El documental El Kaiser de la Atlántida, dirigido por Sebastián Alfie y que reconstruye la búsqueda de una partitura perdida en la Segunda Guerra Mundial compuesta por el austríaco Viktor Ullmann dentro de un campo de concentración, se propone, según confesó el director a Télam, aportar un “pequeño granito de arena en la lucha contra el fascismo”. La película se puede ver en Rosario en el complejo Cinépolis.
La coproducción entre Argentina, España, Países Bajos y República Checa documenta por primera vez la vida del panista, que compuso la pieza en un campo de concentración en la ex Checoslovaquia, y la historia detrás de la ópera paródica y su partitura perdida.
Viktor Ullmann nació en Teschen, Austria-Hungría, en 1898, y fue un compositor, director de orquesta y pianista conocido principalmente por sus contribuciones a la música mientras estuvo en el campo de concentración de Theresienstadt durante la Segunda Guerra Mundial.
Ullmann estudió música en Viena y luego trabajó en Praga como director de orquesta y compositor. Fue influenciado por varios estilos musicales, incluyendo el expresionismo y la Segunda Escuela de Viena. Sus composiciones incluyen óperas, obras orquestales, piezas para piano y música de cámara.
Durante el régimen nazi, Ullmann fue arrestado e internado en Theresienstadt, un campo de concentración donde los nazis permitían ciertas actividades culturales con fines propagandísticos. A pesar de las circunstancias adversas, Ullmann continuó componiendo e interpretando música dentro del campo.
Ullmann fue deportado de Theresienstadt y murió en Auschwitz en 1944 en una cámara de gas.
El documental muestra al régisseur argentino Gustavo Tambascio estrenando en Madrid una puesta de El Kaiser de la Atlántida y al compositor británico Kerry Woodward, que guarda filmaciones de encuentros que tuvo con Rosemary Brown, una médium británica que supuestamente lo ayudó a completar los fragmentos perdidos de la ópera, “contactando” al fallecido Ullmann.
La película, que se extiende durante 77 minutos, hace un buen uso de animaciones y archivos con registro de la última puesta que realizó Tambascio.
“La ópera está llena de misterios y de mensajes en clave porque el compositor tenía que sortear la censura de las SS. Entonces, entender cada uno de esos mensajes nos llevó una investigación de varios años, pero creo que al final es una de las cosas que el espectador más agradece: poder enterarse de cómo sorteaban la censura nazi a través, a veces, de una melodía, con música que estaba prohibida por ellos”, sostuvo Alfie en diálogo con la citada agencia.
El director destacó “la valentía Ullmann por encarar una caricatura de Hitler en un campo de concentración” y contó que la partitura perdida “estuvo muchos años desaparecida e increíblemente Kerry Woodward, el protagonista de la película, la encontró y él es quien se la dio al mundo”.
“La partitura estaba llena de tachaduras, faltaban hojas y él es quien la convirtió en una partitura que se pueda tocar. Esta ópera la vi en el Teatro Colón y dije: «No puede ser que no haya una película sobre este tema». Y así fue como empecé a trabajar y como surgió la semilla de este documental”, agregó.
En cuanto la pintoresca anécdota detrás Rosemary Brown, detalló que “en los años 70 en Londres había una médium que conectaba a los directores, que muchas veces tienen dudas sobre una partitura, con los compositores, y ella los conectaba con Mozart, Beethoven, Chopin o quien sea”.
“Lo que pasa es que directores de la talla de Leonard Bernstein, considerado por muchos el mejor de la historia, la consultaban. Entonces Kerry Woodward fue a verla con esta partitura en la mano y grabó todas esas conversaciones. En base a estas grabaciones es que nosotros hacemos la línea narrativa de nuestro documental”, explicó.
Lo que no se ve
Sobre las cosas que quedaron por fuera de la película Alfie confesó: “Siempre quedan cosas. Nosotros estrenamos la película la misma semana en que empezó la guerra de Ucrania y realmente resignificó todo el montaje. Volvés a ver la película ahora y entendés que El Kaiser de Atlántida nos estaba hablando a nosotros, advirtiéndonos sobre los peligros de los dictadores que utilizan la guerra con fines políticos. No llegamos a meterlo al montaje porque las fechas fueron muy justitas, pero parecía estar hecho para nosotros: las noticias se iban acoplando en esta película de una manera increíble”.
Y sobre el aspecto que considera que quedó mejor logrado de la producción, dijo: “Me gustan mucho las animaciones porque las hicimos con la misma técnica que los prisioneros hicieron los dibujos en el campo de concentración. Estas animaciones además permiten entender muchos aspectos de la ópera y tienen algo gracioso, que es que aparece un personaje que a mí me encanta, que es la muerte, y en nuestra película la muerte es el bueno de la película, digamos. Y eso es algo que ayuda mucho, es un alivio cómico que le viene muy bien. Y con la técnica de la animación y con la música, creo que son secuencias que el público realmente agradece mucho”.
La recepción
“Cualquiera que quiera emocionarse con una buena historia, va a encontrar una película que le va a gustar mucho”, aseguró Alfie. Y explicó: “Las proyecciones que hemos hecho en varios festivales y alrededor del mundo son muy emocionantes, porque la gente entiende cómo, a través del arte, uno puede superar cualquier dificultad y me parece que eso es algo que, como espectador, te lo llevás. Si ellos, en un campo de concentración, pudieron crear algo así, ¿cómo yo no voy a poder superar estas dificultades? Así que este es un poco el público que se va a encontrar con nuestra película. La finalidad del documental es dar a conocer esta historia que los nazis quisieron borrar. Es un poco nuestro pequeño granito de arena en la lucha contra el fascismo. Ellos quisieron echar tierra sobre esta historia y nosotros la estamos trayendo a la luz. Particularmente desde lo personal, eso es lo que más satisfacción me dio”.