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A una semana

El juego de las diferencias: el no peronismo unificó discurso en el andarivel derecho para las Paso

Como en un juego de espejos donde hay poco lugar para los matices, el eje Larreta-Pullaro-Tessandori se mide con la línea Bullrich-Losada-Javkin: en la noche del domingo 16 se revelará si para macristas y radicales alejarse cada vez más del centro político da dividendos, al menos en esta instancia


El capitán ingeniero Álvaro Alsogaray impulsó allá por fines de los 80 a la Ucedé como mascarón de proa del discurso del poder económico nativo, que se dice liberal sólo para dejar las ganancias en manos de los privados y las pérdidas en manos del Estado. El naufragio económico del alfonsinismo, a la salida de la peor dictadura que conoció el siglo XX, dejó la cena servida para que, en manos del peronismo, Carlos Menem encabezara la restauración conservadora que hipotecó el futuro de varias generaciones.

Tres décadas más tarde, la falta de respuestas de la clase política a necesidades básicas como un plato de comida o tener la certeza de que el salir a la calle no conlleva perder un celular, una cartera o la vida en un asalto, y la constante prédica en favor de intereses particulares a través de los medios concentrados de aquel mismo poder económico, ha empoderado discursos cada vez más a la derecha, tanto para cuestiones como la seguridad, la economía, la previsión social o bien como barrera al ejercicio de derechos individuales que algún otro liberalismo, que no fuera la particular variante vernácula, reivindicaría como bandera.

En este clima social, cultural, político, como final de ciclos ejecutivos que a nivel nacional, provincial, local estuvieron marcados por la pandemia y las notorias dificultades de los oficialismos en lograr una salida a la crisis que impuso ese cisne negro, es que los comicios de este año marcan una preeminencia en las chances de las oposiciones. Y presentan la incógnita de cuánto voto en blanco se llevará el hartazgo de una parte de la sociedad para con la clase política.

Paz, orden y después

En Santa Fe, el discurso “de la paz y el orden” que llevó a Omar Perotti a terminar con doce años de gobiernos frenteprogresistas fue a la vez el principal debe de su gestión, que el año pasado, por caso, tuvo récord de homicidios en el departamento Rosario. En el medio, los escandaletes provocados por su primer ministro de Seguridad, Marcelo Sain, y la fallida ofensiva contra el senador hasta ese momento aliado Armando Traferri se volvieron como un bumerán contra el rafaelino, que prefirió concentrarse en el discurso productivista y mostrarse poco en las grandes ciudades, cada vez más aquejadas por la narcoviolencia y la clásica inseguridad del robo callejero.

Esa debilidad es la que los precandidatos del frente Unidos –socialistas y radicales del frenteprogresismo que se sumaron al macrismo PRO– Maximiliano Pullaro, Carolina Losada y Mónica Fein intentaron aprovechar en esta campaña. Pero bien pronto la decisión de Losada de enfocar su prédica contra supuestos vínculos de Pullaro, ex ministro de Seguridad de Miguel Lifschitz, con narcocomisarios hizo que poco se escucharan las críticas a las políticas de seguridad de esta gestión justicialista.

Sabiéndose arriba en las encuestas, Pullaro eligió una campaña sobria, sin contestar la munición gruesa que, sobre todo desde Buenos Aires, Losada le envía con prisa y sin pausa cada día. Por supuesto, mostrando lo que considera fueron aciertos de su gestión, como un amesetamiento de la tasa de homicidios y el hecho de que, por ejemplo, se vanaglorie de que nunca los movimientos sociales le cortaron la Circunvalación o la autopista Aramburu.

Losada, quien hace dos años venció por un puñado de votos a Pullaro en la elección al Senado nacional mostrándose no sólo como alguien no contaminada por la política sino como la poseedora de un carisma innato, impagable en las candidaturas políticas, giró 180 grados y volvió a ser la panelista virulenta y agria de sus épocas de figura televisiva. Tal vez dándole así la razón a Pullaro sobre la verosimilitud de las encuestas, que suelen sumar al margen de error el par de puntos a favor –y a veces el par de puntos en contra del principal rival– que las consultoras le obsequian a quien las encarga.

Así, con Losada corriendo por derecha –quién diría– a su referencia nacional Patricia Bullrich y con Pullaro intentando un equilibrio entre el centro que originalmente proponía el rival de Bullrich, su padrino porteño Horacio Rodríguez Larreta, y la mano dura que parece seducir a los electorados de estos tiempos en los grandes centros urbanos como Rosario y Santa Fe azotados por violencias de distinto tenor, toda la ventaja con que parecía contar de antemano el frente de frentes se convierte en el riesgo de que una victoria que parecía cantada se dilapide.

En ese marco la ex intendenta Mónica Fein poco pudo hacer en su intento por debatir con quienes lideran las encuestas, aunque de todas maneras se las arregló para hacer propuestas de cambio y a la vez criticó a sus rivales internos y a la gestión Perotti.

Enfrente, los cuatro candidatos peronistas intentaron diferenciarse del gobernador, y es Marcelo Lewandowski quien corre con ventaja por sobre Marcos Cleri, Leandro Busatto y Eduardo Toniolli, siempre según las mentadas encuestas. Una notoria falta de presupuesto para su campaña, pese a ser el principal nombre del oficialismo que cuenta incluso con el aval del candidato presidencial Sergio Massa, condicionó por ahora su visibilidad y es una incógnita si podrá recuperar el tiempo perdido entre las Paso y las generales de septiembre, para así intentar aprovechar las brechas que dejan las peleas opositoras.

Y también es una incógnita cuánto del descreimiento en las opciones tradicionales irá a parar a candidatos del Frente de Izquierda o bien de las alternativas libertarianas –a falta de candidato de Milei hay alternativas “pro vida” y evangelistas– que van por derecha a la hora de los cargos ejecutivos.

El rosario en el muro

En la ciudad, aunque se inviertan las escuderías oficialistas y opositoras, el panorama muestra algunas semejanzas. Pablo Javkin, el abogado que llegó a la intendencia por el Frente Progresista, ahora se encolumna con la ex ministra de Seguridad de Mauricio Macri, Bullrich, y la mencionada Losada, con lo cual sus dardos hacia los presuntos responsables externos de la inseguridad y la narcoviolencia en la ciudad que gobierna, Rosario, han ido en ascenso.

De golpear a Nación por abandonar a su suerte a la ciudad, y de cuidar hasta último momento su excelente vínculo con el gobernador Perotti, pasó en las últimas semanas a responsabilizar también a la provincia del padecer diario de rosarinas y rosarinos: el miedo a salir a la calle, ya sea por la mañana para esperar un colectivo que muchas veces no llega, o bien cuando cae el sol, y ya no hay distinción entre el centro y los barrios.

Su campaña gira en torno de la obra pública -módica según los presupuestos que manejan los municipios y también para una gestión de distinto color que la nacional y la provincial- y contesta poco y nada los ataques, que le llueven tanto desde el propio frente Unidos como desde las opciones opositoras.

Según las encuestas, el ex periodista Miguel Tessandori, encolumnado con Pullaro, es quien tiene posibilidades de dejarlo fuera de las generales, con lo cual estos últimos días prometen un cierre a toda orquesta para desnivelar lo que a priori parece mínima ventaja para uno o para otro, siempre según esos dudosos sondeos.

Como en el caso de Fein, Enrique Estévez intenta colarse en el debate interno, cuestionando la poca participación que Javkin le dio al socialismo en su gobierno, y también el supuesto abandono de políticas públicas que los gobiernos de la rosa patentaron en Rosario. Y quiere asomar también en esta interna Charly Cardozo, con un discurso bien a tono con el PRO de estos tiempos, por el borde derecho del campo.

El corrimiento de los discursos del frente de frentes bien a la derecha, a caballo de la mano dura que pedirían los votantes –habrá que ver si se refrenda a la hora del conteo de votos– parece abrir oportunidades en la oposición peronista.

En una primaria inédita, el ex ministro de Perotti Roberto Sukerman y el líder de Ciudad Futura, Juan Monteverde, disputan el lugar de quién será el candidato del panperonismo en las generales. El primero, si bien inicialmente referenciado en el hoy jefe de Gabinete Agustín Rosssi, ha ido construyendo un discurso más amplio, menos “ideológico” al decir de los consultores, mientras que el partido que hace una década surgió del Movimiento Giros sostiene su clásico relato progresista anclado en el trabajo territorial, afín a referentes nacionales como Juan Grabois o Wado de Pedro. Es una propuesta la de esta Paso que no tiene un ala conservadora, como suele presentar el peronismo, con lo cual también es un interrogante cuánto de ese voto podrá retener el frente Juntos, tanto en esta instancia como en las generales.

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