Hace algunos años sorprendió con la película “Cara de queso”, pasaron algunas producciones exitosas como “Mi primera boda” y “Vino para robar”, y este jueves estrena “Sin hijos”, encabezada por Diego Peretti y Maribel Verdú.
El director Ariel Winograd, advirtió que la comedia que retrata con humor la tríada entre una niña, su padre divorciado y su nueva novia militante anti-niños «muestra que existen distintos modelos válidos de familia».
«La película habla de que no hay una sola forma de armar una familia, que existen diferentes elecciones, formatos y decisiones; todas igual de válidas», dijo Winograd a Télam sobre el filme cuyo reparto completan Martín Piroyansky, Horacio Fontova, Marina Bellati, Guillermo Arengo y Pablo Rago.
«El gran fuerte de esta película es que aborda dos temáticas muy atractivas y actuales: por un lado la relación de un hombre con su hija mujer y, por otro, la gran pregunta sobre si está bueno o no tener hijos», rescató el director.
Escrita por Mariano Vera, el filme compone un retrato absolutamente generacional: un matrimonio (Bellati y Peretti) tiene una hija, luego fracasa y el padre debe construir una relación unilateral con la niña (Sofía, interpretada por una brillante Guadalupe Manent) de 10 años.
Y desde la separación, cuatro años atrás, ella se convierte en el centro absoluto de su vida. Hasta que el idilio padre-hija se ve conmocionado por la aparición de Vicky (Verdú), amor platónico de Gabriel durante su adolescencia, transformada ahora en una mujer hermosa, independiente y desenfadada.
Ante la inminencia del romance, ella aclara: no se involucraría por nada del mundo con un hombre con hijos. No quiere niños en su vida. Y Gabriel, completamente enamorado, decide omitir el detalle de Sofía.
«Lo interesante es que no se plantean verdades absolutas sino que cada personaje toca una tecla diferente en relación a los vínculos. Vicky no dice que los nenes son asesinos seriales sino que son un infierno que no quiere soportar y es una postura absolutamente válida», señaló el director de «Cara de queso», «Mi primera boda» y «Vino para robar».
En ese sentido sostuvo que se eligió trabajar una «bajada de línea políticamente incorrecta. Incluso yo, que tengo dos hijos, reconozco que hay un aspecto de tener chicos que es, efectivamente, un quilombo grande».
Y es precisamente en medio de aquel caos que Gabriel convierte su vida y su rutina en un tormento de maniobras y ocultamientos: ante cada cita con Vicky «limpia» la casa de juguetes, ropa, fotos y cualquier otro rastro infantil. Y cuando ella se va, todo vuelve a su lugar para recibir a Sofía.
«La marca para toda la película es que los niños actúan como adultos y los adultos como niños», puntualizó Winograd sobre el tono que buscaron darle a toda la historia. «Igual confieso que cuando leí el guión por primera vez lo que pensé fue: ‘Y a esta nena de dónde la sacamos?’ y de un casting de 600 chicos apareció Guadalupe que jamás había actuado y hubo que hacer un trabajo muy fuerte», recordó.
«En paralelo -concluyó- apareció Maribel y eso cambió todo: ella es una actriz internacional muy importante («Y tu mamá también»; «El laberinto del fauno») pero que para Guadalupe sea un personaje ajeno, una actriz no conocida en la Argentina y fue absolutamente enriquecedor».