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El iraní que busca amigos en la región

Ahmadineyad, de visita por tercera vez en Bolivia, también irá a Venezuela.

Una aureola tiñe todas las giras latinoamericanas de Mahmud Ahmadineyad. Que no es, precisamente, un halo de santidad sino la amenaza de un letal hongo nuclear, que precede y deja estela por donde pasa el presidente iraní. Mucho más en el periplo de esta semana, porque mientras Ahmadineyad visita por tercera vez Bolivia, va a Caracas para encontrarse por décima vez con Hugo Chávez, y recala después en suelo brasileño para el Río+20 (su primera visita oficial fue con Lula en octubre de 2009), las conversaciones en torno del desarrollo atómico de Irán con los 5+1 (los países del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, más Alemania) llegaron a un peligroso punto muerto en Moscú.

Mientras, dos tiempos de descuento toman envión. Por un lado, la entrada en vigencia este 1º de julio del bloqueo comercial y petrolero de la UE a Teherán. Esta sanción, promovida por Estados Unidos y acatada ya por varios estados (entre ellos, el embargo aplicado por Japón dejó a los iraníes con enormes saldos exportables y problemas para “stockear” el crudo) traerá un “parate” interno de proporciones. Que se agregará a una inflación al punto de desboque (21,5 por ciento en 2011); a una moneda local, el rial, cayendo 40 por ciento en el primer trimestre de 2012 (bienvenidos al club); al desabastecimiento en productos básicos, y a una mayoría de población joven, contestataria y crítica al régimen del ayatolá Khamenei.

Nada disipa el gusto agrio y metálico que deja el paso de Ahmadineyad por la región. ¿A qué viene el iraní?, ¿quiénes integran su comitiva?, ¿cuáles inversiones promete?, son las preguntas que nunca se contestan del todo.

Porque de su agenda por las bolivianas La Paz y Santa Cruz, su abrazo con el convaleciente Chávez en Caracas o su presencia después en la multitudinaria reunión ecologista de mandatarios en Río de Janeiro quizás queden más fotos que información para los registros.

Además del canciller Ali-Akbar Salehi, viajan con el mandatario iraní dos vicepresidentes: el de Asuntos Ejecutivos Hamid Baghaei y el de Asuntos Internacionales Ali Sa’eidlou.

Según la prensa persa, Baghaei es uno de los confidentes e incondicionales de Ahmadineyad: a tal punto que el mismo presidente habría intervenido para que la Justicia dejase en suspenso un fallo de mediados de 2011 por enriquecimiento ilícito.

En cambio, Sa’eidlou aporta algo más que esa incondicionalidad a ultranza o soltura en “mercados regulados”: es el encargado de enrolar a los latinoamericanos para la cumbre de No Alineados a llevarse a cabo en Teherán (Irán preside el organismo) el 30 y 31 de agosto.

En momentos en que Estados Unidos y los países occidentales tienen la atención puesta en la debacle financiera de Europa, la desaceleración china, la crisis en Siria y Egipto o la misma amenaza nuclear iraní, Ahmadineyad descuenta las pocas hojas de almanaque que le quedan para proyectarse fuera de la interna política de su país, y de los tiempos que corren.