del tema de la mujer, y la complejidad que implican esos roles dentro de la trama de la pieza, la reconocida artista explicó: “Es un tema muy presente; la madre, que representa a la mujer de entre guerras que ya dejó de lado lo que se suponía eran sus ideales y su posición como ama de casa, está trabajando el campo entre otras tareas supuestamente destinadas a los hombres, asumiendo un rol totalmente activo. Por lo tanto, la de la mujer es una imagen muy fuerte, interpretada por un varón que se trasviste, frente a la imagen debilitada del padre que pertenece a ese sector de los hombres que quedaban afuera de la guerra por enfermedades, del mismo modo que aquellos que habían vuelto de la guerra, los que ya eran muy viejos o bien demasiados jóvenes para la contienda”.

Y con relación al montaje, la cantante detalló finalmente: “Nuestra intención no fue hacer una puesta de esta obra sino algo mucho menos ambicioso; de alguna manera, proponemos una ambientación de la obra, sin objetos escénicos para evitar una lectura unívoca. Por el contrario, buscamos que cada uno con sus ideas y su imaginación, frente al texto traducido que se verá en simultáneo en unas pantallas, pueda recrear lo que estaba pasando en ese momento”.

Para agendar:

Los siete pecados capitales se presentará este viernes, a partir de las 20, en el Foyer del Teatro El Círculo, de Laprida y Mendoza, en el marco de su tradicional Ciclo de Verano

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